LAS RUNAS
Los vikingos, como los demás pueblos germánicos, usaban la escritura rúnica, cuya enseñanza a los hombres tradicionalmente se atribuye al mismísimo dios Odín, que a su vez las consiguió tras ofrecerse en sacrificio a sí mismo. Originariamente el alfabeto rúnico se componía de veinticuatro caracteres, que más tarde se simplificarían a dieciséis, aunque hubo en Escandinavia varios tipos de dialectos rúnicos adaptados a los modos de pronunciación de las diversas zonas. Las formas rectas y angulares de las runas eran idóneas para tallarlas en madera; al pasar al hueso y la piedra algunas tomaron formas más redondeadas.
El alfabeto rúnico recibe el nombre de Futhark por ser estas las letras iniciales, tal como nuestro abc. Cada runa representa conceptos por sí misma y, además de servir como escritura, tenían un sentido eminentemente mágico. La palabra runa tiene los significados de misterio, susurro, secreto.
En el Hávamál, que ya hemos visto que también se atribuye a Odín (entre otras cosas, dios de la brujería y la sabiduría, que en la antigüedad venían a ser el mismo concepto), hay varias referencias de este tipo: "Escribirás una runa en el costado de tu nave, si quieres que el corcel de las velas navegue seguro sobre las olas" o "la copa de oro está llena de juramentos y de runas, de sortilegios y de signos mágicos". Así mismo, al Hávamál nos describe en uno de sus versos cómo Odín consiguió el secreto de las runas después de permanecer colgado nueve días, en ayuno absoluto, en el fresno del mundo. "Sé que colgué del árbol azotado por el viento nueve noches completas, atravesado por la lanza y a Odín entregado, yo mismo a mí mismo".
Muchos objetos de uso cotidiano encontrados, como peines, bastones o joyas, llevan grabado el nombre de su propietario; a veces, algún tipo de mensaje rúnico que no ha podido ser descifrado. Así mismo, con runas se escribían mensajes en bastones o tablillas usados sobre todo por los comerciantes y los reyes; podían ser tanto un calendario como una declaración de guerra. Algunas runas fueron grabadas en lugares que no podían ser vistos, esperando que su poder intrínseco actuase secretamente.
LAS PIEDRAS RÚNICAS
Uno de los legados culturales vikingos más abundantes que han llegado a nuestros días son las piedras rúnicas. Pueden tener escritura rúnica, imágenes o una combinación de ambas. Normalmente sólo están grabadas por una cara, aunque no faltan las que los están por los dos. La mayoría fueron erigidas para conmemorar a algún familiar muerto. Estaban pintadas con colores fuertes y se les colocaba en lugares donde pudiesen ser vistas por mucha gente, como en los cruces de caminos o a la entrada de las granjas.
El texto contaba los actos valerosos del homenajeado; muchas veces dicen que murió en lejanas tierras, por lo que se cree que esta era una forma de reconocerlo oficialmente muerto y así poder los familiares disponer de la herencia. Los elementos comunes son: el nombre de quien la manda erigir, el nombre del homenajeado, parentesco o relación entre ambos, posición social y circunstancias de la muerte. Cada maestro tallador tenía su propio estilo y en muchas piedras aparece su nombre. Algunas tenían grabada una maldición contra el posible osado que quisiera destruir el monumento; también podían tener una invocación a Thor, que con la llegada del cristianismo se transformó en una corta plegaria por el alma del difunto.
En la isla sueca de Gotland se han encontrado cientos de ellas; suelen ser del siglo VIII y posteriores. Estas no suelen tener texto, sólo imágenes que cuentan alguna historia o símbolos abstractos que hoy en día, sin las connotaciones adecuadas, resultan difíciles de interpretar. En la ciudad danesa de Jelling pueden verse dos de las mejores y más grandes piedras rúnicas que han llegado a nuestros días. Una de ellas fue erigida en el 965 por el rey Gorm en honor a su mujer. La otra fue erigida por su hijo Harald Diente Azul como autohomenaje por haber conquistado toda Dinamarca y Noruega y haber cristianizado a los daneses. La piedra de Rök en Suecia, tiene su propio récord con una inscripción de 725 runas, que no se han podido descifrar.
En los dibujos, el tema más recurrente es una serpiente enroscada en un león y dragones de cabezas y cuerpos excesivamente alargados, aunque hay muchas que muestran escenas mitológicas más reconocibles.
MAGIA
Tanto por lo que cuentan las sagas como por lo que se ha encontrado en las excavaciones, podemos asegurar que la magia, en distintas vertientes, era un elemento habitual en la vida vikinga. Prácticamente todas están relacionadas con las runas.
Se han encontrado muchas espadas con la runa que representaba a Tyr, dios de la guerra; a veces acompañada por un conjuro rúnico que aumentaría su eficacia en el combate. Las runas también eran usadas como sistema de adivinación (echar las runas), interpretando los símbolos rúnicos grabados sobre trozos de madera.
En la saga de Egil Skalagrimsson se citan frecuentemente personajes secundarios que son mujeres hechiceras y hombres brujos. El propio protagonista es un maestro de runas, capaz de usarlas para curar, detectar venenos o echar maldiciones. En una de estas dirigida contra el rey noruego Erik y sobre todo contra su esposa la reina Gunhild, reconocida como gran hechicera iniciada en Laponia, utiliza una rama de avellano y una cabeza de caballo, haciendo lo que se llamaba un poste de agravio y pide a los espíritus protectores que los expulsen de su país. En los siguientes capítulos vemos como ambos viven exiliados en Inglaterra.
En esta saga también se cita la costumbre de tapiar el lugar de la casa por donde se sacaba a un difunto para ser enterrado, para que así no pudiese volver. En otras sagas, es frecuente que un muerto regrese a molestar a la familia, en cuyo caso había que utilizar un ritual preciso que tiene mucho que ver con la parafernalia antivampírica.
La buena suerte, llamada haminja, también era un elemento fundamental en la vida de cualquier vikingo, pero que sobre todo era esencial en el líder, ya que hacía que los demás le siguiesen sin vacilación. Pero cuando este líder perdía su buena suerte, automáticamente perdía la confianza de los suyos. En los tiempos en que los reyes eran elegidos entre los mejores guerreros, más de uno acabó sus días a mano de sus ex-seguidores al perder su haminja y por lo tanto la protección de los dioses. Los guerreros apreciaban la ayuda de los conjuros antes del combate, aunque la mayoría prefiriese confiar más en su espada.
En las sagas también se relatan cantidad de sueños y la correspondiente interpretación, para la que algunas personas estaban capacitadas. A través de ciertos sueños tenían premoniciones sobre sucesos futuros o lejanos. También hay indicios de prácticas de necromancia y en algunos lugares había mujeres clarividentes llamadas volva, que predecían el futuro analizando los corazones de animales sacrificados.
Cuando se hacían viajes de colonos, antes de llegar a la nueva tierra se quitaba el mascarón de proa, habitualmente con la cabeza de un dragón, para no ofender a los espíritus tutelares de ese lugar; por el mismo motivo se llevaban las pilastras de madera de la casa que habían dejado atrás y las echaban al agua para que esos espíritus tutelares las moviesen por medio de las olas y les indicasen así cual era el lugar idóneo para establecerse.