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Maracay, Viernes, 24 de Agosto, 2001

¿SE ACUERDAN DEL PIPA?
El amigo Omar Hernández Delgado, quién fuera presidente de la Asociación de Fabricantes de Alimentos Concentrados para Animales (AFACA) en 1987 y 1989, escribió hace exactamente un año, el artículo PIPA: un motor para la agricultura" (El Universal Caracas, 11 de Agosto 2001). Porque su propuesta todavía se mantiene, aquí se las envío, a ver si el sector retoma el interés en tan importante asunto:


PIPA: un motor para la agricultura
"El PIPA (Plan de Incentivos a la Producción Agrícola), es un esquema promotor de la agricultura nacional de cereales forrajeros que aseguraría la existencia de fondos de apoyo para su desarrollo y garantizaría la colocación de las cosechas. El PIPA se fundamenta en la realidad mundial del apoyo que los países de agricultura desarrollada dan a sus productores. Un sondeo de las ayudas agrícolas indica que los países desarrollados dan ayudas financieras a sus agricultores entre 180 y 350 dólares por hectárea cosechada. Estamos convencidos de que esto es posible en Venezuela con fondos generados y distribuidos dentro del propio sector privado agricultura-agroindustria. Los productores que se acojan al PIPA solicitarían su inclusión en el presupuesto un mes antes de iniciar las siembras, suministrando las coordenadas UTM del terreno (requeridas hoy en día para el registro oficial de los productores agrícoles) e indicando la fecha de cosecha, en la cual se otorgaría una ayuda directa al productor a razón de doscientos dólares por hectárea, al cambio del día. Esta institución privada sin fines de lucro se aseguraría mediante observación certificada por satélite, realizada 15 días antes de la cosecha, que el productor sembró un número de hectáreas y que el cultivo está en fase final, tal como lo hacen los países desarrollados para estimar sus cosechas con precisión. Eventualmente se podría crear un sistema mixto que premie tanto la superficie cultivada como la productividad obtenida. Los fondos para el PIPA serían generados por aportes de la agroindustria cuando ésta tenga que importar materias primas, a tono con los fondos parafiscales previstos en la Constitución vigente (Art. 307), que serían pagados con Bonos de Producción Agrícola (BPA). En compensación, se establecería que los precios de las cosechas serían los del mercado internacional o su equivalente (el sorgo, por ejemplo, se adquiriría a través de la bolsa agrícola de Caracas a un precio de referencia que refleje su valor nutricional relativo al del maíz amarillo en la bolsa de Chicago más las "bases" y gastos para ponerlo en Venezuela). Los agricultores derivarían dos fuentes de ingresos: una, la venta de su producción a la agroindustria a través de la bolsa agrícola; y, dos, el apoyo de la ayuda directiva otorgada por el PIPA. Habría que establecer y actualizar periódicamente el monto de los BPA que la agroindustria debería adquirir por cada tonelada importada para asegurar que los productores tengan una rentabilidad adecuada. Este factor técnico se determinaría por un consejo asesor del PIPA constituido por los decanos de las facultades de Agronomía de las universidades nacionales. Por su parte, la agroindustria tendría un interés económico legítimo en adquirir la cosecha nacional, porque al ser ponderada en términos de un valor nutricional justo garantizaría su adquisición, sin necesidad de que el Estado tenga que acudir al establecimiento de licencias de importación. En conclusión, el PIPA estimularía tanto a agricultores como a agroindustriales a apoyar a la agricultura nacional, al derivar seguridad económica y jurídica y libertad de acción para sus respectivas actividades; a la vez que la haría más competitiva y propendería al aumento acelerado de la frontera agrícola, reduciendo nuestra vulnerabilidad agroalimentaria".


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