17 de marzo

4 de febrero de 2006

LOS CONFLICTOS EN INVEPAL

Trabajadores de Invepal Maracay

El año pasado, el gobierno del presidente Chávez decretó la creación de la Industria Endógena de Papel S. A. (INVEPAL) después de haber ordenado la expropiación de los activos de la empresa VENEPAL, la cual había caído, luego de prolongada agonía, víctima de una quiebra provocada por sus directivos. Como Presidente de la empresa fue nombrado el Sr. Edgar Peña, quién posteriormente se haría más conocido por los venezolanos que siguen el proceso por sus frecuentes apariciones en Televisión. Edgar Peña era uno de los trabajadores que habían tomado las instalaciones de Morón y habían sostenido una lucha de nueve meses hasta conseguir la creación de INVEPAL. Las acciones de la naciente empresa fueron repartidas quedándose el gobierno, a través del MINEP, con el 51% de las acciones y el otro 49% quedó en manos de la cooperativa "COVINPA", creada por los trabajadores y uno de cuyos socios era Edgar Peña.

La empresa VENEPAL al entrar al estado de atraso que precedió la declaración de quiebra, estaba constituida por la planta de Morón, llamada Molino Morón, que contaba con unos tres mil trabajadores en sus mejores tiempos. Esta la era la única empresa de VENEPAL en que los empleados tenían derecho a sindicalizarse. Edgar Peña era el Secretario General del Sindicato. Las demás plantas que constituían VENEPAL eran: PAVENCA (cartón corrugado) situada en Valencia, Fábrica de Cuadernos situada en Maracay, CAPARE (papeles recubiertos) en Maracay, Plásticos Tauro y Fábrica de Tiza La Nieve en Miranda, estado Carabobo. Acababa de cerrar otra planta de cuadernos llamada Convertidora Royal perteneciente al grupo PAINCA recién apropiada por VENEPAL. También estaban en proceso de cierre una cadena de tiendas con sucursales en varias capitales del país. Además, VENEPAL era propietaria de inversiones en el oriente del país y en el exterior, entre otras, VENEPAL Colombia, Ofiescolares también en Colombia, Globo Corporation en Puerto Rico, VENEPAL de México, etc. Como Secretario General del Sindicato más grande de las empresas de VENEPAL, Edgar Peña fue nombrado por el tribunal que conoció de la medida de atraso como miembro de la comisión de vigilancia.

La deuda estimada de VENEPAL con los trabajadores (pasivo máximo), para ese entonces era de 14 a 15 millones de dólares. VENEPAL vendió la empresa PAVENCA y la máquina 4 de Morón a SMURFFIT con lo cual está última pasó a ser monopolio de cartón corrugado en Venezuela. También vendió las empresas del exterior y la planta de Miranda en el estado Carabobo, la máquina de fabricar cuadernos doble espiral y su correspondiente formadora de alambre. Nada más por la venta de PAVENCA recibió 18 millones de dólares. Como miembro de la comisión de acreedores, Peña conoció de las ventas de activos de VENEPAL.

Pero VENEPAL no tuvo dinero para pagar a sus trabajadores. Ni siquiera los que trabajaban en las empresas puestas en venta cuyos compradores exigieron a VENEPAL la entrega libre de pasivos laborales por lo cual, traicionados por sus respectivos sindicatos, los trabajadores firmaron Transacciones desventajosas y la promesa de un posible empleo con el nuevo patrono.

Los trabajadores de Maracay fueron despedidos en pequeños grupos. Muchos fueron coaccionados para firmar la renuncia como única manera de cobrar su liquidación. Los que no firmaron debieron entablar pleito. Entre tanto se declaró la quiebra. En Morón un grupo de 250 trabajadores (en total eran 1800 cuando se produjo el cierre de la empresa), tomaron la empresa durante 9 meses. Hay unas cuantas diferencias, además de las ya expuestas, entre la situación de los trabajadores de Morón y los de las otras plantas. 1) En Morón la toma fue encabezada por el sindicato que estaba dominado por empleados. En las demás los empleados no estaban sindicalizados y los obreros fueron traicionados por sus respectivos sindicatos. 2) En Morón existe un campamento y muchos de los trabajadores que tomaron la empresa vivían en él. 3) La situación económica de los trabajadores que efectuaron la toma era mejor. Una caravana de protesta de los 250 trabajadores era interminable porque un 80% de ellos tenía carro. 4) El haber pertenecido al comité nombrado por el tribunal le dio a Edgar Peña una gran desenvoltura en círculos de poder lo cual ahora aprovecha muy bien.

Cuando se produjo el Aló Presidente en el cual se presentó al país la nueva empresa y su flamante presidente todos dimos por hecho que la totalidad de los trabajadores y la directiva de INVEPAL tenían que ser grandes revolucionarios, gente de aguerridas luchas que estarían dispuestos a darlo todo por sacar adelante el proyecto que el gobierno trazó, el cual no solamente incluía el rescate de la industria y la generación de empleos, sino el convertirse en un centro endógeno que irradiaría beneficios para la comunidad. Sin embargo, dentro del grupo que constituiría la cooperativa había conflictos y una gran división que se mantuvo subterránea porque se les dijo que si el Presidente llegaba a ver el menor signo de división no firmaría el proyecto. Pero se comenzó con muchos errores. La cooperativa se estaba improvisando y todavía no tenía ni siquiera los estatutos. El decreto que creaba la junta directiva de la empresa no establecía tampoco el procedimiento para renovarlo o cambiar su composición dejando que el mismo directorio sea quien elabore los estatutos, de manera que tenderá a perpetuarse. Los miembros del sindicato acapararon los cargos. Por ejemplo, Edgar Peña es presidente de INVEPAL, pero también forma parte de la directiva de la Cooperativa. Como Presidente de la Cooperativa quedó Alexis Hornebo quien también es miembro del directorio. Ambos eran sindicalistas de VENEPAL.

Contrataron como Gerente General a Armando González, quien era uno de los ejecutivos de VENEPAL y mantiene contacto con ellos en Miami y Santiago de Chile. Como Gerente de Ventas a Mireya de Toledo, gerente de tiendas de VENEPAL. Estas dos personas siempre andan juntas, compran y venden a discreción, sin mucho control. De hecho, muchas compras han resultado en pérdidas cuantiosas por errores en las especificaciones o malas decisiones al seleccionar el proveedor. Las ventas se han convertido uno de los puntos más débiles de la nueva empresa porque a la Gerente de Ventas se le ha permitido meterse en todas las operaciones de la empresa y sus intereses como vendedora muchas veces están en conflicto con lo que deberían ser los intereses de la empresa. También nombraron un asesor legal venido del INCE, Gilberto Torrealba que resultó de lo peor. Ya veremos por qué.

Los registros contables parecieran hechos sobre panelas de hielo. Dos administradores han renunciado por resultarles demasiado difícil tratar de cuadrar las cuentas.

Para mayo del año pasado, el Presidente Chávez les exigió, como parte de los planes de generar empleo y de cumplir objetivos de tipo social, arrancar cuanto antes la producción de cuadernos en la planta de Maracay. Mercal hizo un pedido grande de cuadernos, al igual que algunas gobernaciones y alcaldías.

La cooperativa seleccionó como coordinadores responsables del arranque de la planta de Cuadernos de Maracay a 5 socios, encabezados por Javier Flores quien había trabajado en la Convertidora Royal de Maracay, ya mencionada, pero había ido a parar a Morón cuando VENEPAL decidió cerrarla. También se tuvo en cuenta que Javier vivía en Mariara, a 15 minutos de la planta de cuadernos. Sin embargo, tanto él como los otros, decidieron tomar como vivienda varias oficinas del antiguo edificio administrativo de la planta, incluyendo la de la antigua presidencia la cual tiene baño privado.

En la prensa había salido un aviso donde se ofrecía a los ex trabajadores de VENEPAL que estuvieran desempleados acudir a la oficina del Ministerio del Trabajo a inscribirse para formar parte del equipo que rescataría la planta. Ya sabíamos que Chávez no se olvidaría de nosotros.

Chávez no. Pero nuestros antiguos compañeros de trabajo, ahora socios de la cooperativa, si. La planilla que llenamos en el Ministerio del Trabajo fue una farsa. Nunca nos llamaron. Tuvimos que ir a la planta y pasar varios días (algunos pasaron meses) de sol a sol y al sol, llenando todos los días unas listas hasta que al fin logramos entrar (161 trabajadores en tres lotes). Otros fueron rechazados. Nos habíamos creado ilusiones de que pasaríamos a formar parte de la cooperativa y que las cosas ahora serían muy diferentes a cuando teníamos a VENEPAL como patrono. Ni lo uno ni lo otro. Los coordinadores aprovecharon para meter como trabajadores a sus familiares: hermanos, hijos, compadres, concubinas, tíos, etc. Solamente Javier Flores metió más de 16.

Debimos firmar un contrato de trabajo por un mes a nombre de la cooperativa. No nos dieron copia. Cuando cobramos nuestro sueldo tampoco nos dieron recibo de pago. Algunos pidieron Constancias de Trabajo pero les dijeron que no podían emitirlas. Nunca se cotizó el SSO. Con todo eso arrancamos los trabajos de rescate, recuperamos, reconstruimos, construimos, pusimos a funcionar y para julio comenzaron a salir los cuadernos, aunque un poco tarde para cumplir con el pedido de Mercal.

Los 5 cooperativistas que ejercen el cargo de coordinadores lo hicieron muy bien, pero solo al comienzo. Muy pronto comenzaron a ejercer el papel de patronos capitalistas y se hicieron bien chocantes. El trato se degradó hasta llegar a ser pésimo. El abogado Torrealba se paseaba por la planta y por donde pasaba siempre quedaba una mujer llorando, un trabajador ofendido, otro con ganas de caerle a golpes pero conteniéndose. Siempre andaba amenazando a los trabajadores con no renovarles el contrato. A otros llegó a amenazarlos con acciones legales. Por ejemplo, a la muchacha que resultó que estaba embarazada.

El problema más grave se presentó porque nosotros nos tomamos muy a pecho lo del trabajo cooperativista y a veces sin darnos cuenta actuábamos como si fuéramos socios de la cooperativa, lo cual irritaba mucho a los verdaderos socios. El esfuerzo que debimos hacer para poner en funcionamiento la maquinaria y acondicionar la planta, que había estado abandonada por unos dos años, fue inmenso y requirió que trabajáramos en turnos de 12 horas diarias, incluyendo sábados y domingos, por lo menos durante tres meses consecutivos, tratando de cumplir los compromisos adquiridos, hasta cuando se vio que era imposible y Mercal decidió no recibir más nuestros cuadernos. Entonces el trabajo se normalizó.

En ese torbellino que significó el arranque de las operaciones muchas cosas se hicieron de manera informal, sin mucho papeleo, y lo vimos con preocupación. Siendo concientes de que, por falta de controles, los bienes de la empresa se estaban perdiendo, tratamos de reunirnos para organizarnos mejor y tomar medidas. Los socios de la cooperativa vieron esta reunión con malos ojos.

Le planteamos a los directivos el problema proponiéndoles la adopción urgente de normas y procedimientos para la entrada y salida de bienes, incluyendo el uso de documentos de control, los cuales nosotros mismos diseñamos. Los directivos estuvieron de acuerdo y entonces se redactó un breve manual de normas y procedimientos el cual firmaron: Edgar Peña, presidente de la empresa; Alexis Hornebo, presidente de la cooperativa; Armando González, Gerente General; Gilberto Torrealba, asesor legal; Javier Flores, coordinador jefe de la planta.

Al día siguiente, un compañero nuestro quien ejercía funciones de Seguridad Integral se sintió autorizado para hacer cumplir el procedimiento y se situó en la vigilancia para ejercer el control y comenzó a exigir la documentación requerida para la salida de materiales. Ardió Troya.

Los coordinadores, molestos, no querían cumplir con la norma y ante la exigencia se veían obligados a presentar documentos de salida. Tales documentos debían ser del tipo especificado en la norma (nota de entrega, autorización de salida de activo fijo, nota de devolución, etc., según el caso), pero ellos con manifiesta prepotencia simplemente llenaban a veces papeles simples manuscritos sin numeración y sin sello, y comenzaron a amenazar al vigilante con despedirlo.

Según este trabajador las irregularidades observadas representaban sumas de dinero cuantiosas. Si bien es cierto que no necesariamente demostraban que hubiera un ilícito, si dejaba mucho que desear de la pulcritud con que debía manejarse unos bienes que realmente no eran de los cooperativistas, sino del pueblo. También era evidente que tales documentos no constituyen un soporte adecuado para un registro contable por tanto estamos completamente seguros que la contabilidad de la empresa no aguanta una auditoría seria y pensamos que tal vez es esa la razón de que los administradores que han contratado renuncien tan rápidamente al cargo. Se observaron notas de entrega al detal hechas en hojas de "taco mensaje", notas de entrega al mayor hechas sin numeración, sin nombre ni dirección del cliente. El chofer que sacaba la mercancía es familiar de quien la despachaba.

Salieron camiones llenos de chatarra calificados como basura. Salida de donaciones a media noche. Camiones que salían cargados de desperdicio de Maracay hacia la planta de Morón que regresaban en menos de dos horas (un camión entre viaje y descarga debía tardar más de cuatro horas en regresar) y sin el correspondiente sello de recibido en Morón lo cual creaba suspicacias. Los coordinadores tenían la llave del almacén de productos terminados y por la noche, sin presencia de la persona encargada del almacén, metían y sacaban mercancía (ellos mismos manejaban los montacargas).

Como los coordinadores vivían en las oficinas administrativas, era frecuente que los fines de semana se consumiera licor dentro de las instalaciones. La ambulancia, que nunca se utilizó para trasladar a un enfermo, salía a media noche a buscar licor. Uno de los coordinadores llevó un perro Pitbull que se paseaba por la planta a cualquier hora. Un día el perro mordió a un trabajador. Este "accidente", al igual que otros accidentes laborales que ocurrieron, no se reportaron nunca.

Como consecuencia de las acciones de vigilancia, las medidas de presión sobre los trabajadores fue mayor. Los trabajadores trataron de hablar con Alexis Hornebo o con Edgar Peña porque creían que dichos directivos ignoraban lo que estaba ocurriendo, pero ellos se negaron a hablar con los trabajadores. Fue entonces que hicimos una asamblea y acordamos hacer llegar una carta a la Asamblea General de la Cooperativa en busca de que la Asamblea nombrara una comisión y ordenara una investigación de lo que estaba pasando en Maracay. Como los coordinadores se enteraron de la asamblea y del contenido de la carta, arreciaron las amenazas contra los trabajadores. Con la esperanza de quitarle la carta antes de que llegara a Morón, le quitaron la oficina a la persona que ellos pensaban que la tenía y le prohibieron entrar a la planta (solo tenía derecho a permanecer en la vigilancia). Después despojaron a otros trabajadores de las llaves de las oficinas que ocupaban. Solamente ellos, los cooperativistas, que eran los dueños, tenían derecho a tener llaves de oficinas.

La carta finalmente llegó a Morón, pero en forma clandestina y solamente copias, porque la original fue entregada de buena fe al presidente de la cooperativa, Alexis Hornebo, quien obviamente no la dejó llegar a la Asamblea General.

Como las irregularidades contra los trabajadores y contra los bienes de la compañía se seguían cometiendo impunemente, tomamos la decisión de enviar una comisión para que hiciera la denuncia en otras instancias.

Acudimos al Ministerio del Trabajo tanto en Maracay como ante la Procuradora General del Trabajo, Dra. Xiomara Cardozo. Esta última persona se manifestó abiertamente a favor de los directivos de INVEPAL, a quienes hizo llegar los nombres y número de cédula de los tres trabajadores comisionados así como copia vía fax del documento que los trabajadores le entregaron. Esto sirvió para que los trabajadores fueran amenazados de despido, que no se llevó a cabo en el momento porque el documento que entregaron estaba respaldado por más de 140 firmas, es decir el 87% de los trabajadores contratados.

La denuncia también fue llevada a SUNACOP y al INPSASEL. Esta última institución como garante que debería ser de las condiciones mínimas de ambiente laboral tanto físico como psicológico. Ninguna de las instituciones actuó.

El 5 de noviembre de 2005 se reunió la Asamblea General de la Cooperativa. Nosotros prácticamente no teníamos contacto con ella. Sin embargo, los cooperativistas de Morón estaban enterados de algunas de las irregularidades cometidas en Maracay, pero sobre todo sabían que los directivos tanto en Morón como en Maracay no estaban cumpliendo con las obligaciones que se les habían impuesto, por tanto, la asamblea decidió, con una votación del 93%, cambiar la directiva de la cooperativa. Como nuevo presidente quedó electo el Sr. Ramón Lagardera en sustitución de Alexis Hornebo.

El 7 de noviembre nos enteramos que a Morón se habían presentados personeros del MINEP o de MILCO quienes no reconocían la revocatoria de la directiva de la cooperativa. Ante la presión, la Asamblea General se reunió nuevamente y se hizo una votación reafirmatoria que dio el mismo resultado: la destitución de la directiva.

El 8 de noviembre se presentó el Sr. Alexis Hornebo en Maracay con una persona que se identificó como el nuevo asesor legal de la empresa. Los trabajadores contratados fueron reunidos en dos grupos de 60 para informarles que la empresa había decidido prescindir de sus servicios debido a que ya no había casi producción. 𧕠 trabajadores! Obviamente, en la lista estaban los tres trabajadores que habían ido al Ministerio del Trabajo en Caracas, pero en cambio no había ni uno solo de los familiares y allegados de los coordinadores. La lista estaba conformada casi en su totalidad por mano de obra calificada. Parecía que los directivos se habían vuelto locos. Lo cierto es que estaban creando un grave problema ejerciendo una medida totalmente opuesta a lo ordenado por el ciudadano Presidente de la República en cuanto al objetivo primario de generar empleo. Y a menos de un mes de las elecciones parlamentarias. En completa sincronización con otras acciones conspirativas que estaban ocurriendo en el país.

Como consecuencia, la planta se paralizó. Los trabajadores todos se quedaron dentro del perímetro de las instalaciones de la empresa, aunque por fuera de la planta y del edificio administrativo que fueron tomadas por los directivos y coordinadores. Los trabajadores se quedaron dentro de la cerca pero por fuera de los edificios. Inmediatamente se hicieron presentes los medios de comunicación y algunas personas del mundo político del estado Aragua que manifestaron su solidaridad con los trabajadores.

También se hicieron presentes representantes del Ministerio de Industria Ligera y Comercio (MILCO), encabezados por el Sr. Gerardo Tobar, quienes trataron de crear confusión y división entre los trabajadores. Estos funcionarios evidentemente tienen que ver con el despido masivo.

El día 10 de noviembre se hizo presente la Procuradora General del Trabajo, ya mencionada, con otros dos funcionarios del Ministerio del Trabajo. Hicieron una reunión en la cual una representación de los trabajadores expuso nuevamente sus denuncias y otra reunión con los denunciados. Al final, se presentaron a altas horas de la noche en el comedor de la empresa a donde convocaron a los trabajadores para que oyeran la propuesta que hacía la directiva de la empresa. En esta reunión la funcionaria se tomó la libertad de insultar groseramente a uno de los trabajadores ante la protesta general de los demás trabajadores. Al final los directivos acordaron lo siguiente: 1) bajar el número de personas despedidas a 40. 2) el Ministerio del Trabajo a través de su Agencia de Empleo de Aragua haría un estudio socio laboral para determinar las personas que serían despedidas. 3) las 40 personas despedidas no quedarían desamparadas porque serían absorbidos por la Misión Vuelvan Caras quien los capacitaría y les facilitaría la creación de una cooperativa. 4) La empresa retiraría de la planta de Maracay a los 5 coordinadores.

El supuesto estudio se basó en el llenado por parte de todos los trabajadores de una planillita escueta con algunos datos del trabajador no verificados. Los representantes de la Agencia de Empleo del Ministerio del Trabajo desaparecieron.

El día siguiente fue bastante tenso. Se presentó el Sr. Américo Mata, representante del gobierno en el directorio de la empresa, y nos convocó a una reunión. Se mostró muy cordial y al ser preguntado al respecto afirmó que el motivo del despido no era por falta de recursos de la empresa. Entonces los trabajadores le hicimos varias propuestas para que no se llevara a cabo la medida de despido y él se comprometió a estudiarlas.

En horas de la tarde se presentaron tres autobuses vacíos que entraron al estacionamiento. Como no había comunicación con los directivos de la empresa se especuló mucho al respecto. En un momento corrió el rumor de que los autobuses habían traído a socios de la cooperativa desde Morón quienes venían con palos a sacar por la fuerza a los trabajadores. Después nos enteramos que el rumor si era fundado. Edgar Peña se había presentado por la mañana con los tres autobuses en Morón tratando de reclutar cooperativistas para venir a Maracay a desalojarnos por la fuerza, pero nadie quiso montarse. Después nos hicieron creer que los autobuses estaban destinados a llevar a cada uno de nosotros para sus casas después de un arreglo amistoso.

Nuevamente a las 3 de la mañana se presentó Edgar Peña y su séquito a donde estaban los trabajadores descansando y con grandes voces y violencia verbal, amenazándolos con desalojarlos por la fuerza y llevarlos a tribunales, etc., los convocó a que firmaran la renuncia para poder firmar un nuevo contrato con una figura de sustitución de patrono. Los familiares y allegados de los coordinadores firmaron de inmediato. Algunos otros quisieron firmar también pero pidieron ver el nuevo contrato. Le contestaron que solamente podrían verlo después de firmar la renuncia. Era obvio que se trataba de una trampa y un chantaje de lo peor. La gran mayoría de los trabajadores se negó a firmar. En ese momento tuvimos bien claro por primera vez la clase de personas que eran Edgar Peña y Américo Mata. Eran unos farsantes.

Al día siguiente ser presentó un grupo de la Guardia Nacional y entraron al perímetro de la planta. Se dijo que Edgar Peña había sobornado a alguien y ahora la Guardia Nacional nos iba a desalojar. Casualmente entró una llamada de la Defensoría del Pueblo y ante nuestro temor expresado de que la Guardia Nacional nos agrediera pidió hablar con el comandante del grupo y obtuvo que se nos garantizara que no habría agresión. Pero de todas manera la Guardia Nacional no fue imparcial. A los trabajadores nos aplicaron una medida de que quien saliera de la planta no podría entrar nuevamente. En cambio los directivos y los cooperativistas si podían hacerlo. La otra medida de presión existente era nuestro sueldo que no lo habían pagado y que se negaban a hacerlo si no firmábamos la renuncia.

Ante la parcialización total de las instituciones y funcionarios que estaban para defender los derechos de los trabajadores estábamos completamente desamparados. De manera que muchos trabajadores al correr el tiempo se fueron rindiendo y abandonaron la planta. Algunos de ellos aceptaron el chantaje y firmaron. Es de notar que en la firma de la renuncia y del nuevo contrato por parte de los trabajadores que lo hicieron estuvo presente una Procuradora del Ministerio del Trabajo de Maracay de nombre Elianeth W., quien llegaba y se iba de la planta escoltada por los directivos. Al cabo de tres semanas no quedaba ningún trabajador en la planta.

Los trabajadores que quedamos en la calle somos casi todos ex trabajadores de VENEPAL a quienes se nos niegan los derechos. El principal pretexto por el cual nosotros no tenemos derecho a pertenecer a la cooperativa es que no estuvimos en la toma de Morón. Nos parece un argumento bien escuálido. Los demás socios de la cooperativa se debaten entre ofrecernos su apoyo abiertamente o mejor ver los toros desde la barrera y no arriesgarse a tener que compartir sus excedentes. Nuestro criterio es que debemos a toda costa luchar por lo que nos corresponde principalmente porque es nuestro deber y nuestro derecho ejercer la Contraloría Social y hacer que salgan del proceso los parásitos infiltrados que se ponen una boina roja solamente para llenarse ellos los bolsillos pero su actitud antirrevolucionaria los delata. Si esos saboteadores se quedan en INVEPAL la empresa quebrará y querrá decir que la revolución bolivariana estará perdiendo la batalla.

Desde que se inició el conflicto hemos acudido a múltiples instancias llevando la denuncia y buscando apoyo. Nos hemos dado cuenta de que casi siempre nos preceden los contactos que tienen los directivos de INVEPAL (Edgar Peña y Américo Mata) quienes nos difaman diciendo que somos escuálidos sindicalistas. Las dos cosas son absolutamente falsas. Lo que si es demostrable completamente es que por lo menos Edgar Peña y Alexis Hornebo lo son. Lo que nos causa extrañeza es que una autoridad de este gobierno revolucionario se ponga en guardia ante la palabra "sindicalista". No lo somos, pero no entendemos que un revolucionario bolivariano esté predispuesto contra algo que es pleno derecho de cualquier ciudadano y que está consagrado en la Constitución Bolivariana y las leyes. Por lo menos deberían disimularlo.

Lo cierto es que en todas partes nos han pedido información, nos han atendido amablemente, pero nada han hecho (SUNACOOP hizo una fiscalización de la cooperativa el 11 de noviembre cuyo resultado demuestra que sus ex directivos dejaron de cumplir totalmente con sus obligaciones, pero no ha tomado ninguna medida). Mientras tanto, en la Fábrica de Cuadernos, sigue habiendo tres clases de trabajadores: cooperativistas que se comportan como los propios dioses, trabajadores contratados familiares y allegados de los dioses y los otros. Los 5 coordinadores encabezados por Javier Flores permanecen allí como una burla, maltratando a los trabajadores, haciendo lo que les viene en gana sin control. Los contratados enfrentan la amenaza de que ahora en febrero se les vence otra vez el contrato, el que hicieron con la figura ficticia de sustitución de patrono, y están rogando a Dios que nosotros tengamos éxito en nuestra denuncia y alguna autoridad le de por acercarse a la planta a investigar y los entreviste en un ambiente que les permita expresarse libremente y levante un informe que vaya a la instancia más alta para que se tomen sin dilación las medidas que haya que tomar para que se respete la ley y la moral que debe prevalecer en una empresa bolivariana. Además, aplicando su acostumbrada metodología, han contratado otros 20 nuevos trabajadores quienes no tienen absolutamente ninguna experiencia en los procesos productivos.


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