Aquí se presenta una breve reseña histórica, que si bien es a grandes rasgos puede servir como introducción a un estudio más profundo de la historia de la Universidad Nacional Autónoma de México o particularmente de la huelga de 1999-2000.
Enmedio de la agitación política del siglo XIX, la Universidad fue clausurada y abierta en muchas ocasiones, y en 1910 reinaugurada por Justo Sierra con el carácter de institución social. A finales del siglo XX, con una matrícula que rebasa con mucho los 200 mil alumnos, la UNAM vuelve a ser parte importante de la discusión de los grandes asuntos del país y más que nunca elemento clave para la vida futura de la Ciudad de México.
A principios de 1999, Francisco Barnés de Castro, rector en turno de la UNAM, anunció públicamente su decisión de modificar reglamento general de pagos de la universidad. Esto haría que los montos de las cuotas por inscripción, reinscripción, laboratorios, talleres, documentación y trámites en general se dispararan de 20 centavos a más de mil doscientos pesos por semestre, en el caso de las inscripciones y quedaran pendientes de determinar el monto y la frecuencia de ajuste para otros conceptos.
Ante la intención del rector, estudiantes de diferentes escuelas y facultades comenzaron a reunirse para discutir la posición de los alumnos frente a las autoridades. La discusión tomó fuerza al paso de las semanas y en febrero una marcha de más de 15 mil personas presentó ante el doctor Barnés a los que serían una fuerte jaqueca para el resto de su rectorado. Algunos grupos de estudiantes anunciaron entonces que serían capaces de llegar hasta la huelga si el rector no daba marcha atrás al proceso de modificación e iniciaba una discusión que incluyera a todos los universitarios.
Entre febrero y abril se convocó al rector y al Consejo Universitario, en foros universitarios y por medio de la prensa, a discutir abiertamente la problemática de las cuotas y el financiamiento en la UNAM, pero nunca se produjo ningún contacto. En abril el Consejo Universitario se vio impedido de realizar en instalaciones de la UNAM la sesión en la cual aprobaría las modificaciones al reglamento de pagos.
Así, consejeros y rector asustados por el bloqueo deciden trasladarse al Colegio de Ingenieros Civiles de México, cerca del Bosque de Tlalpan. Los estudiantes vuelven a bloquear la entrada y logran impedir nuevamente la sesión. Como el rector y los consejeros que estaban con él son muy imaginativos, con gran capacidad de negociación y no les faltan recursos logran arreglar algo en ese momento: que les presten el auditorio del Instituto de Cardiología para realizar la sesión, aprobar el nuevo reglamento y quitarse de problemas. En la puerta de Cardiología se produjeron nuevos forcejeos pero esta vez sí se realizó la sesión y se aprobó el nuevo reglamento.
Nuevas asambleas y pronunciamientos de los estudiantes pidieron al rector volver a reunir al Consejo y anular las modificaciones y anunciaron una huelga en todas las escuelas de la universidad para el 19 de abril si no había para entonces ninguna respuesta de las autoridades.
No hubo ninguna respuesta. El 19 de abril estalló la huelga tras una votación de 19 escuelas contra 8, a la que se llegó tras discutirse y votarse el asunto en todas las escuelas. Al paso del tiempo las cuotas dejaron de ser el tema central de la huelga y comenzaron a salir a la luz asuntos que se pensaban enterrados por el tiempo o la discrecionalidad: los vínculos de la UNAM con el CENEVAL y las modificaciones al pase automático de 1997, entre otros. Y el pliego petitorio se fue haciendo más grande: alargamiento del semestre y garantía de seguridad física y jurídica para los participantes del movimiento entre algunas demandas.
Ahora, tras la entrada de la PFP en la Universidad y la instauración de una pretendida normalidad, todo ha sucedido: intromisión de partidos, expulsiones del movimiento, incendios, secuestros, marchas, amenazas, mítines, dos muertos y decenas de heridos, pronunciamientos, desconocimientos, reconciliaciones, zafarranchos, explosivos, encarcelamientos masivos, sangrías, crucifixiones, nuevas tomas de instalaciones, como la torre de rectoría y la Facultad de Ciencias, entre muchas otras cosas.
Las autoridades universitarias no se han decidido por una salida negociada que no implique una indecorosa derrota para el movimiento estudiantil y su virtual desaparición y sí han lanzado una guerra sucia contra el Consejo General de Huelga que incluye la organización de grupos de choque -ideológico y físico-, el desprestigio del movimiento por todos los medios masivos de información y el encarcelamiento de los miembros del CGH a quienes consideran líderes.
En términos generales ningún medio impreso ha dado espacio real para que los estudiantes en lucha dejen oír su voz, tampoco los medios electrónicos han propiciado un análisis crítico por parte del escucha o televidente, y si no fuera por el derecho a la libertad de expresión y la ética profesional que individualmente ejercen varios periodistas, la opinión pública se vería aún más que ahora presa de engaños, imprecisiones y manipulaciones.
Las respuestas a la gran campaña de desprestigio han sido varias e ingeniosas: desde los volantes y comunicados entregados en mano en sitios públicos y los discursos en marchas y mítines, hasta la elaboración de una página de internet que se actualiza diario y una estación de radio, la Ke Huelga, que con 1 Mh de potencia puede sintonizarse en el 102.1 en los alrededores de Ciudad Universitaria y por internet en todo el mundo.
Los datos históricos para esta nota fueron extraídos del trabajo de Mario Melgar Adalid, "La educación superior en la ciudad de México", publicado en el volumen IV, Macrópolis mexicana, Pag. 183, de la colección Ensayos sobre la Ciudad de México, editada en forma conjunta por la Universidad Iberoamericana, el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes y el Departamento del Distrito Federal, en 1994.