El videoclip o el diablillo de la imagen en la música
Para el psicoanalista, el estudio de la imagen es importante porque esta transmite un efecto de sentido en una manera que el signo no lo puede hacer. Se ha dicho que la imagen se anticipa a la letra, lo cual es notorio en pintura, cine y en el videoclip musical. En efecto, cuando el escándalo de Michael Jackson y las acusaciones de abuso infantil en su contra, no faltó quién preguntara cuál era la queja si ya desde antes, en sus videos se mostraban abiertamente algunos de sus comportamientos sexuales perversos, como el gesto exhibicionista de llevarse la mano a los genitales. Incluso ahora es muy común decir que Michael terminará pareciendo un monstruo por causa de sus múltiples cirugías, pero ¿qué esto no se podía leer ya en el video clip de Thriller? En México, el caso de Gloria Trevi nos presenta un expediente muy similar: el escándalo que inició con su imagen trascendió ya los niveles.
A la imagen se le atribuyen también poderes sobre las masas. De ahí que la izquierda mundial le deba tanto al rostro del Ché Guevara como el catolicismo mexicano a la Guadalupana. La diferencia entre la imagen y la letra se percibe aquí: la imagen une y vincula, mientras que la letra divide y clasifica. Por ello los países procuran forjar su identidad en torno a un conjunto de símbolos patrios que se respetan más que las leyes. Proponer un ideal a las masas es, además, una técnica que no falta en los manuales de mercadotécnia.
Sin embargo la imagen puede trastocarse y fallar cuando pasa por el lavadero de la mirada. En la última década del siglo pasado, durante los desordenes en Haití, encender un neumático sobre el cuello de las víctimas se volvió un tormento popular, cuya inspiración fue un inocente anuncio de llantas que salía en televisión, donde el vendedor ofrecía su mercancía con una llanta colgando de su cuello. Si del plato a la boca se cae la sopa, de la imagen a la mirada también ocurren cosas extrañas. Examinemos, entonces, el fenómeno de la mirada y sus travesuras en el videoclip.
Hay que decir que el ojo no es la mirada. Tan es así que la mirada puede consistir en el gesto de retirar la vista ¿no es esto lo que el exhibicionista busca: que le entreguemos la mirada al voltearle la cara? Venimos al mundo provistos de un par de globos oculares que no incluyen la mirada. Un halcón, por ejemplo, posee mejor vista que nosotros, sin embargo no tiene mirada. Un perro puede reconocer a su amo entre varias personas, pero no en una fotografía. La mirada entonces no puede ser referida a ningún órgano ni tampoco a un proceso fisiológico.
La mirada es propiedad del sujeto humano y se establece en la relación intersubjetiva con los otros. Jaques Lacan solía decir que el deseo siempre es deseo del otro, en ese sentido hay que entender el drama subjetivo de la envidia (de hecho, la palabra envidia esta relacionada etimológicamente con el verbo ver). De este modo, los objetos reciben de mi la mirada sólo cuando los otros miran hacia ellos también. Para que el rostro de cristo, que algunos científicos reconstruyeron a partir del cráneo de un judío de la época, sustituya al cristo católico tradicional, hace falta que sea bien recibido por la mirada social. Lo más probable es que siga el mismo camino que el esperanto siguió.
En el calendario se aprecia que la mirada ha sufrido cambios. Ya no vemos como vió el abuelo. El organo ocular se extiende gracias al telescopio y al microscopio, la memoria visual gracias a la fotografía. La situación actual de la mirada se torna todavía más compleja. Por un lado, las imagenes se definen por la oposición de unas con otras, pero por el otro, la diferencia es tanta y tan variada que finalmente se borra: nuestra vista se agota en logotipos, carteles, envolturas, cubiertas, skins, portadas y membretes sin importancia. Ya no se distinguen los niveles: mucha gente creé que los anuncios de televisión son un nuevo tipo de arte. Aquí es donde hay que registrar al video: en el borde de lo expresivo y lo comercial.
El videoclip oferta las imágenes que el mercado de la mirada demanda del artista y este mercado demanda tales imágenes porque son las que se le ofertan. Dentro de este círculo no importa si fue primero el huevo o la gallina, el hecho de que un video se aloje en el gusto popular indica que este se relaciona con una parte esencial de la sociedad que lo consume. Así, el videoclip nos presenta una manera distinta de entender a la música y a la sociedad.
De las formas de música popular que han saltado al video, el corrido destaca por su carácter de registro histórico y, recientemente, por el empuje que aporta en la socialización del narcotráfico. "El viejo Paulino" es un tema del dueto norteño "Luis y Julián", que en su video narra una historia que se antoja para interpretar. Lo masculino aparece asociado a Paulino, una fantasía de narco-omnipotencia que, sin embargo, no se puede desligar de su contraparte simétrica. En efecto, junto a "el viejo Paulino" aparece también Chis-Chas, el cómico que hace ironía de lo norteño. Así, al identificarse uno con Paulino y vestir botas y sombrero, se corre el inevitable riesgo de ser confundido también con el Chis-Chas. A finales de los ochentas el Heavy Metal recibió un golpe similar, cuando Rob Halford, el cantante de Judas Priest y emblema de lo masculino en su versión black-leather-demon, se declaró homosexual. Actualmente, la figura del músico malévolo que inauguró Ozzy Osburne se ha estirado hasta lograr la silueta andrógina de Marilyn Manson.
En realidad, música e imagen se encuentran en un mismo plano: ambas se dirigen a los sentidos, sin que la razón intervenga en ello. De todas maneras resulta curioso que la música produzca imágenes en el oyente. En ese tono, podemos decir que el videoclip representa un proceso inverso al que se vivió cuando el cine paso de lo mudo a lo sonoro: en el cine se le agregó sonido a la imagen, mientras que en el video se le añade imagen al sonido.
El video no tardo en dejar atrás la propuesta simple de mostrar al artista interpretando su canción, muy pronto se transformó en una nueva forma de narración. Este modo de acompañar la música con imágenes no implica que sólo se dramatice la letra de una canción, muchas veces ocurre que entre una cosa y otra no hay relación. Lo interesante es que también en el oyente las imágenes se estructuran en fantasías: uno se imagina que es el artista hechizando a la audiencia, conquistando a una mujer, etc. El efecto se acentúa cuando se trata de un tema en otro idioma, la fantasía se eleva al doble y probablemente sería una decepción conocer el sentido de lo que realmente quieren decir aquellas letras. Al proponernos una versión oficial, el video limita nuestra fantasía. Mucha gente no puede evitar pensar en el video cuando escucha cierta canción.
La música es, después de todo, también ideología. Dime que escuchas y te diré quién eres. Al tomar cuerpo en la imagen, la ideología revela aspectos que no son aceptados en su discurso explicito: Los seguidores de "Paulino" nunca se compararán con el "Chis-chas", ni tampoco los Heavy Metaleros intuirán la existencia de sus núcleos homosexuales.