una historia de esas

había una vez dos hombres que se murieron y subieron las escaleras del cielo hasta encontrarse con san pedro. uno era un viejecito que había llevado una vida normal, como la de cualquier persona que aspira a vivir la vida y aprovecharla.

san pedro le pidió el corazón para entrar en el paraíso. cd el viejecito se lo sacó del pecho, estaba roto, tenía trozos de distintos colores, formas y tamaños. había trozos que ni siquiera encajaban porque no eran los originales. tenía remiendos caseros hechos por distintos hilos y agujas. también tenía agujas que se habían oxidado del tiempo que llevaban allí clavadas. san pedro lo vio, se lo devolvió y lo hizo pasar.

el otro hombre era un apuesto joven de unos 35 años. cd vio el corazón del otro y que había entrado, se sonrió. la razón era que, cd le entregó su corazón a san pedro, pensaba que iba a pasar. estaba entero, brillante, de un color rojo por igual en toda la superficie. ni una mancha, ni un remiendo. san pedro lo miró, suspiró y le denegó la entrada.

- "¿por qué?"- preguntó confundido el joven.

- "tú no puedes entrar en el paraíso, no tienes un corazón apropiado, no lo mereces."

- "pero eso debe ser un error, mi corazón está perfecto y el que ha pasado delante de mí estaba destrozado, viejo, feo, roto,... debe haberse equivocado usted"

- "cada vez que la otra persona amaba de verdad, entregaba un trozo de su corazón, de ahí los trozos que faltaban. esos huecos los iba rellenando con trozos que le daban las personas que lo amaban a él de verdad. había amado y sido amado. tenía remiendos de roturas del corazón. unas las había cosido él y otros le habían ayudado amigos, gente querida, su familia, nuevos amores en su vida, ilusiones que ha tenido,... así ha vivido él. cuando algo se le clavaba en el corazón como una daga hiriente él lo mantenía ahí y aprendía a vivir con ese dolor hasta que el dolor se oxidaba y quedaba sólo el recuerdo para aprender de los errores pasados en su vida. él ha vivido, él ha usado su corazón. tú no. no mereces, por tanto, entrar en el paraíso, donde sólo los que entienden que el amor no es sólo alegría continua pueden pasar.