Escuadrón Doscientos Uno
Que cante el Gran Sol las hazañas de las Águilas Aztecas
Que con sus alas de acero el cielo cubrieron de guerra
El mar y el cielo no vieron equipo belicoso alguno
Comparado con el glorioso Escuadrón Doscientos Uno
Cuatro años de guerra cubrían al mundo
Y el Führer extendía su odio profundo
Las tropas del Reich imparables parecían
Y la Gran Guerra tregua alguna concedía
El Gran Imperio del Sol acechaba al Oriente
La Cruz de Hierro cubría al Viejo Continente
Y su ambición impía, que causaba muerte a su antojo
Lo llevó a la guerra con el verde, el blanco y el rojo
En las aguas tranquilas del Golfo la muerte acechaba
Donde dos peces de hierro el oro negro cosechaban
Un ataque sangriento, que no sería en vano
Contra el Faja de Oro y el Potrero del Llano
Los tiburones de acero sus proyectiles dispararon
Y el mar herido sangró y sus olas lo lloraron
Los buques en las aguas esmeraldas se perdieron
Causando satisfacción en quienes lo cometieron
Cientos de vidas se perdieron en esas aguas
Por armas forjadas en satánicas fraguas
Los tiburones a la Germania regresaron
Sin ver la semilla de odio que sembraron
El Águila y la Serpiente el dolor no tolerarían
Declarando la guerra, esta afrenta vengarían
El líder de las águilas pensaba en su despacho
Cual señor de guerra, Manuel Ávila Camacho
El líder de las águilas escuchaba a sus hombres
Uno de los cuales le dio una lista de nombres
“Para lograr que no se manche el honor de hombre alguno:
Los hombres que formarán el Escuadrón Doscientos Uno”
Así habló el líder de las águilas a su tierra
“Amigos, hermanos, estamos en guerra
y a pesar de lo que creáis cada uno de vosotros
el mundo está en lucha, eso nos incluye a nosotros”
Así, planeando tácticas de guerra contra el Sol Naciente
Se preparó el pueblo del Águila, el Nopal y la Serpiente
Planeando y planeando gran hazaña lograron aquel día
Diez mil soldados mexicanos desembarcando en Normandía
Y mientras la lucha de razas cubría a las tierras más bellas
A las águilas preparaba la nación de las barras y las estrellas
Mostraron las águilas gran destreza en entrenamiento
¿Pero mostrarían la misma en la guerra y el sufrimiento?
Como el sol de su Imperio, enemigo de piel amarilla
Hombres de genio grande, su mente una maravilla
Con sus Grullas de Hierro, belicosas emociones
Eran soldados de honor, los guerreros nipones
Y el líder de ellos no era un hombre cobarde
Dirigía a su imperio noche, mañana y tarde
Nadie nunca jamás diría de él que fue un hombrecito
Todos recordarían siempre al emperador Hiroito
El orgullo era la distinción de esta raza guerrera
Causando el terror donde sea que se les viera
Haciendo guerra en el crepúsculo y el alba
Llevaron pelea con el pueblo del Ave Calva
Y el Imperio de esta ave les vio con terror
No se permitirían repetir el mismo error
Error de dejar crecer a un imperio enemigo
Que en otra ocasión habría sido su amigo
Y Así el Ave Calva fue buscando sus aliados
Y encontró en las Águilas perfectos soldados
Entre sus barras y estrellas instruyó a sus amigos
Para lanzarlos a la lucha, contra fieros enemigos
El día llegó y volaron en forma honrosa
Su misión: liberar la isla de Formosa
Volaron siguiendo planes arriesgados
Contra los enemigos de ojos rasgados
Al despuntar el alba sobre el asiático mar
Un águila vuela en el paradisíaco lugar
“Soldado, guerrero, héroe, ¿a quién sigues?”
“Pues al gran coronel Cárdenas Rodríguez”
Aquella mañana de junio las Filipinas veían la paz en al cielo
No podían imaginar las emociones de dos pájaros en duelo
El Águila de Acero y la Grulla de Hierro sus picos cruzaron
En la primera batalla, aquel día de fuego el cielo pintaron
La lluvia de plomo estrelló sus gotas sobre las aves de metal
Una contra la otra usando sus garras cual belicoso animal
Y el pico de la grulla y las alas del águila se encontraron
Furioso fue el combate que ese memorable día causaron
Pero las Águilas Aztecas eran más hábiles entre aquel estruendo
Los soldados navegaban por el aire en prestados Golpes de Trueno
Y el enemigo en su grulla metálica vio por fin la derrota en sus ojos
Frente a las valientes aves y sus estandartes verdes, blancos y rojos
Así, en la batalla de Filipinas el Águila triunfó sobre el Sol Naciente
Pero fue tan sólo la primera batalla de una cruel guerra insipiente
Ese día que las Filipinas ocupadas por el Eje saborearon la victoria
Y los pilotos en sus aves de acero fueron partícipes de la gloria
Las Águilas Aztecas buscaban al enemigo entre la isla de Luzón
Cuando fueron sorprendidos por los ataques de un fiero cañón
Un soldado desconocido pero tan heroico como el que más
Vio la muerte entre las nubes de Asia y por fin encontró paz
Sorprendidos por el ataque enemigo, buscaron la forma
De responder al ataque sin caer en la humillante derrota
Pero en vano luchaban, las bajas seguían con creces
Y la gloria la llevaban entonces los fieros japoneses
Y el Coronel le dijo a su belicosa parvada
“Soldados, no podemos darles la espalda
a aquellos que confiaron en nuestra espada
Luchemos por nuestra bella patria amada”
“Luchemos por nuestros hijos, madres y esposas
Luchemos por nuestras tierras, las más hermosas
Luchemos por todos aquellos a los que más amamos
¡Demostremos lo grandes que son los mexicanos!”
“Quiero que en el futuro mis nietos hablen de esta guerra
Y que al rememorarla amen aun más a su querida tierra
Quiero que lo engrandezcan como si no hubiera ninguno
Y que se enorgullezcan al pensar en el Doscientos Uno”
Entonces los mexicanos, valerosos, tomaron la ofensiva
Y los nipones se encontraron de pronto a la defensiva
Las Águilas lograron la victoria esta vez tan importante
Algún día sería recordada como la batalla del Río Grande
Un día a la vista apareció ese pedazo de tierra nebulosa
Conocido en aquel entonces como la isla de Formosa
La última batalla se acercaba a las Águilas mexicanas
Que demostraría el poder de las naciones americanas
Siete días y siete noches de lucha sangrienta duró aquella batalla
En la que el Águila se posó sobre el Sol cubriéndolo con sus alas
Y el más humilde de los pueblos derrotó al mayor de los Imperios
Y esta fue la última batalla, ganada en el otro de los hemisferios
Y después de la cruenta guerra las Águilas volvieron a sus casas
Ya pesar de tantas batallas el escuadrón volvió con siete bajas
En todo el mar y en todo el cielo no hubo equipo de guerra alguno
Que se comparara en su lucha al heroico Escuadrón Doscientos uno