De Mons.
Nicolás Velimirovic Teódulo Traducción de Miriana Šopalovic y Pavle Zúñiga |
Владика НиколајТеодулБеоград, 2001САДРЖАЈ: |
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Capítulo 2. La Ciudad multi-color Mira, Teódulo, que mundo más colorido tenemos entorno a nosotros. ¿Cómo así multicolor, revestido de tantos diferentes colores, formas medidas y distancias abarcables —abajo en la tierra y arriba en la cúpula del cielo? ¿Qué es esto si no es polvo? ¿Lo mismo que mi cuerpo y el tuyo, mis ojos y los tuyos, y mi corazón y el tuyo? En verdad, este mundo es la Ciudad resplandeciente. ¿Quién la construyó? ¿Cómo la construyó? ¿Con qué fin la construyó? Estas son las tres preguntas más penosas, y una cuarta no existe. Lo que está claro es que la construyó de polvo. Las alturas y las llanuras son de polvo y son polvo, las cordilleras montañosas y los valles al pie de la montaña, bosques y rocas, hiervas y flores, ciudades y palacios reales —todos— son de polvo y todo es polvo. ¿Y la humanidad? Sí, sí. Incluso los hombres. Sentados en este polvo, quién sabe si sobre lo que nos apoyamos es la cara de alguien, o de quién, los ojos, o de otro, el corazón. El viento ha podido levantar el polvo de los cuerpos muertos y lo ha dispersado por el mundo y esto por supuesto, no dejará de hacerlo. El viento es una fuerza que no deja en paz ni a vivos ni a muertos, ese viento que constituye una fuerza tanto en el exterior como en el interior. Y el polvo es una fuerza. Es más, todas las fuerzas naturales se encuentran presentes en el polvo. Con el polvo se mezclan la tierra y el viento y el fuego y el agua. En el polvo encontramos el magnetismo y la “electriciosidad.” Se compone de moléculas y de átomos, de electrones y protones, más demuestra tanto gravedad como la fuerza centrifuga. Sin darse cuenta el polvo recibe rayos de luz de los cuerpos celestiales que se dejan ver como puntos de luz, y sin percatarse emite hondas. Como si estuviese recibiendo un don y simultáneamente devolviéndolo, o como si fuese saludado y devolviese el saludo. Dicen, quién sea capaz de entender el más minúsculo grano de polvo, ése entenderá el cosmos. Hasta ahora nadie ha entendido. ¿Alguna vez alguno comprenderá? Partiendo y troceando en pequeñito, la humanidad ha querido entender el polvo. Pero siempre hasta cuando llegaban a los más pequeños, encontraban la incógnita más grande, y el misterio supremo. Las partes más pequeñas de un grano de polvo es también un misterio tan enorme como las estrellas más portentosas del cosmos. Lo que el hombre puede percibir por un telescopio o por un microscopio, asombra igualmente. La distancia entre lo conocido y los desconocido no se acortar de ninguna manera. ¡No, no! Sino que aumenta. En el laberinto de la vida y de las personas, la humanidad, palmeando y a tientas, aun no ha logrado encontrar, por sí sola, la puerta ni la venta. Se encuentra, sin parar, confrontada por curva tras curva y más curva; aquí en este mundano laberinto, es inútil, pues no da con la puerta ni con siquiera una ventana. ¿Acaso cuenta la Ciudad multicolor con puertas y ventanas? ¿Tiene llaves? ¿Y quién sostiene en las manos las llaves de la Ciudad resplandeciente? Estas no son preguntas, aun siendo las más antiguas, que en ninguna generación han surgido de la mente ni se han dejado caer de las lenguas de nadie. Es cuna, el polvo, que nunca ha logrado saciar al cementerio, ni el cementerio ha podido resistirse al viento, que al polvo levanta y lo utiliza para nuevos cuerpos. El sol muestra las diferencias, la oscuridad iguala todo. La noche nublada iguala todo como una tumba, y en una noche así la Ciudad colorida no se nota. Así también el hombre, despierto ve las diferencias, aún cuando el hombre dormido lo iguala todo como la noche, como el sepulcro. No te preguntas, Teódulo, ¿hay algo en el hombre como el sol y como la oscuridad? ¿Cómo entonces es que el hombre tiene la propiedad del sol para diferenciar, y la propiedad de la noche para igualarlo todo? ¿Cuál es primero y cual segundo en el hombre, el sol o la oscuridad? Y esa es la pregunta, la más antigua, de los habitantes de la Ciudad multicolor, viajeros todos dentro del laberinto. Es la pregunta, a la cual, durante mucho, se la ha venido dando vuelta y vuelta en la boca, masticándola sin ser digerida del todo, buscándole solución sin poder ser resuelta. Esta pregunta confunde a todos lo que, como yo y tú, nos dedicamos a hablar del hombre como si éste fuese solo polvo. Pues parecer ser que el polvo de los seres-hombre no es del todo polvo y que el polvo esconde algo dentro de si que no es polvo. Algo que poco a poco se levanta encima del polvo como el ahogado que se ahoga sobre el diluvio, pero ¿quién controla al polvo y casi manda con el polvo? ¡Ay, Teódulo! Debemos ir hacia otro polvo más viejo aun, éste donde estamos sentados ahora parece ser demasiado reciente, traído con el viento, y los hombres sobre él poco han meditado y a penas se han descubierto sus secretos. Vamos, entonces, a la India, al país que es la madre de todas las filosofías, de todo esfuerzo del pensamiento y de todos los equívocos antes de la venida del esperado Mesías del mundo. |
2.
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Spanish Translation Copyright © Asoc. DOXOLOGIA Euskal Herriko Bizantziar Musika Elkartea, June 2004. |