10 de noviembre del 2002
Edgar Martínez
Chávez se encuentra atrapado entre dos mundos que históricamente han transgredido las barreras de la paz. Representa la metodología conspiradora contra regímenes latinoamericanos cuyo pecado es lograr la consolidación de un sistema que les permita actuar con autodeterminación. La perseverancia de Washington o mundo externo, con su plan terrorista. Crear un mundo lleno de pobreza y miseria a través de las amenazas de violencia y anarquía para manifestar sus objetivos de intimidación, coerción e intervensionismo desenfrenado. Es una guerra de baja intensidad. Es su política persuasiva y mediática aplicada a los países que se le oponen. Para Noams Chomsky, esta fórmula representa el exterminio de la raza humana en el planeta, es al entender de muchos, el acto más horrendo que se pueda cometer contra la humanidad.
Tenemos en nuestro historial, imborrables experiencias vividas sobre los actos asesinos de la política intervensionista de los Estados Unidos a través de la CIA y el Departamento de Estado.
Entre las experiencias más horrendas vividas en América Latina, esta la de Chile en 1973, un golpe perpetrado en plena política de Estados de Seguridad Nacional, aplicado en 35 países que empleaban la tortura como procedimiento administrativo en los estados clientes de los EU. Inclúyase el Plan Cóndor o el "Plan de la Muerte", o el exterminio de rebeldes.
Esta experiencia chilena, con el asesinato de su legítimo presidente Salvador Allende, quedó como una escena de terror inolvidable en nuestras conciencias. Allí crearon una campaña de injurias y calumnias contra su gobierno. Usaron todos los medios de comunicación para confundir y engendrar odio a un pueblo sensible; crearon un desabastecimiento de productos básicos; aumentaron las huelgas como método de presión; crearon las denominadas protestas de "cacerolas vacías"; los medios de información distorsionaban la realidad chilena; inventaron falsas acusaciones; grupos reaccionarios de la Iglesia Católica criticaban duramente el gobierno, las comunicaciones quedaron intervenidas y los grupos empresariales se aliaron a las infamias engendradas por el terror norteamericano.
Después de tres años, sucede un sangriento golpe militar en donde miles de chilenos son torturados, asesinados, desaparecidos, encarcelados y exiliados. Se cierran las instituciones democráticas como el Congreso y se violan los derechos democráticos institucionales, como la abolición de las instituciones operativas del estado.
Este golpe fue creado por la administración norteamericana del entonces presidente Nixon, el hombre de los mil demonios. Las investigaciones efectuadas por Christopher Hitchens y un grupo de juristas e intelectuales norteamericanos están demostrando la culpabilidad de Nixon y Kissinger, por crímenes de guerra que se cometieron con su concurso, participación y dirección, en países opuestos al régimen imperialista, entre ellos Chile, por los asesinatos que cometieron los agentes de Pinochet, incriminado y detenido por estos crímenes. Esto llevaría al influyente hombre público norteamericano a los mismos estrados que condenaron a su cómplice.
Como este, existen archivos secretos que manifiestan la siniestra intromisión de los EU en crímenes contra la humanidad que van desde Camboya, Panamá, Nicaragua, Honduras, Irán, Irak y Afganistán y de montar una "cultura del miedo" en los países como Argentina, Colombia y ahora Venezuela.
Todo este plan es parte de la lucha neoliberal sobre acciones que se ejercen para eliminar cualquier acción que vaya en contra de las intenciones intervensionistas. Por ello, los medios de comunicación y sus fieles analistas, buscadores de la falsedad y así como determinados sectores de intelectuales, que han sido fabricados por los mismos medios, han tomado el atajo de promover conductas que sirvan a los intereses de los globalizadores del neoliberalismo, representan el mundo interno. Es una máquina perversa que viene atentando contra la estabilidad de este pueblo bolivariano para acorralar al Presidente Chávez. Es la metodología conspiradora que busca, mediante sus componentes macabros, desestabilizar un régimen que fue aceptado abrumadoramente por un pueblo sacrificado por el puntofijismo en 1998.