En la Parroquia se esconde un tesoro
Padre Luis Flores Q.
Es un secreto para
compartir: en un lugar de la Parroquia, se encuentra
escondido un tesoro. No se cómo ayudar a que lo
descubran pero, una parte de la historia del Principito
nos puede dar pistas.
"... Nos
hallábamos en el octavo día de mi avería en el
desierto y tomaba la última gota de mi provisión de
agua.
-Vamos a morir de
sed- dije.
-Yo también tengo
sed. Busquemos un pozo- dijo el Principito.
Tuve un gesto de
cansancio; es absurdo un pozo al azar en la inmensidad
del desierto. Sin embargo nos pusimos a buscarlo.
-¿Tú tambén
tienes sed?- Le pregunté.
El no contestó la
pregunta, simplemente me dijo:
-El agua puede ser
buena también para el corazón ... Lo que embellece el
desierto-dijo el Principito- es que oculta un pozo de
agua en alguna parte. Me sorprendió conocer, de repente,
la misteriosa belleza de la arena del desierto. Cuando
era niño, vivía en una vieja casona y la leyenda decía
que allí había un tesoro enterrado. En verdad, nadie
había sabido descubrirlo y, posiblemente, ni siquiera se
ha buscado. Pero encantaba toda la casa .
Mi casa escondía un secreto en el fondo de su corazón.
-Sí, - dije al
Principito - trátese de la casa, de las estrellas o del
desierto, lo que constituye su belleza es invisible.
... Descubrí el
pozo al nacer el día."
Y, entonces, yo les
vuelvo a afirmar: en el corazón de la Parroquia hay un
secreto y es un tesoro. Lo que hace hermosa a la Iglesia
es eso y, es algo que no se ve. Pueden ver jóvenes,
niños, adultos y personas mayores, algunas felices,
correctas o inconsecuentes; incluso algunos dan la
apariencia de tristeza otros, viven su mundo y sus
errores. Con todo, se mantiene una belleza misteriosa,
que se irradia y atrae. A veces, hasta los mismos
jóvenes no saben responder bien por qué van y por qué
se quedan. Es el encanto de un tesoro que la Iglesia
encontró al nacer el día en que, desde la muerte, la
Vida resucitó.
Pueden ir y, un día,
también ustedes lo encontrarán.
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