EL ESCENARIO de la Sala de Festivales del Centro de Bellas Artes
Luis A. Ferré en San Juan Puerto Rico, se transformó en una
verdadera palestra poética, romántica y filosófica por la fuerza de
la música y el poder de la voz de un hombre que no está atado a los
convencionalismos del mundo de la canción: Miguel Bosé. La alta
tecnología permitió disfrutar de un fascinante concierto el martes
en la noche, en el cual la sincronización y genial combinación de
luces crearon una serie de acertados e impactantes efectos.
Antes del concierto, El Nuevo Día pudo platicar con Bosé sobre la
escenografía: "En mis giras siempre he querido viajar con la misma
infraestrucutura y ahora por primera vez lo hago. Estoy muy feliz,
muy contento porque esto no había sido posible antes porque salía
muy caro. El diseño fue original de un grupo de belgas y holandeses
con quienes he trabajado. Al principio, la escenografía da la
sensación de que no está montada. El techo va colgado por unos
motores y empieza a levantarse, a inflarse porque se le inyecta aire
a presión. El techo es móvil, durante todo el concierto baja, sube y
se mueve. Es como una flor que se abre…"
Sereno, el concierto, que se extendió por más de dos horas, superó
cualquier expectativa. Cuando el reloj marcó las 8:30 p.m. comenzó a
escucharse la música y luego Bosé se presentó ante el público
vestido de pantalón y chaqueta negra con camisa blanca. Desde ese
instante se desató la magia, el hechizo de un eterno ladrón de
corazones llamado. Al concluir la interpretación del primer tema, el
cantautor español (nacido en Panamá) se dirigió al público: "¡Buenas
noches, San Juan!, ¡Buenas noches, Puerto Rico!", expresiones que
causaron una respuesta ensordecedora de aplausos y gritos.
El programa preparado para este concierto, en el que Bosé estuvo
acompañado por una banda de diez músicos, se transformó en una
retrospectiva progresiva, cuidadosamente elaborada, con la misión de
complacer a todos e intercalar temas de su más reciente grabación,
Sereno.
De la serie de "flash backs" musicales se escucharon Bambú,
Salamandra, Nada particular, Partisano, Si tú no vuelves, Nena, La
Belleza, Amante bandido, No hay ni un solo corazón que valga la pena,
Este mundo va, Creo en ti, Te amaré, Muro, Te comería el corazón y
Sol forastero.
Mientras que de su nuevo álbum interpretó Puede que, Gulliver,
Mirarte, El hijo del capitán trueno, Te digo amor, Mientras respire,
Morenamía, La noche me gusta, Millones de Km. de aquí y Sereno.
La primera gran sorpresa ocurrió al interpretar Partisano, cuando
manifestó "¡Arriba Puerto Rico, por Vieques!", exclamación que
produjo un alza en sala de la "temperatura patriótica". El segundo e
inesperado obsequio musical que recibimos de Bosé fue las "ultrabailables"
versiones de remix de sus éxitos Nena, Amante Bandido y Sol
forastero, que provocaron que el público se levantara a mover el
esqueleto.
Sereno dejó a todos alborotados. La interacción de Bosé con el
público y sus espontáneos movimientos por el escenario confirmaron
que es un artista completo con dotes histriónicos naturales y con
afán de comunicarse con su público a nivel de sentimiento, y con
mucho corazón.
Es un vanguardista innato, sumamente responsable y creativo con
cualquier audiencia.
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