Cuando era niño, que fuera bueno me decían. / Una simple explicación les pedía, / Pero sólo con mandamientos me salían. / Que no mate, que sea bueno, / Que no mienta, que no robe lo ajeno. / Eso primero lo escuché de mi abuelo. / Y apenitas muerto, / Me lo martilló el cura en el duelo. / Mi padre, muy ocupado y siempre borracho / No tenía tiempo en su despacho / Para contestar las preguntas de un pobre muchacho. / Mi madre, siempre preocupada por tantos hijos que tenía; / Y tiempo no había / Para contestar las preguntas que yo exigía. / Y yo por adentro me moría / Porque no sabía, / Por qué ser bueno debería. / Las maestras me decían, / Que no copiara, que era deshonesto, / Y yo me decía en mi apresto, / "¿Qué carajada es esto?, / Que no es malo si no me atrapan." / Que lo atrapen o no, / No es lo que mata. / Lo que mata es la tristeza / Con que el mal siempre nos arrastra / A una larga desvelada / Por no haber hecho lo que bueno fuera / Y la verdad dijera. / Que por tantas mentiras / Siempre en enredos me metía. / Y no había salida / Y respuestas no había / A mi inocencia, / Que como barco en la mar se hundía; / A mi falta de dirección / Y verdadera instrucción / Por parte de mis maestras, / Especialmente la de religión. / Aquellas maestras que preferían / a los que lata no daban. / Y no se percataban / De lo perdido que yo andaba. / Que si Dios no me perdonaba / Y el diablo me llevaba, / Eso me temía porque no tenía / Maestras que me explicaran / Por qué es malo ser malo y bueno ser bueno. / Que si era malo me iría al infierno, / Así como Caín que mató a su hermano. / Era un bonito cuento, / Pero yo seguía atento / A la respuesta que nunca llegaba. / Que si eres malo te castigan, / Que te dan detención, / Que te quedas sin perdón. / Pero,"¿por qué he de ser bueno?", / Le pregunté a mi hermano. / Muy tranquilo me respondió, / "Vos, siempre con la misma canción." / Fui al catecismo / Y me dijeron que era un cataclismo, / Que ser malo era un villanismo. / Pero, "¿por qué es bueno ser bueno?", / Seguía yo preguntando. / Pasaban los años,/ Lo malo hacía, lo bueno no. / Y no sabía por qué yo, / Debiera lo bueno hacer y lo malo no. / Luego me enteré que los grandes también mienten, / Que la gente grande no es tan decente / Y los cristianos no siempre dan la mano. / ¿Por qué no ser malo?; / ¿Por qué no arrancarle a una araña / Una de sus patas si tiene tantas?; / Por qué no sacarle un ojo a una mosca / Cuando es tan tosca?; / ¿Por qué no destripar a una hormiga / Que por laboriosa nos provoca envidia?; ¿Por qué tengo yo que aprender / Sobre el elefante / Cuando no vive en este continente / Y jamás se me pondrá por delante?; ¿Por qué tengo que saber leer yo / Si en la tele me lo dicen mejor, / Con imágenes a color / Y de manera más elegante? Mis maestras me decían que yo era un desplante. / Y yo en verdad tenía miedo de seguir adelante. / Sin cesar oraba / Y al cielo le pedía: / "¡Ay Dios mio, dame la mano / Que soy un enano, / Sin amor y sin amparo!" / Dios me dio la mano / Porque esos años pasaron / Y mejores años llegaron. / Y grande me hice, / A la universidad ingresé / Y filosofía estudié. / Y después de romperme el coco me percaté / Por qué es bueno ser bueno / Y malo, malo ser. / Porque ser bueno nos trae de antemano / La gloria que Dios nos ha reservado. / Que el bien hacer / Nos da el mayor placer, / La felicidad infinita sin perecer. / Porque feliz soy / Si por el lado del bien me voy. / Y triste seré / Si por el mal me dejo vencer. / Que el bien la felicidad nos trae, / Y con la maldad la depresión nos cae. Jorge E. Bonilla