De Mons.
Nicolás Velimirovic Teódulo Traducción de Miriana Šopalovic y Pavle Zúñiga |
Владика НиколајТеодулБеоград, 2001САДРЖАЈ: |
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Prólogo 1. El polvo Siéntate, Teódulo. Vamos a sentarnos los dos, a descansar de tanto polvo. ¿Sobre qué nos apoyaremos?―preguntas. Sentémonos aquí mismo en la mitad de este camino, sobre el polvo. Sentémonos sobre lo que hace mucho llevamos encima, sobre este querido polvo nuestro que tanto nos ha agobiado. Sentémonos por nuestra cuenta porque aún podemos. No frunzas el ceño, Teódulo. ¿Qué? ¿No es de tu agrado este polvo de calzada? ¡Ojo! Que de éste mismo se compone tu cuerpo y, a ese mismo, lo cuentas entre el polvo el más inestimable del mundo. De éste, se han hecho todos los cuerpos, los ojos, las manos, las cabezas, todos los corazones; y de ello, hasta los astros. ¿No habrás oído alguna vez este verso en los funerales : «Hablo del profeta que clamaba ansioso: Soy tierra y ceniza»? No habrás paseado alguna vez por un viejo cementerio y, pisoteando las tumbas indistintas, no te has preguntado: ¿Cuál de estos fue rey y cuál soldado? ¿Cuál señorito y cuál pobretón? Contemplarías el polvo, que todo lo nivela y que a todo concede la igualdad, asentado sobre esas lápidas, el mismo polvo del que cuando antes se levantaba han salido, surgiendo cada uno diferente del otro. Vamos rumbo a esa igualdad, tú y yo, y muy rápido además, avanzando sin parar "hacia lo que todo ser vivo marcha," al polvo, a la ceniza, hacia el descanso que nada perturba, bajando hasta los cimientos de esta tierra por el cual nuevos viajeros, los de dos patas, los de cuatro, e incluso de cien patas, atravesarán. Nuestro cerebro, hecho polvo, dejará de pensar. El polvo de nuestro corazón dejará de sentir. Tampoco el ojo en polvo verá, ni oirá la oreja en polvo, y el polvo de la lengua no será palabra más. Seremos iguales que el polvo del camino, donde ahora estamos sentados y al que le guiñas el ojo, mi Teódulo. ¿Por qué pones mala cara a este polvo de camino, a este viajero de desconocida ciudad a desconocida ciudad? ¿Por qué le frunces el ceño con tanta malaleche a este polvo, y no desprecias ese otro, el polvo de tu cuerpo? ¿El de tu cara? ¿De tus ojos? ¿Tus labios? ¿Lengua? ¿Manos y piernas? ¿No son todos iguales, uno y otro, absolutamente todos lo mismo? Podrías ser consecuente, por lo menos, y odiar o amarlos todos por igual, o al menos permanecer indiferente a todos por igual. Opinas que te manchas. ¿Qué se te mancha? ¿Quizás estos elaborados vestidos para tu cuerpo? ¿O bien, se mancha la vestidura de tus vestimentas? Lo que se ensucia, se lava. Lo que la manteca pringa, se puede aclara con jabón. ¿No es polvo también el agua? Si de polvo se queda tu atuendo, el agua se encargará de limpiarlo. Y si dentro de ti hay suciedad, sólo aquello que penetre hasta tu interior será capaz de dejarlo limpio. Bueno, bueno. Mejor dejarse de momento de este tema: la suciedad que se lleva dentro y la pureza interior. Esto es algo, ya muy por encima de nosotros y más allá de nuestro alcance. Más bien, permanezcamos aquí sentados un rato, los dos tranquilos, polvo al polvo, hablando de polvo. |
Увод
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Spanish Translation Copyright © Asoc. DOXOLOGIA Euskal Herriko Bizantziar Musika Elkartea, March 2004. |