Escrito por Beleth
En el cielo se dibujan un dragón, una Osa y su hija. ¿Nunca os habéis parado a pensar por qué están ahí? ¿Por qué están dispuestas de esa forma? Pocos conocen la historia, pero afortunadamente un sabio cangrejo me lo susurró al oído en agradecimiento un día que lo encontré perdido por las calles de mi ciudad y decidí devolverlo al agua. Así comienza la historia:
"Hace mucho, mucho tiempo, cuando el cielo no era más que una enorme bóveda de pizarra, negra como el tizón, vivía en las montañas una gran Osa. Esta Osa era de color plateado, pues así are el color de los osos antes de que el hombre pisara la tierra, pero un plateado tan brillante que cuando se ponía al Sol nadie era capaz de mirarla sin entrecerrar los ojos. Era hermosa, pero no solo eso, también era increíblemente sabia y fuerte, y por ello era la reina de la montaña. Todos los seres sin excepción le respetaban como su líder y protectora ante el peligro. Con el tiempo la Osa concibió una pequeña Osita tan plateada como ella. Todos en la montaña estaban encantados con la criaturita ya que era alegre y juguetona. Siempre estaba jugando entre las flores, bañándose en el río, persiguiendo a las mariposas y haciendo sonreír de ternura a todo el que la veía.
Un día, el Dragón de Plata, señor del Valle del Agua que lindaba con la montaña, decidió dar un paseo por los límites del valle. Hemos de decir que el Dragón de Plata era el ser más vanidoso que podía encontrarse en todo el mundo y ante todo estaba orgulloso de sus escamas de plata. Es por eso que cuando vio a la Osita jugando en un río, no pudo evitar que el brillo del pelo de la criaturita hiciera que su corazón se llenara de envidia. Voló trazando unos círculos en torno a ella y a cada vuelta que daba mayor era la rabia y la envidia que sentía. Estaba a punto de abalanzarse sobre la Osita para devorarla cuando llegó su madre, la Osa. Entonces fue el colmo para el Dragón de Plata, dos criaturas con una piel más brillante que la suya era ya demasiado. Pero el Dragón se guardó de hacer nada porque había oído hablar de la legendaria fuerza de la Osa, por eso se retiró a su cubil en la Fosa del Fuego para idear un plan con el que acabar con la dicha de la Osa.
Un día la Osita estaba jugando cuando vio algo brillante en el cielo que llamó su atención. Poco a poco el Dragón de Plata se perfiló en el cielo. La Osita lo siguió con la mirada con gran interés mientras el Dragón se acercaba y se posaba cerca de ella. Entonces el Dragón de Plata le dijo:
- Hola Osita, tu madre la Osa me ha dicho que te recoja, sube a mi lomo e iremos a verla. -
La Osita en un principio se mostró reacia ya que su madre le había repetido hasta la saciedad que nunca fuese con desconocidos. Pero si lo mandaba su madre ya no era un desconocido y además le hacía mucha ilusión eso de volar. Así que sin rechistar se subió al lomo del Dragón y se fueron volando.
En la cueva de la Osa estaban reunidos los representantes de todas las familias de la montaña. El asunto era urgente, la Osita había desaparecido y no se sabía nada de su paradero. Los Lobos habían rastreado toda la montaña y no habían descubierto la menor pista. Los Topos habían recorrido sus túneles preguntando a los seres del mundo subterráneo si sabían algo, pero nada. Y los Halcones no habían visto nada desde las alturas.
Finalmente un sapo entró en la cueva y torpemente se dirigió a la Osa:
- Ilustrísima Señora de la Montaña. Soy un mensajero del Dragón de Plata, señor del Valle del Agua. Mi señor os informa de que tiene cautiva a vuestra hija en su cubil de la Fosa del Fuego. Si queréis recuperarla deberéis ir allí y entregarle vuestra piel a cambio de vuestra hija. -
Un gran revuelo se organizó en la cueva. Todos los representantes de las familias de la montaña se ofrecían para organizar una partida de rescate y darle una lección a ese presuntuoso dragón. La Osa les agradeció a todos su ofrecimiento pero lo rechazó. Era ella la que debía ir a encontrarse con el Dragón de Plata.
Tras una dura y peligrosa marcha la Osa llegó al cubil del Dragón de Plata. En realidad era un agujero en la pared del valle de un río de lava al que se accedía por una estreche cornisa. Tras acostumbrarse a la oscuridad vio a su hija al fondo del cubil, encogida por el miedo, y a su lado al Dragón de Plata quien exhibía una amplia sonrisa de triunfo. La Osa fue la primera que habló:
- Aquí me tienes, ahora deja ir a mi hija. -
El Dragón se rió y contestó:
- Pobre ilusa. No puedo permitir que haya nadie en el mundo con una piel más lustrosa que la mía. Ni tú ni tu hija escaparéis jamás de aquí, porque vuestros hijos seguirán teniendo esa piel de plata más brillante que la mía. -
Diciendo esto se lanzó sobre la Osa. Entablaron una lucha sin igual que duró siete días con sus siete noches. Y en ningún momento la lucha se inclinó del lado de ninguno. Pero los Dragones son criaturas mágicas por lo que la Osa comenzó a sentirse débil después de tanto tiempo de pelear. Sabiéndose perdida, decidió salvar a su hija de las garras del Dragón dando su vida. Reuniendo las pocas fuerzas que le quedaban se abrazó al Dragón y saltó con él al río de lava.
La Osita se quedó sola y comenzó a llorar la muerte de su madre, y sus lágrimas eran de plata. Fue entonces cuando Dios tomó las lágrimas de la Osita y le dijo, no te preocupes, porque podrás ver a tu mamá todas las noches en el firmamento. Y con las lágrimas dibujó a su madre la Osa Mayor, peleando con el Dragón, para salvarla a ella la Osa Menor. Y quiso Dios que todo el mundo pudiera ver la escena para que aprendiesen que siempre hay almas nobles que luchan contra la envidia y es por ello que convirtió las lágrimas en estrellas."
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