La huelga en la UNAM estalló el 19 de abril. Sin embargo, el conflicto no comenzó con la huelga, sino que ésta es el resultado de un proceso de respuesta cuya organización tomó varios meses desde que el rector Francisco Barnés anunciara su intención de modificar el Reglamento General de Pagos de la universidad. El sábado 27 de febrero apareció publicada en la sección "Cartas" del diario El Día una misiva enviada por fax un día antes a la oficina de Barnés de Castro. La misma carta fue publicada en el "Buzón" del periódico La Crónica el miércoles 3 de marzo, mes y medio antes de que estallara la huelga...
Ciudad de México. Febrero 26, 1999.
Dr. Francisco Barnés de Castro,
Señor Rector:
Por este medio le saludo y, como miembro de la comunidad universitaria, me dirijo a usted para invitarlo a la reflexión. La marcha que el jueves pasado reunió cerca de diez mil miembros de la comunidad universitaria me generó algunas impresiones que quiero compartir con usted:
En la selección que las autoridades encargadas de regular el acceso a nuestra Máxima Casa de Estudios han venido haciendo desde el nacimiento del CEU hasta hoy, parece que no bastó con restringir la entrada a los hijos de obreros, campesinos y en general a todos aquellos con un perfil socioeconómico “bajo” para asegurar la aceptación de las cuotas. Parece que se pasó por alto una sencilla previsión del comportamiento de la economía después de 1987, o se previó mal…
Si pensaron que la apertura de México al mundo, recién estrenada entonces, llenaría las aulas de nuestra Universidad con “pocos pero bien comidos” estudiantes de tiempo completo, con billeteras llenas, vidas holgadas y muchas ganas de cooperar al gasto universitario, fallaron. Por el contrario, cada vez más gente es más pobre en todo el país, en todos los estratos sociales.
Por eso la marcha del jueves ha sido una de las más grandes hasta hoy, incluyendo a las movilizaciones de 1987, porque ahora no hace falta tener un perfil “bajo” en el papel para sentirlo en lo real; Se puede ser hijo de profesionistas, tener automóvil, tener un ingreso familiar de varios salarios mínimos y vivir con carencias.
Coincido con usted en que el dinero no alcanza para todo lo que hace falta, el mismo problema se repite en millones de familias por todo el país. Coincido con usted en que las cuotas que hoy se pagan en la Universidad son irrisorias, incluso me parece imprudente invertir recursos humanos y materiales para cobrar 20 centavos. Pero no coincido en que los recursos para nuestra Escuela deban provenir de quienes la hemos pagado una vez con impuestos, otra vez más con la baja calidad de muchos servicios para los estudiantes y los bajos sueldos de maestros, investigadores y trabajadores…. ¿y ahora una tercera vez con cuotas?
La discusión en nuestra Alma Mater, que quiero creer que está en manos de autoridades creativas, imaginativas, con voluntad académica y política, debiera enfocarse en proponer proyectos macro con su más valioso y abundante recurso: los universitarios; concretando trabajos que permitan no solamente financiar la Universidad, sino que eleven el nivel de vida de todos sus miembros y enriquezcan la relación entre la sociedad y su Escuela… no sobre cuánto van a pagar los de nuevo ingreso….
La Universidad es una de las pocas cosas (sic) que los mexicanos sentimos como nuestras sin tener que pagar por ellas. Otras son: el aire; en algunas ciudades del país el agua potable; en algunos estados ciertas porciones de agua de mar y en otros los bosques. La UNAM es parte del patrimonio de todos los mexicanos, independientemente de dónde nacimos, nuestros apellidos, nuestra ocupación o la de nuestros padres, nuestro ingreso mensual, nuestro consumo calórico, el precio de nuestra casa o de nuestra renta. Hoy la Universidad es uno de los pocos bienes disfrutables solamente por ser mexicano, es un derecho y una recompensa para quien ha cumplido los requisitos académicos necesarios para y encaminados a una formación profesional, el ingreso y estancia en la Máxima Casa de Estudios no puede tener filtros económicos de ningún tipo… Ya existen demasiados a lo largo de toda la vida, gracias a los cuales sólo un porcentaje bajísimo de quienes comenzaron la primaria llega a las puertas de la UNAM.
La intención de cobrar “aunque sea poquito” me parece mezquina y completamente fuera de lugar en una de las universidades más grandes del mundo, a fin de milenio y en un país con tanto potencial e historia como el nuestro.
Así, Dr. Barnés le invito a que reflexione; aún está a tiempo de proponer otro tipo de discusión, que abarque problemas y soluciones no sólo para nuestra Universidad sino para toda la vida del país; que revalore el papel de la UNAM y sus egresados, que haga gigante a nuestra enorme Universidad. Piense si no sería mejor una discusión distinta a esta que, in crescendo, irá convirtiendo a la UNAM en el escenario más propicio para la representación de todas las contradicciones sociales.
Que tenga usted un buen día.
Bolívar Barrera Rodríguez
Rector de la Universidad Nacional Autónoma de México
P R E S E N T E
Egresado de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales
No. de cuenta 8955910-9