17 de marzo

19 de Junio de 2002

Agenda desestabilizadora

Ángel Rafael Tortolero Leal
El Nacional

La verdad que después de los sucesos del 11 A, lo único que esta claro frente a los nefastos hechos protagonizados por los golpistas, es que en el país esta operando una campaña conspirativa, un verdadero monstruo de dos cabezas que por un lado expone las supuestas aspiraciones de una autodenominada sociedad civil (cuyo comportamiento ciudadano demuestra un profundo desprecio a los pobres y marginados de la sociedad), con su discurso centrando en la salida por cualquier vía y a cualquier costo del presidente Hugo Chávez, y por el otro, la temible cara de la guerra y el caos, que bajo la amenaza de las armas en manos de un sector minúsculo de las Fuerzas Armadas, estarían en disposición de acallar las voces de los millones de venezolanos que defienden el proceso revolucionario y se agrupan en los satanizados círculos bolivarianos.

En ese sentido, los venezolanos estamos frente a una verdadera agenda del terror, cuya actuación se evidencia a diario en casi la totalidad de los medios de difusión masiva a través de los cuales se invade a los hogares del país, estableciendo las redes de un odio descarnado hacia Chávez y la revolución bolivariana, que nos llevará inevitablemente a un indeseable enfrentamiento entre quienes deseamos un país donde quepamos todos y los que desprecian, desconocen y odian la participación de los pobres y el poder del soberano. Un juego perverso inspirado por una estrategia mediática que incentiva la guerra civil y enarbola la bandera de una libertad absoluta que raya en la anarquía, colocando al margen del estado de derecho que marca la Constitución y las leyes de la República todos sus actos en la dinámica política nacional.

Las consideraciones metodológicas para entender tales acontecimientos escapan al simple análisis maniqueo del blanco o negro, pues al intentar explicar la actual situación política, nos conseguimos con una oposición imbuida en un universo bizarro que invoca la paz y la democracia con especial énfasis, en la guerra contra el presidente Chávez y sus aliados. Se denota así la carencia de un sentido social y humano sobre el cual pueda sostenerse un racional discurso político para profundizar y avanzar en pro de los objetivos que como sociedad nos urgen a todos, manteniendo la incertidumbre y desconociendo toda acción gubernamental en pro del diálogo y la paz.

La campaña para cumplir al pie de la letra la agenda del terror continúa, y así vuelven a la escena pública los uniformados inconformes (presuntos militares ahora encapuchados); los viejos rumores de golpe de estado; el compren enlatados, agua potable, baterías, velas y demás artefactos necesarios para la guerra que se avecina. De la misma manera, se han hecho proliferar las cadenas de mensajes golpistas por Internet, los virus informáticos, las llamadas anónimas y como si fuera poco, la diaria especulación noticiosa frente a cada rumor de golpe de estado.

En ese mismo orden, se repite hasta el cansancio, y más allá, todas y cada una de las estrategias de propaganda fascista con la cuales se derrocaron gobiernos democráticos en el pasado reciente de América Latina y se impuso la bota del gorila militar. Llueven las comparaciones y los análisis sesgados por el fantasma de un castrocomunismo que tortura las atormentadas conciencias de los enamorados de la guerra fría y su consabido desprecio hacia los no alineados al mandato imperial de un capitalismo salvaje, y por último, se repiten como consignas las aspiraciones por la vuelta al pasado y por ende de los privilegios ostentados por 40 años de corrupción y oprobio gubernamental.

anratoce@icnet.com.ve

Tomado de El Nacional


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