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¿SE ACUERDAN DEL PIPA?
El amigo Omar Hernández Delgado, quién fuera presidente de la Asociación de
Fabricantes de Alimentos Concentrados para Animales (AFACA) en 1987 y 1989, escribió hace
exactamente un año, el artículo PIPA: un motor para la agricultura" (El Universal
Caracas, 11 de Agosto 2001). Porque su propuesta todavía se mantiene, aquí se las
envío, a ver si el sector retoma el interés en tan importante asunto:
PIPA: un motor para la agricultura
"El PIPA (Plan de Incentivos a la Producción Agrícola), es un esquema
promotor de la agricultura nacional de cereales forrajeros que aseguraría la existencia
de fondos de apoyo para su desarrollo y garantizaría la colocación de las cosechas. El
PIPA se fundamenta en la realidad mundial del apoyo que los países de agricultura
desarrollada dan a sus productores. Un sondeo de las ayudas agrícolas indica que los
países desarrollados dan ayudas financieras a sus agricultores entre 180 y 350 dólares
por hectárea cosechada. Estamos convencidos de que esto es posible en Venezuela con
fondos generados y distribuidos dentro del propio sector privado
agricultura-agroindustria. Los productores que se acojan al PIPA solicitarían su
inclusión en el presupuesto un mes antes de iniciar las siembras, suministrando las
coordenadas UTM del terreno (requeridas hoy en día para el registro oficial de los
productores agrícoles) e indicando la fecha de cosecha, en la cual se otorgaría una
ayuda directa al productor a razón de doscientos dólares por hectárea, al cambio del
día. Esta institución privada sin fines de lucro se aseguraría mediante observación
certificada por satélite, realizada 15 días antes de la cosecha, que el productor
sembró un número de hectáreas y que el cultivo está en fase final, tal como lo hacen
los países desarrollados para estimar sus cosechas con precisión. Eventualmente se
podría crear un sistema mixto que premie tanto la superficie cultivada como la
productividad obtenida. Los fondos para el PIPA serían generados por aportes de la
agroindustria cuando ésta tenga que importar materias primas, a tono con los fondos
parafiscales previstos en la Constitución vigente (Art. 307), que serían pagados con
Bonos de Producción Agrícola (BPA). En compensación, se establecería que los precios
de las cosechas serían los del mercado internacional o su equivalente (el sorgo, por
ejemplo, se adquiriría a través de la bolsa agrícola de Caracas a un precio de
referencia que refleje su valor nutricional relativo al del maíz amarillo en la bolsa de
Chicago más las "bases" y gastos para ponerlo en Venezuela). Los agricultores
derivarían dos fuentes de ingresos: una, la venta de su producción a la agroindustria a
través de la bolsa agrícola; y, dos, el apoyo de la ayuda directiva otorgada por el
PIPA. Habría que establecer y actualizar periódicamente el monto de los BPA que la
agroindustria debería adquirir por cada tonelada importada para asegurar que los
productores tengan una rentabilidad adecuada. Este factor técnico se determinaría por un
consejo asesor del PIPA constituido por los decanos de las facultades de Agronomía de las
universidades nacionales. Por su parte, la agroindustria tendría un interés económico
legítimo en adquirir la cosecha nacional, porque al ser ponderada en términos de un
valor nutricional justo garantizaría su adquisición, sin necesidad de que el Estado
tenga que acudir al establecimiento de licencias de importación. En conclusión, el PIPA
estimularía tanto a agricultores como a agroindustriales a apoyar a la agricultura
nacional, al derivar seguridad económica y jurídica y libertad de acción para sus
respectivas actividades; a la vez que la haría más competitiva y propendería al aumento
acelerado de la frontera agrícola, reduciendo nuestra vulnerabilidad
agroalimentaria".
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