Mi abuelo Toño estuvo
una vez muy cerca de unos volcanes en erupción. Me contó que en una época cuando era
joven y arriesgado decidió irse bien lejos. El quería ver un volcán de cerca.
Abuelo había leído en los libros que los volcanes eran parecidos a las montañas. Cuando
llegó a las tierras del volcán no se pudo acercar. El volcán echaba mucho humo con
llamas y lanzaba una gran cantidad de un líquido hirviente que al enfriarse se convertía
en piedras.
Mi abuelo se asustó mucho. Cuando regresó habló con un profesor de geología que se
hizo su amigo. Este amigo le ontó que los volcanes se llaman así por el dios del fuego,
Vulcano. Según cuenta la leyenda, Vulcano vivía en el interior de la tierra. El amigo le
dijo a mi abuelo, que la boca del volcán se llama cráter. ADemás, le explicó que el
líquido derretido es la lava que sale al exterior por una fisura interna llamada
chimenea.
Mi abuelito Toño aprendió mucho con su amigo sobre los nombres de algunos volcanes
famosos. Conoció el Mauna-Loa de Hawaii, el Vesubio de Italia, el Montaña Pelada de
Martinica, el Popocatépetl de México y Pichincha de Ecuador. También comprendió lo que
es el temor ante una fuerza tan peligrosa de la naturaleza como es una erupción
volcánica... ¡Claro que como es mi abuelo, no lo quiere confesar todavía! |