A pesar de encontrarnos en un espacio occidental del planeta, haciendo alarde de nuestra institucionalidad democrática y  de la revolución tecnológica que en materia de comunicaciones ha transformado la vida, en El Salvador se pretende, como en las peores épocas del oscurantismo, restringir el derecho humano a la información sobre educación sexual y reproductiva.

¿Por qué generalmente son los temas vinculados a la sexualidad los que despiertan la "moralidad" de ciertos sectores del país, pero se mantienen incólumes ante otros hechos vinculados a las condiciones de extrema pobreza originados de un modelo económico y social que a través de sus programas de ajuste provocan  la  miseria, la horfandad y la muerte, entre sus compatriotas?
¿acaso esto no será también un problema que linda con la ética y la moralidad….?
 
Los derechos sexuales y reproductivos, vistos desde una perspectiva de derechos humanos, significan un sí a la dignidad humana, un sí a la autonomía personal y  un sí a la integridad física, pero para que tales postulados puedan establecerse, es fundamental tener conocimiento de ellos. Pretender negar tal información a la población joven adolescente de nuestro país, implica por un lado desconocer la cruenta realidad ante la que nos encontramos:  embarazos precoces y su amplia gama de secuelas que inciden directamente en el desarrollo de El Salvador; mortalidad materna, abortos provocados, infecciones de transmisión sexual, incluyendo el mortal SIDA. Según el FNUAP (Estado de la Población Mundial 1998), la tasa de mortalidad materna en El Salvador es la más alta de Centroamérica, la FESAL 98 reporta que el 97.1% de las mujeres en edad reproductiva conocen al menos un método anticonceptivo, pero sólo el 38.3% lo usa actualmente, lo cual indica la falta de control y dominio que las mujeres tienen respecto a su cuerpo y su capacidad reproductiva. Datos del Ministerio  de Salud Pública y Asistencia Social (1999)  establecen que la relación genérica de la infección del V.I.H. fue de 3 hombres a 1 mujer, pero en el rango etáreo, de los 10 a los 19 años la relación es de 1 hombre a 1.02 mujeres, lo cual es un signo alarmante respecto a la salud de las adolescentes y más aún si tal variable se relaciona con la tasa de fecundidad en la adolescencia  y el riesgo de  transmisión vertical de madre a hijo/hija. Según datos de FESAL 98,  de cada 1000 embarazos, 116 son de adolescentes entre 14 y 19 años. Los altos índices de fecundidad en las adolescentes representan una problemática social de gran impacto ya que como consecuencia directa del embarazo, las adolescentes son expulsadas de los centros educativos y a falta de conciencia de sus representantes, también son excluidas de sus hogares, circunstancias que en ocasiones las obligan a tomar la difícil decisión de practicarse un aborto en condiciones insalubres, lo cual además de representar un grave riesgo para su salud y su vida, conlleva consecuencias de índole legal.

En toda esta situación resulta vital la participación de padres y madres de familia, quienes también deben procurar informarse sobre esta clase de conocimientos a fin de establecer relaciones de  diálogo amplio y sincero con sus hijos/hijas. Nuestra juventud se encuentra expuesta a un entorno comunicacional que presenta la sexualidad humana de una manera distorsionada y es labor de madres y padres orientar debida y oportunamente a las y los adolescentes. Así también no debe desconocerse la labor que le corresponde al Estado a través de sus instancias correspondientes, a fin de dar cumplimiento a las obligaciones constitucionalmente conferidas.

Informar sobre derechos sexuales y reproductivos implica algo más que informar sobre el aparato y el ciclo reproductivo, significa brindar una visión integral sobre la sexualidad, construyendo en cada joven una identidad consciente, responsable y libre de prejuicios sobre su vida sexual y reproductiva. Negar a la juventud este derecho es negar un derecho fundamental.

A raíz de la circulación del Manual de Salud Sexual y Reproductiva "De Adolescentes para Adolescentes" y el rechazo público planteado por la alta jerarquía de la iglesia católica salvadoreña, la temática en cuestión ha sido objeto de debate en ámbitos públicos y privados y pone al descubierto los vicios y la hipocresía social de nuestros tiempos: se censuran algunas ilustraciones por  considerarlas "pornográficas" pero se observa con disimulo y muchas veces producen hilaridad las obscenidades de los denominados "publicistas", quienes explotan la figura femenina y enaltecen los actos exhibicionistas; se le otorga la facultad al Estado para actuar con mano dura a través del derecho penal para castigar a quienes se provocan un aborto, pero se pretende negar al Estado el derecho a informar sobre métodos de planificación familiar porque ésa debe ser competencia exclusiva de padres y madres; constitucionalmente nuestro Estado es laico y reconoce la libertad de culto, sin embargo prevalecen vestigios históricos que otorgan a la voz de una autoridad religiosa, la capacidad de cambiar una estrategia de políticas públicas; se defiende la libertad de expresión como signo ineludible de democracia, pero se restringe la circulación de un documento educativo por considerarlo inapropiado.

Ante lo antes expuesto, nuestras instituciones, comprometidas con la promoción y defensa de los derechos de niñas, niños, adolescentes, mujeres y hombres, manifestamos nuestra solidaridad y apoyo al Ministerio de Salud por dar cumplimiento a una de las medidas de acción emanadas de la Conferencia Sobre Población y Desarrollo de El Cairo, como es informar a la población adolescente sobre sus derechos sexuales y reproductivos, a la vez hacemos un llamado a las instituciones educativas para abordar esta problemática de trascendencia nacional dentro de los procesos de aprendizaje y contribuir de esa manera al empoderamiento de nuestra juventud teniendo como premisa el conocimiento y la responsabilidad ante sí misma y ante el mundo que les rodea.