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"Del Asombroso Descenso del Pequeño Ráflex a los Abismos"
por Itala Schmelz Herner
1. El 11 de abril de 1942, Esperancita López Mateos, hermana del exmandatario mexicano Adolfo López Mateos, se aventuró por las fantásticas galerías subterráneas que recorre el río Chantalcoatlán, cerca de las grutas de Cacahuamilpa, como miembro del grupo de exploradores "Los Peteretes".

En la revista Juéves de Excélsior, se publicaron las experiencias de esta "muchachita pensante y melancólica", "de andar elástico como de Walkiria", quien viajó a 150 metros bajo la superficie terrestre, conquistando así, para el sexo femenino mexicano, las entrañas del planeta.

En este artículo, la jovencita cuenta su viaje al lado del explorador y fotógrafo Rafael García, El Ráflex, quien formaba parte de la expedición. El Chaparrito, como también se le conocía en el medio artístico, cargaba consigo un pesado equipo fotográfico: una cámara 5 x 7, placas de marnesio para varios flashes, un tripié, etc., dispuesto a desenterrar, con su arte, los maravillosos escenarios ocultos bajo la tierra.

En el kilómetro 142 de la carretera a Acapulco, "los Peteretes" bajaron de su automóvil, echaron mochilas al hombro y tomaron una vereda que, tras varias horas, los condujo hasta la majestuosa entrada de la gruta "A los pocos minutos nos despedíamos de la luz del sol que brillaba aún en el exterior, aventurándonos en la oscuridad, guiados unicamente por la débil luz de las lámparas de carburo", recuerda la joven exploradora.

Tras quince horas de camino, Esperancita vio nuevamente la luz solar. Había entrado por el estado de Guerrero y estaba saliendo por el de México: "Y de pronto, allá en el fondo, descubrí un reflejo azulado. Mi alegría no tuvo límites. ¡Ya llegamos! grité[...]. Apresuramos el paso y de pronto nos encontrabamos ante la salida; el sol brillaba espléndidamente jugando entre las hojas de los árboles y reflejándose en las aguas del río".

2. Un siglo atrás, el impetuoso profesor Otto Lidenbrock, catedrático de Mineralogía en Universidad de Johannaeum de la ciudad de Hamburgo, y Axel, su sobrino, descubrieron por azar "un pergamino grasiento que, deslizándose de entre las hojas de un libro, cayó al suelo".

En este "antiguo documento, encerrado tal vez desde tiempos inmemoriables dentro de un libro viejo [...], había trazados, en líneas transversales, unos carácteres mágicos". Su mensaje, descifrado accidentalmente por Axel, después de los desvelos y las búsquedas eruditas pero infructuosas de su tío, los condujo hacia un insólito Viaje al centro de la Tierra, ficción escrita por Julio Verne.

El manuscrito que descubren los personajes de Verne había sido firmado por un tal Arne Sakussemm, misterioso alquimista del siglo XVI (perseguido por hereje y sus obras quemadas en la hoguera) y decía lo siguiente: "Desciende al cráter del Yocul de Sneffels que la sombra del Scartaris acaricia antes de las calendas de julio, audaz viajero, y llegarás al centro de la Tierra, como he llegado yo".

El Yocul de Sneffels es una montaña de Islandia", explica el erydito a su sobrino: "las calendas de julio son los últimos días de ese mismo mes y el Scartaris es otra montaña vecina a la primera. El manuscrito dice, por lo tanto, que si bajamos al cráter del Sneffels podremos ver la sombra del Scartaris que, en los últimos días de julio, por ahí se cuela, señalando la entrada a una galería subterranea. Se podría considerar, pues, aquel agudo pico como el gnomon de un inmenso cuadrante solar, cuya sombra de un día determinado señalaba el camino del centro de la Tierra".

Es así como los personajes de Verne descienden por el cráter apagado del Sneffels, en Islandia, región árida y de nieves eternas, y se sepultan en las entrañas del globo para vivir las más extraordinarias aventuras, hasta que, cuatro meses después, salen expulsados por la chimenea en erupción del Stromboli, como "demonios vomitados por las entrañas del infierno", bajo el cielo azul cálido de Scilicia, a 1200 leguas de distancia del lugar por donde habían entrado.

3. ¿En qué se parecen las experiencias de todos estos aventureros que descendieron por los laberintos tenebrosos de la Tierra, cual Virgilios en un facilis descensus Averni?

De un lado, podríamos señalar la actitud científica, aunada a un vigor deportivo, y del otro, una actitud estética. La primera marca una manera de entender y de explicarse todo racionalmente, mientras que la segunda se manifiesta como una constanteexaltación entre la fascinación y el vértigo, expresando inmejorablemente por Verne a través de Axel, el narrador de su novela:

"Mis nuevas sensaciones requerían palabras nuevas y mi imaginación no me las subministraba. Contemplábalo todo con muda admiración no exenta de cierto terror".

Cuando lo que vemos rebasa nuestra capacidad de comprensión, surge en nosotros una emoción que no alcanza a expresarse plenamente: "Los vocablos del lenguaje humano no son suficientes para los que se aventuran en los abismos del globo", lo cual nos lleva a buscar con la imaginación nuevas formas de expresión: ésta es la búsqueda estética.

En la novela verniana, la primera actitud se concentra en el personaje del profesor Lidenbrock, cuyo afán de nomenclatura lo lleva a darle nombre a todo lo que descubre y a explicarse todo lo que le sucede mediante leyes probadas por la ciencia. Al grupo de exploradores "Los Peteretes" los animaba una actitud semejante, ya que además del afán deportivo que los guió hacia su hazaña, estaban interesados en la espeleología, ciencia que estudia las cavernas y abismos que se han formado bajo la superficie de la Tierra.

Sin embargo, Rafael García consideraba que las exploraciones subterráneas no sólo eran de interés para el hombre de ciencia o como hazañas deportivas, sino también para "el cultivador de la fotografía que busca nuevas emociones estéticas".

La actitud de Axel, quien habla con la misma emotividad que Esperancita de sus experiencias, representa, en la novela de Verne, el enfoque estético del Ráflex.

¡Ay, noche, cuánto me
agradarías sin estrellas,
cuya luz expresa un lenguaje
ya conocido!
¡Sólo ansío lo vacío, lo
oscuro y lo desnudo!
Baudelaire

4. Esperancita López Mateos cuenta a los lectores de Jueves de Excélsior que, al descender por las grutas del Chontalcoatlán, "se experimentaba la sensación de dirigirse a un mundo desconocido y sobrecogía la idea de no volver a salir de las tinieblas, de no volver a ver la luz del sol".

El vértigo ante la oscuridad total que sobrecoge a esta joven, en las entrañas de la Tierra, se realiza como fantasía, y a su máxima potencia, en la novela de Julio Verne, quien crea literariamente las mejores imágenes para esa irresistible tentación del alma humana al hallarse ante un abismo absoluto, célebremente poetizada por Baudelaire, su contemporáneo.

En un momento de la novela, Axel se extravía durante cuatro días seguidos en las "inmensidades tenebrosas" y su lámpara se descompone. Además de perdido, Axel se encuentra totalmente a oscuras, inmerso en "las lejanas profundidades del abismo".

"Por fin lució en la lámpara un último resplandor. Lo seguí, lo aspiré con la mirada, reconcentré sobre él todo el poder de mis ojos, cual si fuese la última sensación de la luz que les fuera dado gozar, y quedé sumergido en las más espantosas tinieblas".

"Jamás soledad alguna fue semejante a la mía; no hubo nunca un abandono tan completo", exclama el desesperanzado joven, "perdido en aquel laberinto cuyas sinuasidades se cruzaban en todos sentidos".

5. La luz es, para el viajero subterráneo, el más precioso tesoro, y no sólo porque resulta indispensable para no perderse en los profundos laberintos del subsuelo, sino porque la magia de la luz despierta en las tinieblas, ante el observador que recorre sus galerías, una sobrecogedora emoción estética.

En este encuentro entre la luz y las tinieblas, es donde se producen los más elevados goces contemplativos. Testimonio de ello son las exaltaciones de Axel, al descubrir, con la luz de su linterna (antes de perderse), los fantásticos escenarios rocosos por los que se adentraba: "la luz de los aparatos, reflejada por las pequeñas facetas de la masa rocosa, cruzaba bajo todos los ángulos sus efluvios de fuego, me parecía que viajábamos a través de un diamante hueco, en cuyo interior se quebraban los rayos luminosos en mil caprichosos destellos".

"Habríase dicho que los genios del abismo iluminaban su palacio para recibir dignamente a sus huéspedes de la tierra".

A Esperancita López Mateos el espectáculo la impacta en forma no menos exaltada: "No puede usted imaginarse [dice con la mirada encendida] la emoción de aquellos momentos. Los cantiles, las extrañas formaciones de las márgenes, las pesadas rocas que interrumpen a tramos el curso del río y la elevada bóbeda de la grieta, todo ello, iluminado apenas, adquiere relieves fantásticos y gigantescos. Se siente uno insignificante, un átomo perdido en el caos".

La luz que iluminaban los paisajes de estalactitas y estalagmitas que tanto conmovieron la imaginación de Esperancita era el resultado de un cuidadoso y audaz acomodo de flashes organizado por Rafael García, cuya agilidad rayaba en la temeridad. Él escalaba dentro de la gruta peligrosas alturas para encontrar los ángulos de sus fotografías.

Para lograr imágenes que realmente hagan resaltar las arrebatadoras formas que ha labrado en agua en las entrañas de la Tierra, con siglos de paciencia, es indispensable contemplar los volúmenes de las mismas, por lo que el alumbrado es de suma importancia.

Ráflex controlaba la intensidad de sus relámpagos, regulando la cantidad de magnesio con la que cargaba sus flashes, y de esta manera producía relámpagos simultáneos de diferente alcance. Además, los colocaba en diferentes lugares para mezclar zonas de sombra y así producir mayores efectos de tridimensionalidad.

La forma inteligente y espectacular con la que Ráflex iluminó los escenarios que encontró bajo la tierra, da a sus fotografías una fuerza emotiva propia de paisajes expresionistas.

En las obras fotográficas de Ráflex, el mundo subterráneo real parece de fantasía. Con este mismo principio, Julio Verne exaltó en su imaginación las espectativas de un viaje de verdad por una gruta subterránea hasta llevarlas a lo fantástico.
Fuente :

Artículo escrito por Itala Schmelz Herner

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