17 de marzo

Lunes 7 de Diciembre de 1998

El país está dividido y en crisis económica

Difícil misión asumió ayer el 'comandante'

MARÍA VICTORIA CRISTANCHO
Corresponsal de EL TIEMPO

Una Venezuela en crisis económica y con el 80 por ciento de su población empobrecida, es la gobernará a partir de febrero Hugo Chávez.

Caracas

Unas arcas vacías y una sociedad dividida como nunca entre pobres y ricos será la Venezuela que el ex comandante golpista Hugo Chávez Frías, recibirá a partir de febrero del año próximo, luego de proclamarse ayer como nuevo presidente.

Se trata de un país lleno de paradojas, con una riqueza petrolera que lo ubica entre los primeros cinco productores del mundo, pero con un 80 por ciento de su población sumergida en la pobreza.

Chávez enfrentará un Estado casi en quiebra y con pocas posibilidades de obtener recursos en la banca internacional, atemorizada aún más por la inestabilidad política que temen se produzca con su arribo al poder.

El malestar de la población y su empobrecimiento se ve reflejado en cifras muy concretas, que heredará del gobierno del saliente presidente Rafael Caldera: un déficit en las cuentas fiscales superior a los 5.000 millones de dólares, que representa 5 por ciento del producto interno bruto (PIB), como lo han reconocido los propios ministros del área económica.

La quiebra en las finanzas públicas venezolanas tiene su razón de ser en gran medida por la caída del precio del petróleo de 16,50 a menos de 10 dólares por barril de crudo, ocasionada por la crisis del mercado energético mundial. El impacto del derrumbe petrolero afectó de manera particular a Venezuela, por representar el 40 por ciento de los ingresos del gobierno y el 70 por ciento de las exportaciones del país.

También recibirá una paralización del aparato productivo de más del 60 por ciento tanto del sector petrolero como industrial, manufacturero, alimenticio y financiero. Esto se sentirá en la economía, que tendrá un crecimiento casi nulo o incluso negativo.

Para colmo tendrá que hacer frente a la presión del desempleo del 12,5 por ciento y, por ende, a una caída del consumo, que paradójicamente ha permitido controlar la inflación en 30 por ciento, muy por debajo de las tasas que se registraron durante 1996 y 1997, de 103 por ciento y 38 por ciento respectivamente.

El nuevo mandatario tendrá además que enfrentar una presión sindical, en vista de que en enero vencen la mayoría de los contratos colectivos y habrá fuertes exigencias por aumento de salarios. Este difícil e inestable país es el que recibirá el comandante.

Tomado de EL TIEMPO


Regresar
Home