Noviembre de 2015
Los fraudes electorales en Venezuela son tan antiguos como las elecciones. Cada vez que había una elección, había fraude.
Las primeras elecciones que tenga noticia fueron realizadas en 1952 y tenían como finalidad la elección de una asamblea constituyente que redactara una constitución y nombrara el gobierno. En ella participaron el FEI, partido político del dictador, Marcos Pérez Jiménez, URD dirigido por Jóvito Villalba y Mario Briceño Iragorry y COPEI, apoyados por los partidos clandestinos AD y PCV. Para realizar las elecciones se constituyó el CNE haciéndose el voto obligatorio para mayores de 21 años. Según la oposición de ese entonces, el partido URD ganó las elecciones, pero las mismas fueron desconocidas por el partido gobernante, nombrándose a Pérez Jiménez como presidente.
En 1957 hubo un plebiscito para decidir si Pérez Jiménez continuaba en el poder, el cual según el partido de gobierno fue ganado por el sí y según la oposición fue ganado por el no.
En 1958 se suscribe el denominado Pacto de Punto Fijo, pacto de gobierno común, figura que permite a los partidos políticos AD y COPEI, la alternancia en el poder hasta 1998. La primera elección posterior a la caída de Pérez Jiménez se realizó en diciembre de 1958, siendo ganada por Rómulo Betancourt del partido AD con un 49%. Recuerdo que en estas primeras elecciones, la modalidad de las votaciones era mediante tarjetas identificadas con un color, el nombre y el símbolo del partido político. Al votante se le entregaban dos paquetes de tarjetas, una aproximadamente del tamaño de una tarjeta de presentación la cual servía para la elección del presidente, y otro paquete de tarjetas más pequeñas para la elección del congreso (en ese entonces compuesto por dos cámaras, la de Representantes y la de Senadores). El votante ingresaba a un lugar cerrado por una cortina, rompía cada uno de los dos paquetes de tarjetas y seleccionaba una grande y una pequeña, que podían ser de diferente partido, pero por lo general eran del mismo. Las tarjetas eran colocadas en un sobre. El votante guardaba las tarjetas sobrantes (había un pipote para botarlas, pero casi nadie lo usaba) salía del espacio cerrado y depositaba el sobre en la urna electoral. El motivo de que guardara las tarjetas sobrantes era porque los activistas políticos a la salida obligaban al elector a entregár las tarjetas sobrantes y así saber por quién habían votado. Esta era una de las primeras modalidades de fraude. Después se cometían muchos más, como por ejemplo, la destrucción de las urnas electorales cuando no les eran favorables. Así ganaron Rómulo Betancourt y Raúl Leoni.
En 1972, se implantó el tarjetón electoral, más o menos como lo conocemos hoy en día. Cada partido político tenía derecho a dos tarjetas dentro del tarjetón, una grande y una pequeña. Para marcar el voto se usaba un sello húmedo que se estampaba sobre las tarjetas respectivas a voluntad del elector. De esta manera se eliminaba la coacción que se hizo en las dos elecciones anteriores. Para la elección de Carlos A. Pérez entra a jugar la publicidad masiva por todos los medios, especialmente por radio y televisión. El pueblo comenzó a acostumbrarse a los mayores bombardeos mediáticos hasta su llegar a su máxima expresión en la campaña electoral de de 1988.
Fue a partir de la entrada en vigencia del tarjetón y algo que jugaría un rol preponderante para que se alcanzaran altos niveles de sofisticación en los fraudes electorales hasta alcanzar la maestría en aquellas célebres elecciones en las cuales le arrebataron al pueblo la voluntad de elegir a Andrés Velásquez como presidente, quien traicionando el voto de sus seguidores decidió vender el triunfo. La raíz de la trampa tuvo su base en el reglamento electoral vigente y la metodología utilizada fue el célebre “acta mata voto”.
La base de este fraude era bien simple: todo consistía en invalidar las actas electorales de las urnas en donde el voto les fuera desfavorable. Y es que la invalidación del acta electoral significaba la eliminación de todos los votos de la mesa electoral involucrada, los cuales ni siquiera contaban como votos nulos. Era como que los votantes un hubieran asistido a votar. Me imagino que los lectores ya sabrán quienes eran los maestros del “acta mata voto”: AD y COPEI. En las elecciones mencionadas donde le robaron la presidencia a Velásquez, la anulación de actas de la Causa R fue tan bestial que de ganador Velásquez fue lanzado al tercer lugar.
En los días cercanos a las elecciones los partidos AD y COPEI entrenaban a sus testigos de mesa para provocar la anulación de las actas electorales en las mesas donde los resultados fueran adversos. Para ello estudiaban los causales de anulación que permitía el reglamento electoral. Los testigos de mesa adecos y copeyanos se repartían los roles de presidente y secretario de mesa lo cual les daba ventaja para manipular las actas. Los causales de anulación podían ser, por ejemplo:
· Manchas o enmendaduras
· Tachones, así fueran hechos por la parte trasera del documento
· Desperfecto en el documento (una pequeña rasgadura, una esquina mutilada, un pequeño hueco hecho con un lápiz, etc.)
· Firma faltante de presidente o secretario de mesa
· Errores en la totalización de los votos o ausencia de la misma
La lista que manejaban llegaba a 12 formas de causar la anulación del acta. El fraude se cometía en la mesa electoral durante el acto de escrutinio, razón por la cual hacían todo lo posible para que no hubiera muchos electores presenciando el conteo. Una vez elaborada el acta, el material electoral era cerrado y entregado al Plan República, el cual se encargaba de trasladarlo al centro de totalización municipal. Era en este punto donde el fraude se concretaba. Durante el escrutinio en la mesa creaban el causal de anulación y en el centro de totalización los testigos estaban pendientes de no dejar pasar ningún acta que viniera con causal de nulidad. Aquí se concretaba el fraude, justo antes de transmitir los resultados al Concejo Supremo Electoral.
Ahora, estimados lectores, entenderán ustedes por qué los partidos de la derecha acusan de fraudulento al moderno sistema electoral vigente en la actualidad y claman por volver al sistema manual, es decir, al sistema “acta mata voto”. Porque saben que con el sistema vigente, más nunca volverán.
Círculo 17M