RODRIGO Y ALEJANDRA
A esta nota
tendriamos que iniciarla como tantos pero tantos cuentos. Habia una vez....porque
sin ninguna duda esto que es hoy para Alejandra Romero una realidad, no
deja de ser una especie de cuento de hadas, por supuesto que como
en todo cuento existe una coprotagonista y en este caso es su amiga Lorena,
que fue precisamente la que puso en el camino de su destino al potro Rodrigo.
Corria la
tarde de un sabado como tantos otros y un grupo de amigas incitadas por
su amiga de la infancia (Lorena) decidieron salir a bailar con el proposito
de festejar el haber rendido bien un parcial de la carrera que cursaban
Educación Especial. La bailanta era el lugar ideal para ir a divertirse,
pero el objetivo era para Lorena conseguir un autografo de su ídolo
que actuaba esa noche en un boliche de La Plata, a Alejandra no la entusiasmaba
mucho la idea, pero no pudo con la insistencia de su amiga.
Luego de
muchos intentos fallidos de parte de Lore por conseguir un autografo del
potro, Ale y un grupo de amigas decidieron abordarlo casi de una manera
desmedida hasta que lograron el objetivo que era conseguir un autografo
para su amiga Lorena, pero en ese mismo momento cuando estaba firmando
se produjo una mirada tan profunda que ya lleva casi un año de vida,
este fue el primer contacto de Alejandra con Rodrigo, lo demas ya comienza
a ser conocido.
A pedido
de su amiga Lorena, fanática del Potro, buscó un buen lugar
en la entrada de la disco, y cuando Rodrigo pasó, le pidió
un autógrafo. “Yo no sabía quién era Rodrigo, pero
lo agarré y le dije: ’¿Me firmás: Para Lorena?’”.
Se miraron. El firmó. Y hablaron:
–Con esa
boca yo no me moriría de hambre jamás –dijo él–. Le
agarró la cara y le dio un beso.
–¡Sos
un desubicado ! –dijo ella y se fue.
–¡Vení,
Lorena! –gritó Rodrigo.
–No soy Lorena.
Soy Alejandra –le aclaró.
“Cuando entramos
al lugar estaban preparando el escenario y mi amiga le dijo: ‘Ella canta’
–recuerda Alejandra–. Por esos días yo tenía una reunión
con un productor de música folclórica, pero nunca se lo dije.
El me invitó a subir al escenario: ‘Subí, cantame’. ¿Ahora?,
le pregunté. Sí, cantame al oído.” Y le canté
un tema que había compuesto mi hermano: ‘Y al partir sin adiós
aquel amanecer/pensarás que jamás a tu lado volveré/pero
estoy junto a Dios, aguardándote.’ ¡Mirá si Ro no era
místico! –dice hoy ella–. Yo no lo conocía. Ni siquiera me
gustaba su cara. Pero ese día me llegó su esencia.”
LOS RECUERDOS. Alejandra Romero (25, novia del cantante cordobés desde el 8 de mayo de 1999) apenas soporta estar en la casa que compartió con Rodrigo. Sin embargo no es lo que más le duele desde que el hombre de su vida murió. Tiene que vivir su duelo en medio de una guerra por los bienes de su pareja, que la enfrentó a Flavio, uno de los hermanos de Rodrigo. “Lo quiero mucho. Flavio es mi hermano también y no me gusta estar distanciada de él”, confiesa Alejandra.
En Brasil, fines del 1999. Esta foto la tenía Rodrigo en su mesita
de luz.
Para soportar el dolor por la muerte de Rodrigo, Alejandra está
todo el tiempo haciendo planes. Quiere continuar los proyectos de su novio
y hasta quiere organizar un tributo para que disfruten sus fans. Además
pretende estar en contacto con la gente todo el tiempo. Lee y responde
todas las cartas que le llegan a su casa y las que las admiradoras de Rodrigo
le entregan en la calle: “Aunque sé que hay mucha gente que no lo
entiende, yo estoy pasando por el mejor momento de mi vida. Estoy con Rodrigo
porque él está en la gente que me para por la calle, en las
chicas que me gritan: ‘¡Ale, te amo, porque amabas a Rodrigo y él
te quería a vos!’. No necesito comer ni dormir porque tengo bien
el corazón.”
Durante estos días, el músico cubano Javier García –uno de los mejores amigos del Potro– acompaña a Alejandra en todo momento. Rodrigo tenía tatuado su nombre en el brazo derecho y García siente por eso que debe proteger a la mujer de su amigo: “El me dijo que me había elegido y que no se había equivocado. Ahora lo entiendo”, asegura Javier.
Splash
mountain, en Magic Kindom, Orlando, USA.
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