17 de marzo

3 de Octubre de 2002

Aislar al golpismo

Vladimir Villegas
El Mundo

La organización de una movilización opositora no tiene nada de anormal en un régimen democrático, a no ser si la misma, como se percibe claramente con la que ha sido convocada para el próximo 10 de octubre, despide un inconfundible tufo conspirativo, insurreccional, golpista o como se prefiera llamarlo. Ya no hay caretas.

Ha quedado en claro que Fedecámaras y la CTV, junto a sectores inspirados en ideales francamente emparentados con el fascismo, y a factores políticos que hacen las veces de carne de cañón o de tontos útiles, están tratando de repetir lo ocurrido el pasado 11 de abril, y al costo que sea.

Los grupos de oposición democrática, que legítimamente manifiestan sus desacuerdos con el gobierno del presidente Hugo Chávez, están siendo arrastrados hacia una estrategia golpista que no comparten. Y los sindicatos afiliados a la CTV vana ser convocados, además, a un paro que no sólo tiene carácter patronal, sino la finalidad de borrar de un plumazo los derechos constitucionales consagrados en la Carta Magna de 1999.

Y una pregunta salta de inmediato ¿Creen ustedes, asalariados de este país, que los mismos sectores que en plena democracia les han negado sus derechos laborales y han negociado con ellos, como hicieron Fedecámaras y la CTV con las prestaciones sociales, estén dispuestos a reconocérselos en un gobierno de fuerza como el que pretenden imponer a como dé lugar? Por fortuna, importantes sectores laborales del país le han dado la espalda a es convocatoria al paro de Fedecámaras y la CTV. Y mal pueden ser llamados esquiroles quienes se oponen a ser utilizados como punta de lanza de un plan violento y antidemocrático que para nada está relacionado con las aspiraciones concretas de los trabajadores en materia de beneficios salariales y sociales.

Los venezolanos no debemos permitir que se imponga, una vez más, la lógica de quienes se rasgan las vestiduras denunciando la violencia y son quienes en verdad la promueven, primero en forma encubierta y ya de manera descarada. Y es bien oportuna la declaración pública que el director de la Disip, Rodríguez Torres, ha formulado, en la cual alerta sobre la peligrosa estrategia que está en marcha.

Con el cuento de que no hay vías constitucionales y democráticas para dirimir las diferencias existentes, los golpistas apuran el paso y han caído en el síndrome de la desesperación del "ahora o nunca", por lo cual buscan ansiosamente repetir el malogrado "carmonazo" de abril.

No es de descartar entonces, y es una lógica pista para las pesquisas policiales, que algunos de los condenables atentados ocurridos en estos últimos días, provengan del mismo laboratorio terrorista y golpista que cocinó el 11 de abril que se investigue, y bien a fondo, porque puede haber sorpresas.

He tenido y tengo grandes diferencias con muchos de los grupos e individualidades que, sin dejar de ser furibundos antichavistas, han marcado distancias frente a la jauría golpista. Con algunas de esas personas incluso he mantenido amistad personal, de la que no reniego.

Sinceramente, deseo, por ellos, por el país, que sepan mantenerse al margen de los conspiradores, y de quienes tras bastidores estimulan la violencia pero no arriesgan el pellejo propio.

La absoluta mayoría de los venezolanos, indistintamente de sus opiniones políticas, tiene una cultura democrática. Y a la larga, eso se impondrá frente a los pichones de Pinochet, que han surgido en el país. Pero no por ello hay que cruzarse de brazos.

Tomado de Red Bolivariana


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