18 de julio de 2006
Trabajadores despedidos de INVEPAL
Pretender
hacer socialismo sin que participe la clase trabajadora es
algo así como tratar de hacer una buena salsa napolitana, sin
tomate. Se trata del ingrediente principal e insustituible.
Una salsa así es la que se está tratando de cocinar en
Invepal.
Apenas arrancó la anterior junta directiva de
la empresa, presidida por Edgar Peña y funcionarios del MINEP,
ignorando las protestas de los trabajadores, nombraron un
“Gerente General” poniendo en ese cargo a un antiguo ejecutivo
de Venepal, con muchos años de experiencia en cargos
gerenciales al mando de quienes llevaron la empresa a la
quiebra, con marcados prejuicios y desprecio hacia los
trabajadores. Este nombramiento, que a la vista de cualquier
capitalista era lógico y estratégico, puso de manera inmediata
una barrera a la ansiada cogestión y marcó los inicios de una
serie de contradicciones que muy pronto condujeron a la actual
crisis que amenaza con agravarse y dar al traste con un
proyecto socialista emprendido por el presidente Chávez y
apoyado con mucha convicción y esperanza por los
trabajadores.
La primera contradicción, a nuestro
juicio muy difícil de resolver, se produce por la creación de
la empresa como una Sociedad Anónima con dos socios, uno de
los cuales es la cooperativa conformada por los ex
trabajadores de Venepal que habían tomado la empresa cuando
ésta fue llevada a la quiebra. Tanto la empresa como la
cooperativa son figuras comerciales capitalistas, regidas por
leyes capitalistas. Puesto que conseguir un marco legal para
el desarrollo de empresas en cogestión no se hace de la noche
a la mañana, se optó por esta solución, pero se olvidaron de
tratar de subsanar la falla a través de los estatutos. Para
más colmo, la cooperativa se endeudó con un cuantioso préstamo
equivalente a su 49% de participación (más de seis millardos).
Obligada a responder por un dinero que ni siquiera vieron y
que desconocen donde está o en qué se ha gastado, se vio
impelida a obrar ni más ni menos que como cualquier
explotador, aprobando la contratación de antiguos compañeros
de trabajo bajo peores condiciones que las que imperaban en
Venepal. Cuando pasó la temporada escolar el año pasado, el
Gerente General sacó cuentas y convenció a los directivos de
la cooperativa de ese entonces, quienes para ese momento ya se
comportaban como magnates, que era conveniente reducir costos,
para asegurar las ganancias, y por eso había que llevar a cabo
un despido masivo. 120 ex trabajadores de Venepal fueron
botados a la calle injustificadamente.
Como
consecuencia de las muchas contradicciones existentes, el
proyecto original está totalmente sin cumplir, es más,
pareciera que se ha retrocedido, porque se han gastado
cuantiosos recursos para unos resultados demasiado pobres, y
no estamos hablando de aspectos monetarios, hablamos de hechos
sociales. Por ejemplo, el proyecto original preveía la
generación de más de 2.000 empleos directos. Hoy en día
solamente hay 600, discriminados en por lo menos dos grupos:
los cooperativistas que suman algo más de 300 y los
contratados. Además, un gran número de burócratas que han
encontrado un terreno llano para jugar a gerenciar una
empresa, sabiendo que en una empresa privada no podrían
hacerlo porque allá los obligarían a trabajar. Esta carga
burocrática ha de ser soportada por los trabajadores que son
quienes hacen el trabajo. Los que si están en la calle todavía
son los trabajadores víctimas del despido masivo injustificado
de noviembre de 2005, porque si bien es cierto que el
Ministerio del Trabajo ha estado presente desde el día del
despido, lo ha hecho para parcializarse a favor de la
directiva de Invepal. Cuando los representantes de MILCO
expresan a través de los medios preocupación porque la
cooperativa está pidiendo el despido injustificado de ocho
trabajadores, omite decir que dentro de los ocho
“trabajadores” que la cooperativa pide sacar de la empresa
está el “Gerente General”, la gerente de ventas (que se mueve
cuando las ventas dan buena comisión), la Jefe de Personal y
los antiguos directivos de la cooperativa quienes fueron
expulsados de ella en asamblea general por no cumplir sus
obligaciones y no entregar cuentas, pero que continúan con
cargos burocráticos amparados por el MILCO. En cambio con
respecto al despido masivo de obreros se han hecho los de la
vista gorda tanto MILCO como MINTRA.
Como el lector ya
habrá entendido, la cogestión, que implicaba ni más ni menos
que la participación de los trabajadores en la dirección de la
empresa, nunca se ha cumplido. MILCO, que es el ministerio
bajo el cual fue situada la dirección de la empresa, ejerce
una férrea dictadura en la junta directiva con su 51% de
participación. El “Gerente General” toma las decisiones que
quedan por tomarse. Cuando la ministra de MILCO, actual
presidenta de Invepal, dice que se reunió con los
trabajadores, es cierto, pero con un grupito de no más de 20
encabezados por los ocho arriba mencionados y sus seguidores.
El diálogo con los demás trabajadores nunca se ha
producido.
La comunidad, luego de haber brindado su
apoyo a los trabajadores durante la toma de Venepal, ahora
miran con indiferencia. Los compromisos de tipo social con la
comunidad tampoco se han cumplido y sus miembros la ven hoy
como algo ajeno. Los campesinos que ocupaban las tierras
fueron sacados. El ganado vacuno se acabó.
Las
negociaciones con MERCAL se han hecho a través de
intermediarios. El arranque de producción se ha hecho cuando
ya la temporada está por terminar. La producción se cedido a
terceros, pero se hace creer que el producto es hecho en
Invepal. El departamento de litografía, por ejemplo, está
inactivo porque los trabajadores fueron despedidos. El
criterio aplicado es que resulta más barato encargar el
trabajo a un tercero.
Finalmente, las cuentas no
cuadran. La discusión se ha conducido siempre del modo
capitalista más neoliberal. A punta de sacar cuentas de tipo
monetario se han olvidado completamente, o nunca lo han tenido
en mente, el compromiso con el país y con los trabajadores
propios, tanto como los aspirantes a emprender la aventura del
socialismo. La toma de empresas por parte de trabajadores solo
conduce a su manipulación para que algún funcionario
inescrupuloso extorsione al patrono.
Ahora bien,
nosotros vamos a asumir que los errores han sido cometidos sin
mala fe, a causa de la inexperiencia, dado que Invepal es la
primera. Los medios de comunicación escuálidos no han hecho
todavía ninguna algarabía, bien porque no lo entienden (si
tantos revolucionarios siguen sin entenderlo qué se puede
pedir de los escuálidos) o porque esperan que la crisis se
agudice todavía más y están acumulando material. Pero para
nosotros el tiempo apremia y se hace necesaria una
rectificación a tiempo.
Hacemos un llamado a los
ministros de MILCO y MINTRA para que inicien el debate
constructivo oyendo las propuestas de los trabajadores. De la
misma manera exhortamos a nuestros compañeros trabajadores a
no desechar el diálogo, si bien deben mantener claras sus
posiciones. También debe involucrarse a la comunidad y a los
trabajadores de las demás empresas en cogestión. A corto plazo
se deben resolver las contradicciones a través de unos
estatutos bien definidos políticamente que aseguren la
participación en la conducción de la empresa, no solo del
gobierno, sino también de los trabajadores, la comunidad y una
representación de las demás empresas cogestionadas. Se deben
resolver todos los problemas laborales, incluyendo el
reenganche de los despedidos masivamente, garantizando que no
haya discriminación. Se debe eliminar la
burocracia.
Finalmente, como un punto muy importante,
los ministerios deben ofrecer mecanismos que permitan a los
trabajadores y a la comunidad en general ejercer la
contraloría social y que esta surta el efecto deseado. No se
trata de ocultar las fallas cuando el que las cometa sea uno
de los nuestros. Se trata de prevenirlas y
corregirlas.
Las cenizas de Venepal muy difícilmente
pueden convertirse en una empresa exitosa desde el punto de
vista capitalista, pero esa clase de éxito no nos interesa
para nada a los revolucionarios, porque lo que eso significa
es que un grupo privilegiado se hace rico a costa de los
demás. Lo que verdaderamente nos interesa es hacer de Invepal
una empresa socialmente rentable.
Tomado de Aporrea