Cuando la Sombra se atrevió a amar a la Luz.

 

Era él un demonio maldito,

salido de los abismos del infierno,

cuyo exterior era más frío que el invierno

Y su corazón de un calor infinito.

 

Era ella pues la Reina del Cielo,

la más bella entre las mujeres más bellas.

Era quien hacía brillar a las estrellas.

Era de quien la miraba su consuelo.

 

Él vivía en una profunda cueva

que unía al infierno y las entrañas del mundo.

Y a pesar de tener un aspecto inmundo,

el pobre Monstruo quería una vida nueva

 

Ella vivía sobre un pilar de marfil

que hasta las nubes más altas alcanzaba.

Un fino vestido de plata la ornaba.

Cabellos dorados caían sobre su perfil.

 

Pero aquí en medio, en la Tierra plana

vivía otro ser, que odiaba la dicha ajena.

Era él un Payaso que causaba pena,

pues no de alegría era su sonrisa vana.

 

Y su risa de odio hacia todo.

Le gustaba mostrar su pobre corazón,

vestía harapos y se apoyaba en un bastón

Pues no podía ser feliz de otro modo.

 

El mundo de la Reina era puro,

pero ella  estaba en absoluta soledad

Tan vacía se encontraba en su claridad,

que por eso admiraba el rincón oscuro

 

A pesar de que ella era adorada

por todos los astros del cielo nocturno,

a la Reina no le interesaba alguno,

pues buscaba sentirse realmente amada.

 

Y aquel Monstruo en su oscura caverna

admiraba a esa luz que en lo alto brillaba.

Al ver el brillo su dolor olvidaba,

y sus fauces sonreían de forma tierna.

 

“No será tuya,” dijo el Payaso

“pues tú eres un Monstruo y ella una belleza

Al verte se llenaría de tristeza,

Su corazón se caería de un pedazo.”

 

“Ni sabe que existes en la penumbra

¿No te das cuenta de que no eres nada?

Un desperdicio, la fealdad encarnada.

¿Por qué habría de amarte la Reina que alumbra?”

 

El Monstruo pretendió no escucharlo

Pero en su alma sintió profundo vacío.

Miró hacia la luz desde su oscuro frío

Y admiró a la Reina que no habría de amarlo.

 

Pero aunque no podía ver al Monstruo

La Reina quería rodearse de tinieblas

Pues su luz ya era vana y cubierta de nieblas

Lágrimas de soledad cruzaron su rostro.

 

Pero había un único momento

En que la luz a la sombra se unía

Cuando la Luna llena en el cenit se veía

En la noche alumbrada había un sentimiento.

 

La unión cubrió los espacios nocturnos

El noble Monstruo a la Tierra plana subió

La Reina del Cielo de sus nubes bajó

Dejando atrás sus puros hábitos diurnos.

 

Estando de frente el uno al otro

La blanca luz se unió con la fría oscuridad

La opaca sombra abrazó la fiel claridad

La Reina del Cielo al fin vio al noble Monstruo.

 

El Monstruo corrió hacia la bella

Ella de pie lo esperó suspirando

Pero alguien llegó y no era el esperado

El Payaso se interpuso ante ella

 

A gritar blasfemias empezó

Y a proferir tonterías sin sentido

Y la culpó de su dolor resentido

Con su ser a la Reina del Cielo ahuyentó

 

 

“No me mires así que te he salvado

Más vale que aprecies lo que por ti hago

Pues por mí no te ha herido y no pido pago

De haberte visto, te habría rechazado.”

 

El Monstruo herido volvió a su sombra

Ignoró al Payaso y se puso a pensar

Que estuvo más cerca de lo que habría de estar

De la Reina del Cielo a quien diosa nombra.

 

Así en las noches de Luna llena

El Monstruo siempre salía ilusionado

Pero el Payaso llegaba adelantado

Y lograba espantar a la blanca Reina.

 

Y cuando la Reina quería bajar

El Payaso llegaba siempre primero

Ella lo miraba con desespero

Pronto sus ilusiones habría de dejar

 

Luna tras Luna fue de esta manera

Hasta que ella a la Tierra ya no volvió

Para sus adentros el Payaso se rió

Estuvo contento por vez primera

 

La Reina olvidó a lo oscuro despacio

No pudo ver al Monstruo de fiel corazón

Pero sí vio a esa horrenda y cruel aparición

Ella sólo conoció al horrible Payaso

 

“Mira que es mejor que no te viera

Es mucho mejor que se espante de mí

Y que no te conozca y se burle de ti

Mejor que a mí me odie y a ti no te hiera”

 

El Monstruo miró al Payaso con ira

“De todas las bellezas es la más bella

Si no baja a la Tierra, yo iré por ella”

Y corrió hacia el pilar de por quien suspira

 

Sorprendido el Payaso se quedó

Al ver la Monstruo partir rumbo del pilar

Con mucho esfuerzo lo logró rebasar

Antes que el noble Monstruo el pilar alcanzó

 

Llegando al pilar comenzó a treparlo

El Payaso necesitaba impedir la unión

Entra la Reina y el Monstruo de fiel corazón

Quien detrás iba tratando de alcanzarlo

 

Payaso y Monstruo escalaron el pilar

Uno por amor, el otro por vanidad

Ya estaban los dos cerca de la claridad

Pero el Payaso logró primero llegar

 

La Reina odiaba al Payaso

E ignoraba la existencia del Monstruo

Pero en la cima del pilar vio a uno y a otro

Contempló a los dos de un solo vistazo

 

El Monstruo miró a la Reina del Cielo

Quien miraba con asco al Payaso

Tomó al cruel bufón de un brazo

Y lo arrojó desde el pilar hasta el suelo

 

“Mi Reina” le dijo el Monstruo

“Ese Payaso maldito te impedía verme

pero aquí te digo ya sin moverme

más que para mostrarte que a tus pies me postro”

 

Y ante la Reina se arrodilló

Ella contempló sus fauces enormes

Tocó con su mano sus garras deformes

Una luz dentro del horrendo Monstruo brilló

 

Inmediatamente se transformó

En un blanco ángel de lo más hermoso

Miró a su Reina y a su rostro precioso

Sin más preámbulos a su amada abrazó

 

“Horrendo solía ser tu rostro

pero no soy quien te ha convertido a ti,

Sino tú, por el amor que me tienes a mí

a pesar de tu aspecto, nunca fuiste un Monstruo”

 

La Reina besó a su Ángel

Un solo beso de toda una noche

Un amor que era puro y sin reproche

Para siempre en esa divina cárcel

 

Pero aquél rencoroso Payaso

Apuntó a la Luna llena con su bastón

Y le lanzó tan perversa maldición

Que redujo al astro nocturno a pedazos

 

La Reina gritó horrorizada

Al ver irse al Ángel de sus brazos

Pues la Luna al estallar en pedazos

Le devolvió al Monstruo su fealdad tan odiada

 

Y luego el Monstruo cayó del pilar

Cayó a la Tierra sin gracia y tan plana

Rugió colérico contra la criatura vana

Que lo había hecho caer y llorar

 

Se arrojó sobre el Payaso con ira liberada

Lo desgarró con sus zarpas sin piedad

Con su último aliento de felicidad

El Payaso profirió una sonora carcajada

 

El Monstruo miró hacia su amor

Quien lo miraba con lágrimas en sus ojos

Le mandó un beso desde sus labios rojos

Y el demonio a su cueva regresó

 

Pero al destruirse el astro de la claridad

Nunca de su pilar la Reina bajó

Ni de su cueva el Monstruo salió

La Luz nunca se unió a la Oscuridad

 

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