17 de marzo

30 de Enero de 2003

A sacar cuentas

Álvaro Agudelo
El Mundo

El paro, por fin, se terminó. Al momento de redactar esta nota, el país en pleno está trabajando, salvo algunos colegios, unos pocos miles de ex gerentes petroleros y una docena de centros comerciales, aún con la santamaría baja. Los sectores clave, como la banca, ni siquiera buscan excusa para retornar al horario normal, como no la buscaron para su huelga de dos días o para más de un mes de servicio limitado a tres horas diarias.

Es el momento de sacar cuentas. No sólo políticas, también hay que calcular en bolívares y dólares, cuánto costaron dos meses de locura opositora.

Políticamente quedó claro que el país, o la gran mayoría de éste, no quiere ni oír hablar de salidas extraconstitucionales.

Un sector enorme de los opositores, de esos ciudadanos que no quieren a Chávez, lo prefieren a una solución violenta, como las planteadas por esa Coordinadora que, a pesar de sus métodos, se autodenomina democrática. Uno de los pocos efectos favorables que tendrá el fracaso de la huelga empresarial es la poda que inevitablemente se producirá en el antichavismo. Con la debacle sufrida saldrá una oposición política, democrática, parlamentaria, civilizada, que represente a esa parte importante de la sociedad que adversa al Presidente, pero que quiere respetar las reglas del juego.

Sin duda que fuera del chavismo hay dirigentes honorables, capaces, con posibilidad de surgir como líderes y que ahora están marginados y en la clandestinidad, pues en la generalidad de los medios de comunicación sólo dan tribuna a los extremistas. Es de suponer que esos medios aprenderán la dura lección de su fracaso y a partir de ahora -tras sufrir las sanciones que pauta la ley para el caso de los radioeléctricos- retornen a su misión de informar con razonable imparcialidad, es decir, que podrán ser opositores o no, pero dentro de una conducta ética, dando cobertura a todos los sectores.

Sólo con que se consiga el surgimiento de una oposición y unos medios sanos, habrá sido barato el precio del paro empresarial.

En el terreno económico, el panorama es duro, pero no desolador. Nadie sabe cuántas empresas han quebrado como consecuencia de perder las ventas navideñas. Sin duda que miles de comerciantes en el este de Caracas o en su equivalente del interior, forzados a cerrar sus puertas, ya no están en condiciones de sostenerse. Fedecámaras los quebró. Tal y como lo hizo en abril, cuando otros miles de empresarios fueron víctimas de saqueos a raíz de la efímera dictadura patronal que establecieron. En aquella oportunidad, el Gobierno le arrimó el hombro a esos comerciantes y les dio ayuda para evitar su quiebra. En esta oportunidad son demasiados para poder hacer lo mismo. Es lamentable tanto en el plano personal como en el macro que millares de ciudadanos estén ahora con una mano atrás y otra alante, cuando un par de meses atrás eran prósperos comerciantes.

En el plano petrolero, el resultado es duro, pero favorable. Ya la producción está por encima de la mitad de antes de la huelga. En pocos meses habrá normalidad absoluta en esa industria. Los ciudadanos todavía tendremos que soportar algunas semanas de colas, cada vez más cortas, para comprar gasolina. Eso sí, todo eso es barato ante la certeza de que, por fin, se saneará Pdvsa. Esta vez van pa´fuera todos esos desalmados capaces de dejar sin gas a una ciudad la víspera de Navidad, para que la gente no pudiera cocinar su cena de Nochebuena. Todavía no hay estudios siquiátricos que expliquen cómo personas de apariencia normal pueden llegar a esos extremos de maldad. No regresarán los que convirtieron esa empresa en propiedad personal, en un Estado dentro del Estado. La burocracia que crearon esos seudogerentes está eliminada. Como ejemplo basta ver que toda la parte administrativa funcionará en una de las dos torres de la sede de La Campiña, cerrándose definitivamente los edificios de Los Chaguaramos, los dos de La Floresta, el de Chuao y todos los demás asientos de esa casta parasitaria que se sentía dueña de lo que nos pertenece a todos. Para ellos no hay amnistía, por más que suelten rumores sobre la reincorporación del personal botado.

Es eso, un mero rumor dirigido no a darle esperanzas a los botados -que ya saben que no volverán- sino para desmoralizar a quienes sí trabajaron y lo hicieron como verdaderos héroes.

Tomado de Red Bolivariana


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