18 de abril del 2002
Lissette Bustamante
La Razón de España
Hugo Chávez sabe que la tensión no se ha extinguido del todo, por eso pide a los venezolanos que trabajen para levantar el país. También elogia el apoyo de Aznar, condena el terrorismo etarra y niega ser "delfín" de Castro. Fiel al nuevo estilo tranquilo y conciliador de Chávez, la cita comienza con una disculpa: "Ustedes perdonen, pero es que el tiempo está ahorita muy corto. Tenemos como cuarenta solicitudes de entrevistas del mundo entero, incluso ayer llegaron los de Qatar. ¿Listos? Pues bien, a la orden de ustedes".
Las primeras palabras del presidente son esperanzadoras, preñadas de apelaciones a la legitimidad democrática, a su fe en Dios y a su confianza en el futuro de su atribulado país. Sabe que las tensiones no han terminado y pide a los que tienen "pensamientos pesimistas que sean optimistas. Esto no ha acabado, por supuesto. Es normal que haya miedo e incertidumbre. Coincido en que estamos entrando en una etapa que debe estar signada por una actitud reflexiva y de mucha comprensión, pero sobre todo de mucha buena fe, mucha fe en Dios y en nosotros mismos; en que vamos a continuar avanzando en la reconstrucción del país, que vamos a dejar atrás todas estas conspiraciones, desesperos, el aventurerismo de algunos sectores que definitivamente tienen que entender que aquí hay una Constitución, hay un gobierno legítimo con el cual se puede no estar de acuerdo, pero que esa oposición sea leal, democrática y que utilice todos los cauces y los canales que el sistema político democrático le permite a cualquier sector, incluyendo a los españoles que viven entre nosotros".
Presidente Chávez, se dicen muchas cosas de usted: que quiere ser un "dictador bueno", que intenta "huir hacia adelante" y que el golpe demostró que no tiene el apoyo que decía tener. Ante esta situación de desconfianza, ¿en qué basa su discurso conciliador?
Tú comenzabas diciendo que se dicen muchas cosas de Hugo Chávez y es cierto, se siguen diciendo muchas cosas, más allá de lo que cada persona o cada sector pueda decir por su interpretación del momento terrible que hemos vivido. Estoy completamente seguro que la mayor parte de los venezolanos sabe que Hugo Chávez es un hombre de palabra, de una voluntad férrea para trabajar, para articular soluciones para los más graves problemas nacionales. Estamos desde hace tres años en un difícil, complejo y profundo proceso de transición en lo político, en lo económico y en lo social y ese proceso ha sido apoyado, es apoyado y seguirá siendo apoyado por la gran mayoría de los venezolanos. Lo que ha ocurrido es una demostración de que lo que estoy planteando es la verdad. Esa reacción y acción popular de respuesta al intento de establecer en Venezuela una tiranía, desconocedora de los más elementales derechos humanos, no fue una respuesta focalizada, limitada. En realidad ocupó casi todos los espacios de la vida nacional.
¿Y los militares?
Mira, la gran mayoría de los militares reaccionó también. Algunos con indignación afortunadamente, otros con paciencia, con prudencia y entonces el pueblo con esa respuesta, lograron lo que mucha gente ha dicho que parece un milagro. Incluso debo decir que a mí me costaba creerlo el día que veníamos de regreso de La Orchila y volvíamos a Palacio 48 horas después de haber sido hecho prisionero. Así que para mí esa es una respuesta que recoge un sentimiento de la mayoría del país.
¿Pensó en inmolarse?
Me volví a enfrentar al mismo dilema de hace diez años. Con el riesgo de un enfrentamiento militar sangriento, con el riesgo también de que la población se lanzara a protagonizar hechos violentos. Esa madrugada entre el 11 y el 12 de abril yo tomé una decisión. Aún teniendo a mi orden directa a varios centenares de buenos soldados combatientes, incluso yo, me vestí de campaña, busqué mi fusil, me reuní con ellos y con mi equipo más cercano de seguridad. Todos ellos estaban dispuestos a morir aquí. Incluso algunos ministros, dirigentes políticos, diputados, centenares de personas que estaban llegando a esa hora a Palacio que me pedían que nos resistiéramos aquí. Pero ante la tenebrosa posibilidad de que se desatara una guerra civil, una violencia sangrienta, entonces es cuando decido entregarme prisionero. Y allá me negué a firmar lo que me propusieron varias veces, la renuncia a la Presidencia de la República. Entonces les dije que me metieran preso. Cuando me trasladaban a la bahía de Turiamo en helicóptero pensé, en algún momento, que iban a quitarme la vida. En ese helicóptero llevaba un crucifijo que me regaló un general cuando íbamos saliendo de Palacio. Y pensé: "Bueno, Hugo, hasta aquí llegaste". Aterrizamos en un sitio muy oscuro, pero no fue tal la situación. Me recluyeron allá, prisionero, incomunicado, pero no puedo decir que los muchachos me vejaron o me golpearon. Me trataron bien. Hubo mucho diálogo con aquellos jóvenes oficiales. En la medianoche, después de esa hora tensa en que pensé que iban a matarme por las circunstancias en que me movieron y el sitio donde llegamos, la hora que era y otras consideraciones más, me fui a descansar un poco y me senté en un patio a mirar las estrellas. Era una noche clara. Después de profundas reflexiones en las que pensaba en el pueblo y en las Fuerzas Armadas, concluí que en el supuesto de que no hubiese ninguna reacción ante este atropello, es que no hubiese valido la pena vivir, pero estaba completamente seguro de que sí había valido la pena, pero lo que no pensé es que la reacción fuese tan rápida, eficaz y con tanta paz.
Ahora la gente está ansiosa por ver en qué consiste esa reflexión.
Por supuesto que la gente está ansiosa por el debate nacional y esas mayorías nacionales están dispuestas a aportar lo que sea necesario.
¿El aporte es sólo suyo?
No, hay funcionarios del Gobierno, ministros, periodistas, empresarios y otros venezolanos con los que he mantenido diversas reuniones. En general, lo que hemos recogido de esa gran mayoría es una respuesta positiva al llamado al debate nacional, al diálogo, a la reconciliación.
También la Iglesia ha manifestado su apoyo.
Es más, he conversado con sus dirigentes en estos días. No sólo de la Conferencia Episcopal Venezolana, sino también con curas de parroquias y he encontrado una profunda voluntad de cooperar con el diálogo, en nombre de la mayoría de los venezolanos. También con los empresarios, desde Fedecámaras [patronal empresarial] hasta los pequeños comerciantes y empresarios, pasando por la industria y la agricultura, al igual que la gran mayoría de los sectores políticos.
Pero ese apoyo no se ha expresado, en muchos casos, públicamente.
Tengo que reconocer que algunos han respondido bien en público y otros en privado, al igual que sectores de los medios de comunicación social, editores y periodistas. Creo que en Venezuela se está dando una gran reflexión que invade todos los espacios del país.
Usted evita utilizar las palabras golpe y contragolpe, ¿por qué?
No cabe duda de que hubo un golpe de Estado.
¿Y usted protagonizó el contragolpe?
Ahí si difiero. Lo que hubo fue una respuesta popular democrática, mucha de la cual fue espontánea. Ahora es que me vengo a enterar de esa represión bestial que se desató, porque yo estaba incomunicado la mayor parte del tiempo que me tuvieron prisionero, prácticamente secuestrado. Ya tengo informes e imágenes de la represión salvaje, pero a pesar de estos hechos, el pueblo tuvo una respuesta que puede catalogarse de un contragolpe.
¿Piensa los mismo acerca de los militares?
Por el apoyo de la mayoría de los cuadros medios y también altos no podemos decir que fue un contragolpe. Fue una acción democrática y constitucional que logró restablecer el Estado de Derecho en corto tiempo.
Varias fuentes señalan que Estados Unidos colaboró en la preparación y ejecución del golpe de Estado, ¿cree que el Gobierno de Bush está detrás de todo lo ocurrido?
Yo responsablemente no puedo pronunciarme al respecto. Hay un proceso de investigación que está en marcha y tengo entendido, por las informaciones que me llegan, que incluso en el Senado de los Estados Unidos han designado una comisión para saber si hubo participación o no. Incluso me han solicitado ya entrevistas algunos senadores norteamericanos y debo recibirlos pronto. Vienen republicanos y demócratas y ya he estado haciendo algunos contactos. Los ministros de Defensa e Interior están buscando información. Pero hay que tener claro que no corresponde al Poder Ejecutivo llevar adelante ese proceso. Yo ya lo dije hace unos días. Ruego a Dios que esas informaciones sean falsas porque sería terrible llegar a una conclusión como ésa, ¿o no?
Sus palabras se han interpretado como una amenaza con respecto al petróleo que suministra su nación a Estados Unidos.
No, de ninguna manera. Mis palabras no implican ninguna amenaza. Lo que sucede es que yo soy muy católico y digo Dios mío, ¿que esto sea mentira! De todos modos, las investigaciones arrojarán verdades. Pero nuestra actitud de siempre, a pesar de que hemos tenido con el Gobierno de Estados Unidos algunos "impases" diplomáticos, unos superficiales, otros por temas más delicados y profundos, es de creer. Hace un mes recibí al nuevo embajador norteamericano, Charles Shapiro, en este mismo salón y luego conversamos como cuatro horas, unas horas en que se pusieron las cartas sobre la mesa. Y yo te repito, yo quiero creer lo que el embajador me ha dicho, yo quiero creer lo que han dicho algunos voceros del Gobierno de Estados Unidos de que ellos no apoyaron, ni apoyan, ni apoyarían ningún golpe de Estado, ningún intento de romper con la Constitución no sólo de Venezuela, sino también de América Latina y del mundo.
¿Se guarda la carta del petróleo?
No hay ninguna amenaza por nuestra parte. Nunca hemos jugado con esa carta.
¿Pero ya lo han hecho?
Si hemos jugado con esa carta petrolera ha sido, como lo saben los Gobiernos de EE UU y Europa, para garantizar el suministro petrolero a todos los pueblos del mundo. Eso sí, hemos logrado establecer la franja de un precio justo entre 22 y 28 dólares el barril. Pero nunca hemos jugado con esa carta de cerrar los grifos, todo lo contrario.
El Gobierno de Fidel Castro goza de un beneficio en cuanto al suministro de petróleo, lo que se considera como un apoyo al régimen.
A Cuba le vendemos el petróleo al mismo precio que se lo vendemos a Estados Unidos, a Panamá, a República Dominicana, a Jamaica, a El Salvador, a Italia y a cualquier otro país del mundo. Es totalmente falso que estemos vendiendo petróleo a país alguno más barato. Estaríamos violando los acuerdos de la OPEP y también las leyes nuestras.
Presidente, usted ha firmado con Castro un acuerdo petrolero muy ventajoso, ¿me lo va a negar?
Mire, no es sólo con Cuba. Ese Acuerdo Energético de Caracas lo que refleja es nuestra sensibilidad sobre todo con los países más necesitados de América Latina y el Caribe. En estos casos, un porcentaje del precio se convierte en una deuda que se va amortizando en un plazo determinado con bajos intereses.
¿Y sus buenas relaciones y admiración hacia Castro no influyen?
Mire, este es un asunto de Estado y yo soy jefe de Estado. Llevo las relaciones internacionales de un país que es independiente, soberano y está señalado en la Constitución que para mí es lo más importante después de la Biblia.
¿Me niega que tenga una amistad muy especial con Fidel Castro?
Es la misma que puedo tener con Fernando Henrique Cardoso, con el presidente Pastrana, con José María Aznar, con el Rey Don Juan Carlos, con Jacques Chirac... Éstas son amistades que están apuntaladas en las relaciones de Estado a Estado y en las relaciones internacionales.
¿Y con la narcoguerrilla colombiana de las FARC?
Es totalmente falso que tengamos relaciones especiales o de apoyo o amistad con las FARC. Lo que hemos hecho es colaborar en el esfuerzo de la búsqueda de la paz y desde ese punto de vista, hemos tenido contacto con las fuerzas guerrilleras. Y seguiremos insistiendo en que la salida para Colombia no es la guerra, sino la paz.
¿Asistirá a la II Cumbre UE-América Latina y el Caribe en Madrid?
Debo decirte que tuve el gusto de recibir la llamada del presidente Aznar hace como unas 48 horas. Conversamos un rato largo y me insistió en la invitación para que asista a la Cumbre de la Unión Europea con América Latina y el Caribe. Le dije que depende de cómo evolucione la situación acá. Pero tengo muchas ganas de ir a Madrid a esa cumbre que me parece fundamental dentro del esfuerzo de acercamiento e integración política, económica y social de Europa con América Latina. Yo soy de los que piensa que necesitamos mucho mirar a Europa y a otras partes del mundo. Soy de los que piensa que el mundo debe ser pluripolar y no unipolar ni bipolar como fue el siglo XX. Precisamente en esa dirección vamos.
¿Habló con Aznar de las solicitudes de extradición de los seis etarras que están en Venezuela?
A ver, yo también estoy muy preocupado y siempre lo he hecho saber y hemos expresado nuestras manifestaciones de pesar y dolor cada vez que el terrorismo etarra atenta contra la vida de los españoles, contra la estabilidad y la tranquilidad de los ciudadanos, siempre lo hemos hecho. A pesar de esto aquí ocurre lo mismo que con las FARC. Aquí vive un grupo de ciudadanos españoles, producto de un acuerdo, y que están señalados como miembros de Eta. Ya le he explicado esto al Rey Don Juan Carlos, al presidente Aznar y a la Prensa española. Resulta que la extradición es un proceso que ahí está y en Venezuela, a diferencia de otros países, la extradición no la decide el presidente de la República. La Constitución bolivariana, tomando en cuenta lo que es la división de poderes, le atribuye esa responsabilidad al Tribunal Supremo de Justicia y es allí donde se cursa esa solicitud. Cuente a España, sus autoridades y su pueblo, que si el Tribunal Supremo de Justicia de Venezuela consigue elementos de peso para extraditar a algunas de estas personas, tengan la seguridad de que lo haremos, pero eso tiene un procedimiento que yo no puedo violentar.
Pero puede influir, ¿o no?
Tienes que tener en cuenta que después de estos hechos que han ocurrido, se ha ratificado nuestra condición de profundamente respetuosos con la Constitución y las leyes de la República. Éste es un Estado democrático, un Gobierno democrático que garantiza los derechos humanos de todo el que viva en Venezuela.
¿Eta es para usted una banda separatista o una banda terrorista?
Mira, yo no quiero meterme en esas cosas. Ése es un asunto interno de España. Yo no soy analista español y sería hasta una falta de respeto, porque así como a nosotros no nos gusta para nada que alguien venga a calificarnos o a señalarnos con cosas internas, ése es un asunto de España. Yo no puedo entrar desde lejos a calificar asuntos como éstos. Dejo eso a los españoles.
El juez Garzón investiga el destino de fondos del Banco Bilbao Vizcaya que presuntamente se entregaron para su campaña electoral...
Y también dijeron que yo tenía una cuenta de no sé cuantos millones de dólares en ese banco, alguien dijo eso. Todo eso se ha dicho.
Se afirma que usted recibió millón y medio dólares.
Te digo que no he recibido ni un dólar de esta gente de ese banco y me place mucho que su presidente aquí en Venezuela, hace poco, lo ha aclarado y eso me basta. Lo demás que lo investiguen.
¿Hay personas ahora investigando las cuentas de su campaña?
No lo sé, de verdad que no lo sé. No he tenido tiempo de estar pendiente de esas cosas, pero hasta donde recuerdo, el señor Luis Miquelena [ex ministro del Interior] presentó los libros de las cuentas al Consejo Nacional Electoral. En todo caso, éste es un asunto de investigación. Tú sabes que los candidatos presidenciales normalmente no manejan esas cosas y, en todo caso, ante señalamientos como ésos no nos queda otra que acudir a los organismos de investigación y que todo quede claro y cristalino como el agua.
¿Cree usted que el presidente Aznar y su Ejecutivo participaron de alguna forma en el golpe?
Creo en lo que Aznar siempre me ha dicho. No tengo ninguna razón para dudar de su palabra. Creo en lo que me ha comunicado por teléfono al manifestarme su apoyo, también al Gobierno venezolano y a su institucionalidad. Pienso que España viene de horrendas dictaduras y no creo que José María Aznar, que ha dado ejemplo de respetar esas instituciones y de aportar a la democracia española, vaya a estar apoyando este horroroso intento de instalar en Venezuela una dictadura, de ese momento en que se manifestó el más rancio gorilismo latinoamericano, que aquí se le vieron el hocico y los dientes. Así que yo asumo la seriedad del presidente y estamos dispuestos a seguir trabajando con España y a seguir buscando mecanismos de cooperación y lo demás, bueno, es lo mismo que te dije en el caso de Estados Unidos, que investiguen los que tengan que investigar. Pero repito: creo en Aznar y creo en la palabra de Aznar.
Usted mantiene un discurso muy duro contra los medios, incluso contra la Prensa española.
Se ha demostrado de manera reiterada el más profundo respeto a la libertad de Prensa, de expresión y de pensamiento. Hemos navegado en ella y cuando respondo es porque hago uso de esa libertad de expresión. Pero aquí nadie puede decir que hemos censurado a un medio, que lo hemos cerrado, ni siquiera en estos días. Lo que sí hemos hecho es un llamado nacional que tiene resonancia. Aquí vimos la autocensura en los días del golpe y lo que pedimos es que los medios de comunicación cumplan de verdad con su función de informar y de criticar, pero que se aferren a la ética, que sean leales con el país, que traten por igual a todos los sectores, que no ejerzan la tiranía mediática. Incluso el Papa lo decía y ¿quién puede pensar que el Papa quiere censurar?
No me ha dicho nada de la Prensa española.
Ojalá que LA RAZÓN sea la razón de verdad.
Hay muchas razones en el mundo...
Pero que se respeten todas, que no sea sólo una, cada quien tiene sus razones. Mira, no quiero referirme de manera particular a ningún medio, ni tampoco es España en particular. Creo que cuando me referí a la Prensa española lo hice por una situación coyuntural, sobre todo por este asunto de los etarras porque hemos sido maltratados con ese tema, más bien incomprendidos. No es justo que el pueblo español reciba esa lluvia de desinformaciones que muchas veces están reñidas con la ética o la verdad. Hago un llamado a la reflexión, que no debe tomarlo España o sus periodistas como un ataque a los medios, para ellos todo mi respeto y mi afecto. Estamos a la orden para contribuir a aclarar las dudas que puedan tener.
¿No cree que esas críticas son por la falta de contundencia en sus mensajes de condena al terrorismo?
Óyeme una cosa, ¿que yo he sido poco contundente a nivel internacional? Creo que no. Pienso que el reconocimiento internacional que ha habido ante este atropello ha sido esplendoroso. Entonces yo te pregunto: ¿qué entiendes por contundencia cuando me dices eso?
Presidente, usted mismo hace referencia a la firme actitud que asumió la comunidad internacional ante el golpe al decir no. Y esa fuerza no caracteriza sus manifestaciones sobre el terrorismo. Le falta fuerza en su palabra para denunciar a determinados grupos.
No es así, de verdad que no. En el caso de Colombia hemos denunciado cuando hubo secuestros, cuando se rompió la Mesa de Diálogo emitimos un comunicado muy contundente. Cuando en España han ocurrido hechos horrorosos del terrorismo de Eta, hemos sido contundentes y hemos llamado al Rey y a José María. También emitimos comunicados de la Cancillería y de nuestra Embajada en Madrid. Para mí esa es una actitud muy clara. Condenamos todo tipo de terrorismo en el mundo. Hemos sido muy contundentes y repetimos que somos un pueblo y un Gobierno amantes de la paz, no pregonamos la guerra y mucho menos el terrorismo. Respetamos a todos los pueblos del mundo y su soberanía, pregonamos la idea bolivariana de la integración de los pueblos. Más contundencia no se nos puede pedir.
Lisette BUSTAMANTE
Tras cinco días de espera, tras cinco días en que las horas parecían meses, en que la entrevista se acercaba y se alejaba, en que conversar con Chávez se convertía en el mayor reto de estos días, por fin a las cinco y diez de la tarde, (casi media noche en España), en el Salón Sol del Perú del Palacio de Miraflores, entró un presidente de Venezuela sonriente que saludó a todos para luego intercambiar unas risas.
Me reencontré con un Chávez distinto al que había conocido en la X Cumbre Iberoamericana de Panamá, hace ya más de un año. Su rostro reflejaba tranquilidad y sus palabras fluían, sin apelar a las ya conocidas acusaciones y agresividad que ha caracterizado su discurso en estos más de tres años de mandato. Tenía ante mí a un Hugo Rafael Chávez Frías que se muestra reflexivo, moderado, evitando en todo momento ese estilo autoritario que ha utilizado en su revolución bolivariana. Insiste en que ha aprendido una gran lección, al parecer, "huir hacia delante", convencido de que es un presidente electo, que si respeta las libertades democráticas, lo que casi nadie cree, merece el beneficio de la duda. Una de sus más cercanas colaboradoras es la viceministra de Gestión Comunicacional del Ministerio de la Secretaria de Presidencia de Venezuela, Teresa Maniglia, quien el pasado lunes, cuando se confirmó que esta entrevista sería realizada, nos dijo a los equipos de Telecinco, Televisión Gallega y LA RAZÓN: "Yo no quiero que me digan lo que le van a preguntar; yo no voy a inmiscuirme en su trabajo, lo único que les pido es que le den una oportunidad a Venezuela. Este pueblo se merece que nos den un tiempo para que vean lo que queremos hacer". Teresa permaneció hasta el último momento en el Palacio de Miraflores hasta que pudo "escapar" e incorporarse a los miles de venezolanos que insistentemente reclamaban el regreso del presidente Chávez.
El día 13 de abril el depuesto mandatario regresó a la sede gubernamental. Desde mi llegada a Miraflores, confieso que observé que tanto Teresa como Carlos Javier Rojas, director de Prensa del Gobierno chavista, se esmeraban en atender las reclamaciones de los periodistas que habíamos logrado acceder al Palacio presidencial. Los móviles no paraban de sonar. La espera y la elevada temperatura del aire acondicionado hacían larga y desesperante la espera. En el Salón Ayacucho estábamos unos pocos. Sin embargo, en el patio que colinda con el edificio donde trabaja el presidente estaban todos los periodistas que no querían perderse ni el más mínimo segundo de un momento de la historia de este país y de este Continente.
La Prensa española estaba toda. Mostrábamos ansiedad por conocer los detalles de un golpe y contragolpe que habían conmovido al mundo. El regreso triunfal del presidente venezolano parecía un espectáculo. Tres helicópteros sobrevolaban la sede presidencial. La gente, en las calles aledañas, gritaba y aplaudía. Por fin, los focos de las cámaras de TV y de fotografía iluminaban al mandatario que no dejaba de sonreír. Unos pocos logramos llegar a su lado, lo necesario para decirle que este diario quería hablar con él.
Horas antes, en el Salón Ayacucho, al presentarme ante Rojas y manifestarle el interés de este diario por entrevistar al mandatario, la expresión no dejó ningún resquicio de duda. En Venezuela y en su Gobierno saben que este periódico es el que más critica la gestión chavista y su estilo autoritario. Todas las cartas quedaron sobre la mesa. Sólo quedaba insistir, perseverar para lograr esta entrevista, resistir las largas horas de espera, las más de diez llamadas de teléfono diarias a Rojas y Teresa. Por fin, el pasado lunes 22 de abril, Chávez confirmó que conversaría con LA RAZÓN y el martes por la tarde comenzó la primera entrevista que concedió el presidente venezolano, tras el golpe militar del 11 de abril, a un periódico español.
Tomado de Red Bolivariana