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Rodrigo González MIREYA ESCALANTE 1987

A Rockdrigo se le recuerda como un "bato loco", en lucha contra lo incongruente de la vida, sino como el principal motivador de la música en español. Con ese agudo sentido de manejar el lenguaje, basado en sus incursiones literarias, y esa libertad de practicar los mensajes directos, ha originado lo que el movimiento de rock nacional está atravesando en estos momentos. Su estadía en este desnivelado mundo, sirvió para eso y para mostrar una realidad cotidiana de cualquiera de nosotros. En su segundo año de fallecido adoptamos la historia contada por su compañera de michos años, Mireya Escalante, para picarnos las costillas y desaletargarnos. Otro hurbanistoria machacando el status. "A fines de septiembre de 1965, cursaba el primer año de secundaria cuando una tarde llega de visita mi amigo Pancho Pier acompañado por uno de sus cuates, Mira Yeya, te presento a mi amigo Rodrigo. Fue entonces cuando conocí a Rodrigo Eduardo González Guzmán. Entablamos plática y fue fácil comenzar una larga amistad debido a su simpático carácter. Platicamos mucho y fuimos dándonos cuenta de gustos afines, sobre todo en la música. Yo había estudiado en el Colegio Americano y ya dominaba el inglés. Conocía a los Beatles desde el 63 por un artículo del Time Magazine y por un par de discos sencillos que un tío marino me había traído de Inglaterra, junto con uno de los Stones. Esto propicio que con Rodrigo intercambiara discos de los Beach Boys, Ricky Nelson, Elvis, Everly Brothers, Paul Anka y más. Rodrigo me pidió que le hiciera unas traducciones de letras de los Kinks, Dylan, Doors y a mis manos cayó un disco de Donovan. Era el "Hurdy Gurdy Man" (Pastor de Hombres), con rolas como "Teen Angel", "Oh! Gosh", y "Lalena". Mucho le impresionó la música, la reverberación de la voz de Donovan Lietch, cosa que influencia a Rodrigo después en su obra. También las letras logran impresionarlo, como la de Lalena, que habla de una joven triste prostituta. "Cuando el Sol se va a dormir, es el momento en que maquilas tu rostro, es tu suerte en la vida... Lalena, Lalena". "¡Uf!", dije, "el día que tenga una hija le voy a poner Lalena". "Yo también", dijo, "A ver quién gana". Sin imaginarnos que habríamos de empatar catorce años después. Rockdrigo nació el 25 de diciembre de 1950, sus padres fueron: Don Manuel González Sámano y Bertha Angela Guzamán de González. Fue sobrino-nieto de Guillermo Sámano, integrante del trío de los Tamaulipecos con Ernesto Cortázar y Barcelata, quienes fueron los primeros en llevar el huapango al extranjero. Inició Rodrigo sus estudios de primaria en el Instituto Froebel. Acostumbraba acompañar a su padre por la huasteca, y pudo ver a su jefe tocar la lira e improvisar versos con otros huapangueros, durante fiestas de la huasteca o en botaduras de algún barco en el astillero de su padre, donde llegó a convivir con obreros y pescadores indiscriminadamente. A los 10 años se enfermó de hepatitis, por lo que tuvo que pasarse un buen rato en cama y reposo. Se pone a leer toda la obra de Julio Verne. La lectura fascinaba a Rodrigo. En su casa siempre estuvo rodeado de un ambiente cultural; libros, música, tanto clásica como popular; la Trova Yucateca, entre varios. Oyó por primera vez a Dylan en un disco de su hermano mayor, Manuel (Chaco), y quedó muy impresionado del manejo que Dylan hacia con la guitarra y armónica. Se consigue, entonces, una armónica y comienza a sacarle sonidos. A Chaco le pide ayuda para tocar la lira. Se junta con un grupo de cuates que también tocaban la lira y llevaban serenatas, transcurre, entonces, el año de 1964, el ingreso a la secundaria. Por esas fechas ya se vendían en Tampico discos de los Beatles, Stones y la Ola Inglesa. Rodrigo se las ingeniaba para conseguir además discos de Doors, Hollies, Donovan, Kinks, Dylan, Tommy James and the Shondells (su rola "Trébol Carmesí", que al Ridrigo le encantaba, también por la revelación de la voz) y claro, Johnny Rivers. Por ese carácter tan amigable, simpático ligero, se gana la simpatía de todos sus compañeros y no se pierde una tertulia. A fines de ese año compone "Canicas". Rodrigo era feliz, pero por divergencias con su padre se va a vivir a casa de su abuelita Conchita Sámano, a tres cuadras de casa de sus padres. Tiene oportunidad de viajar a la frontera frecuentemente, pues gozaba de vestirse a la última moda y fue considerado uno de los cinco mejores vestidos de la prepa. En 1966 surgen en Tampico los primeros grupos de Rock como el de Freddy Armstrong a quien después de varios años tocara con Freeway, Naftalina. Rodrigo tocaba esporádicamente en tertulia de colegios con el grupo de los Hongos acompañado en la bataca por su compadre y compañero de travesuras: el Fafayo Lobato. Viajaba con frecuencia al D.F., cuando la Zona Rosa estaba en pleno apogeo y oye al X2 Verde un tipo bien locochón que tenía rolas muy parecidas a Canicas y esto, lógicamente, sorprende mucho al Rodrigo. En 1968, tiempo de las Olimpiadas, los viajes se hacen más frecuentes los fines de semana. Oía rock mexicano Three Souls, Peace and Love, pero definitivamente la música Inglesa lo entusiasmaba más. En ese año (1968) nacen en Tampico las primeras discoteques, "La Llave" del Camino Real (superfresa) y el "Pussycat", reventada, pero exclusiva. Los dueños eran amigos del Rodrigo. La ubicación, a una cuadra de su casa. Así que los fines de semana era costumbre darse un rol por el Pussycat. Inicios del 69, la sicodelia se hace presente y el gran cambio social e ideológico que se presenta en Tampico, hizo alucinar a la sociedad quien de inmediato respondió con una agresiva represión. Nuestra amistad crece. En ese año viajo por primera vez sola a Nueva Orleans durante todo el verano. Rodrigo me encarga que le traiga los mejores discos que encontrara. Es así como cae en sus manos el primer disco de Moody Blues, "On a Threshold of a Dream" y él queda impresionado con el manejo y mezcla de música clásica y poesía que hacen los Moody Blues. Así llegan Crosby Stilis and Nash, Elton Jonh, Rod Stewart, Simon & Garfunkel, Marmalade, The Turtles y Piero a formar parte de la colección de discos. En 1970, es día de su cumpleaños, me doy mi primer toque con él y una pareja de cuates. La playa, el frío, el mar besando el horizonte y el atardecer, bien copiloteada por él y con buena música "Come Together" y los Moody Blues, hicieron en mí un cambio definitivo. Su carácter apacible, lleno de vida, su aprecio, consejos y apoyo hace que yo lo quisiera más. Ese año cursábamos el tercer año de bachillerato y llevando las mismas materias éramos compañeros de clase. Era una frieguita, con todas las compañeras. Le gustaba hacer cosquillas con el lápiz en la oreja, juguetón, siempre de buen humor y en buena onda, pero ¿qué latita!. En el verano, mi viaje se repite y Rodrigo escribe de perdida una vez por semana pidiendo que no me olvidara de recopilar lo mejor de rock. El adquiere en el Hip 70 uno de los álbums que más le gustaban: "A gift from a Flower to a Garden" de Donovan. Woodstock era otro favorito sin dejar a R. Stewart, Dylan, Beatles y los gruesos. Rodrigo se pone a leer mucho a Aldous, Huxley, Fromm, Freud, y ocultismo sin dejar de leer semanalmente a la familia Burrón. Se junta un grupo de amigos con similares inquietudes creativas y forman el Siglo XXI, su área de acción era la universidad pero, claro, esto fue severamente reprimido y se estacionó el proyecto. Con mucho esfuerzo se saca la publicación de un periodiquito a manera de Fanzine, llamado la "Catedral de la Incomprensión" con colaboración de Amadeo, ahora un cirujano; Boris un excelente penalista, y nuestros muy queridos amigos, Celestino, ahora un filósofo y Roberto, un buen psicoanalista. La Catedral tenía poesía, artículos sobre metafísica, críticas musicales, letras de Lennon a cargo de Rodrigo y dibujos míos. Esta Catedral murió también. Rodrigo se siente sumamente atraído por la psicología, por tonta lectura alrededor de Fromm, Freud, y Huxley. A su perro le pone de nombre Aldous. Se vuelve fanático de Rod Stewart, Neil Young, Clapton, Harrison con su Bangladesh y en la rola de "While My Guitar Gently Weeps"; (hay una parte donde Harrison y Clapton se avientan un duelo de liras). Ese trozo de la rola era superada por él, quien agarraba su Yamaha y palomeaba con los maestros. No deja de olvidarse de comprar lo último de Dylan, Kinks, M. Blues. Conoce la poesía de Rod McKuen y a Savoy Browne y Pink Floyd. En 1971 se ve obligado a repetir el último año de prepa por intransigencias de un maestro muy gandalla quien no pudo comprender al Rodrigo, y su única forma de venganza fue hacerlo repetir su materia (Higiene Mental). Hay maestros que uno recuerda con cariño, pero no creo que ninguno de nuestros compañeros de prepa se acuerde bien del "cochinón". Rodrigo asiste a clases sólo medio tiempo. Escribe mucho y al inaugurarse el Teatro de Cámara del Colegio, nos ofrecen a los dos la chamba de hacer publicidad para las obras que se presentan ahí, y para ser publicados en el periódico local. Toma muy en serio el trabajo. El hacia los diseños y, luego entre los dos, los pasábamos a grandes cartulinas, usando cuanto material teníamos al alcance, la paga no era mucha. También en ese teatro se presentó la obra de "Kean", y para sorpresa de Rodrigo tuvo un papel, aunque pequeño dentro de la obra. Kean era un rey, y Rodrigo formaba parte de la corte de saltimbanquis, pero curiosamente en la última función, y por culpa del pazón, se le olvidó ponerse los zapatos. En ese momento le dan la orden de entrada a escena y no había tiempo de correr al camerino por los zapatos. Tuvo que salir en calcetines. No creo que muchos se dieran cuenta, pero fue muy cómico. En esa obra actuó su amigo Gonzalo Rodríguez quien después habría de formar una especie de mancuerna con él. En junio del 72 Rodrigo termina la prepa y se prepara para viajar a Xalapa, Ver., a comenzar la carrera de psicología. Muy entusiasmado y feliz de haber logrado el permiso de su padre, de estudiar fuera de Tampico. Comienza la carrera de psicología, pero es entonces donde en todas las escuelas de psicología, adoptan los estudios de conductismo y Rodrigo creía fielmente en la corriente Freudiana y después de dos semestres se rebela a seguir la corriente de Skinner y es entonces cuando se siente UN PERRO EN EL PERIFÉRICO, rola que escribe nueve años después. Se lanza unos días a la montaña en Xalapa en un viaje de meditación, y al bajar, decide estudiar la vida, leyendo todo lo que llega a sus manos, corrientes gruesos como Gurdjieff, Oispensky, ciencia ficción, Ray Bradbury, Issac Asimov, entre otros. Yo creo, personalmente, que fue entonces cuando siente el llamado del "Profeta del Nopal" y él se decide a dedicarse a la música, al rock, a huapanguear más, y a escribir poesía y cuentos cortos, por cierto buenos. Esto enfurece a su jefe y manda traerlo. Le ofrece trabajo en el astillero argumentando que está desorientado y que al lado de su familia está mejor. Rodrigo trabaja en el astillero unos meses, pero era de esperarse que se rebelaría. Ese año vuelvo a viajar y al regreso me ofrecen trabajo en el Colegio Americano. Había terminado mis estudios de Normal, y pude comprar mi coche. Ya con carro era más fácil trasladarse de rol a la playa, a la laguna del Chairel, y por la ciudad. A Rodrigo se le notaba ausente, descontento con desamor hacia la vida en la contemplación, leyendo, fumando por horas, tocando en la barda de la esquina de la casa, en el panteón, ahí nadie lo molestaba. Caminando por horas por la calle Naranjo que él bautizó Abbey Road, por los árboles y vegetación. Tenía una personalidad aferrada. Yo no sé por qué ya no deseaba luchar si antes brincaba obstáculos. Mi sensibilidad estaba lastimada y yo era muy desconfiada. Sólo confiaba en mi fiel amigo. De común acuerdo, y también como protección mutua ante la sociedad burguesa y represiva que nos rodeaba decidimos llevar nuestra relación, nuestro afecto, nuestras escapadas y nuestro rollo muy acá. Su madre, que lo adoraba, le soportaba todo. Siempre lo defendió, también defendió la Covacha, un cuartito de madera, atrás de la casa donde estaba su tocadiscos, discos, posters y un catre. No había mas lugar. Con el Mickey Mouse (el carrito) viajamos mucho, siempre costeando. Tuxpan, Tecolutla, Nautla, Palma Sola, en La Tranquila. Entonces se carácter era diferente. Necesitaba estar en libertad de acción. La inactividad, la desorganización, demasiada ausencia y descontento con la vida hace que Rodrigo se sienta desinteresado y su amigo Gonzalo Rodríguez quien también había salido de Tampico, por cuestiones similares - huyendo de la presión de una sociedad burguesa, destructiva y represiva que no ofrecía alternativas culturales - y le ofrece espacio en su enano departamento de la calle de Río Marne, en la Cuauhtémoc. Era de suponerse que entonces viajaría yo más al D.F. Rodrigo se siente mucho mejor en la libertad que ofrecía el D.F. Logra diluirse y no ser observado todo el tiempo. Tarda unos meses en situarse. Se encuentra con un amigo de su primera infancia, Guillermo "Cota" Palacios. Cota estudiaba en el Conservatorio Nacional de Música, guitarra clásica. Tocaban casi todas las tardes. Hacían un dueto interpretando "Norwegian Woods", "Mother Nature's Son", "Sentado en una barda". Cota también vivía en Tampico, en la calle Naranjo, y allí palomeaban sentados sobre la barda. Se animaba Rodrigo y todos los domingos iban a palomear a Chapultepec y en el estuche de la guitarra tenían un anuncio: "Gracias por la ayuda para nuestros estudios". Un buen día, les llegó la camioneta de la delegación y se los subieron. Les preguntaron qué estudiaban y de inmediato Rodrigo respondió "Somos autodidactas", de volada los bajaron con mil disculpas. Naturalmente estas experiencias le hacían gracia a Rodrigo y se esforzaba cada vez más. Aún no se dedicaba de lleno a la composición, más bien componía armonías, pedacitos de rolas, sin letra aún. En agosto de ese año del 74, decido conocer Oaxaca en compañía de mi amiga Cristina Cárdenas, quien residía aquí en el D.F. Vamos de visita con Rodrigo, el día de mi llegada, y de volón se incorpora al tour, yo feliz, pero decide que Cota tiene que venir, pues no pueden dejar los ensayos y palomazos. Cota se trae a su novia Alicia y los cinco nos vamos en una guayín propiedad del hermano de Cristina. Llegamos a Oaxaca, Oax., y no había hoteles esa noche. Nos tuvimos que quedar a dormir dentro de la camioneta en las ruinas de Mitla, con un cielo lleno de estrellas en un alucine totalmente natural. Por la mañana, nos enfilamos a la montaña pero llegando a San José del pacífico nos pararon los sardos, Rodrigo y Cota con el pelo largo, Cristina, Alicia y yo vestidas en jeans y camisetas, dos liras en el equipaje y sólo nos dieron permiso para comer y sentir las nubes acariciar nuestros cuerpos para llegarle a Puerto Angel, ya entrada la noche. Ahí dormimos en la orilla de la playa. Como a media noche empieza a llover y a correrle a la camioneta con sleeping bags llenos de arena. Los siguientes días fueron hermosos, estuvimos en Xipolite, donde se nos andaban ahogando Cota y Alicia, en Puerto Escondido, de regreso a Xipolite, Puerto Angel. Ahí conocimos unos compas de Monterrey y les platicamos de lo sucedido en San José del Pacífico. Ellos eran amigos de los sardos, y les daban alojamiento en la casa choza del maestro rural que se había ido. De volada los incorporamos con nosotros y le llegamos otra vez a San José. El cuento ya fue otro. Nos alojamos en la cabaña del maestro y al día siguiente desayunamos champiñones con miel de abeja y comenzamos la subida a la montaña por brechas donde los automóviles ya no suben. Allá cada quien agarró su boleto y en su forma habló con su Dios. De regreso al D.F. con nuestras mentes renovadas nos volvimos a incorporar a nuestras actividades. Rodrigo y Cota a los ensayos y palomazos. Cristina a la Ibero, Alicia a Hermosillo y yo a Tampico. Rodrigo tuvo un buen detalle, había muchos artesanos en la glorieta del Metro Insurgentes y me regaló un brazalete de latón y cobre. Gonzalo trabajaba en el salón de la Plástica Mexicana y tenía muchos contactos con el medio cultural. Mejoraba la técnica de la lira teniendo al Rodrigo cerca. Pero la línea de Gonzalo era otra. La trova, la canción sudamericana, Silvio, Pablo, Víctor Jara, Oscar Chávez. Rodrigo sí tocaba esas rolas, pero uno de sus discos favoritos era Cream, pesadote con Clapton en la lira, el primer paso al heavy metal. En Navidad, Rodrigo va a Tampico y se queda un tiempo. Allá había una hostería donde el sotano había una especie de peña. Los dueños oyeron tocar a Rodrigo y les gustó al grado de contratarlo los fines de semana para tocar. Estaba el Memolico en el piano y llegaban a palomear la Rana Vite y el Freddy Armstrong. El lugar se abarrotaba y los dueños pensaron en agrandar el lugar. La peñita se convirtió en La Cava de Ernesto Cortázar (hijo de Ernesto Sr.), y el lugar cambió de fisonomía a un centro nocturno

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