17 de marzo

2 de abril del 2003

Belén se viste de color combate

Isrrael Sotillo
Rebelión

Belén es una apacible población del sur del Estado Carabobo, en apariencia, sin ninguna contradicción entre sus habitantes. Sin embargo, este último mes de marzo, por lo demás caluroso, dejará un recuerdo imborrable en la memoria de los campesinos de esta zona carabobeña, debido a las persecuciones, detenciones y amenazas de cárcel con que se les ha premiado su dedicación al cultivo de la tierra en el Hato "El Caruto".

Es verdad que son ocupantes de unos terrenos propiedad de la nación, es decir, de ellos mismos, y por eso la vienen cultivando desde hace once meses; pero esto no le basta al coronel (Ej) Eduardo Cecilio García Bolívar, director del Centro de Instrucción Cívico Militar de Belén, quien ordenó la destrucción de sus plantaciones, y no contento con esto, ahora los acosa valiéndose del poder que le da su grado militar.

La impotencia de los hombres y mujeres del campo belenense se manifiesta en el rostro de Alberto Valoa y de su hermano Virgilio, ambos mayores de 50 años y quienes con lagrimas en los ojos relatan su vivencia: "arremetieron contra nosotros lanzándonos sus perros; nos vejaron y posteriormente nos llevaron al puesto de policía como criminales. -Por orden superior- según nos dijo el teniente (Ej) Richard Rafael Hidalgo", ejecutor del mandato.

¿Qué nos queda? Nos preguntan. Seguir luchando. Les respondemos. Y enseguida se aloja en nuestra mente la idea de que la historia en Venezuela, lejos de terminar, apenas comienza. Hoy, al igual que en la década del cuarenta en tiempos de López Contreras cuando fueron echados del caserío El Caruto, los campesinos son arrancados de la Pacha Mama. Pero hoy, en tiempos de Chávez, también como ayer, ronda el espíritu del Indio Francisco José Rangel por el Valle de Tacasuruma: "libertad o muerte".

Es poco lo que la revolución bolivariana ha echo y mucho lo que tiene que hacer por los desheredados de la tierra venezolana. O es, qué acaso más de setenta muertos no bastan. Con la Ley de Tierras y la buena voluntad no es suficiente, eso lo sabemos, hace falta, eso si, un esfuerzo supremo para materializar los beneficios consagrados en el texto constitucional. Cabe aquí la máxima del maestro Simón Rodríguez: "la fuerza material está en la masa, y la fuerza moral en el movimiento".

El Instituto Nacional de Tierras, ente encargado de la entrega de las llamadas cartas agrarias, después de las expectativas generadas, prácticamente se está declarando incompetente ante las miles y miles de solicitudes que hoy duermen apiladas en sus oficinas.

Sabemos que en tiempo de revolución se cometen más errores que en otra época, pero también es verdad que no se siguen cometiendo los mismos errores del pasado. Eso es lo revolucionario no volver a tropezar con la misma piedra una y otra vez. Si el presente es de lucha y el futuro nos pertenece, entonces profundicemos lo antes posible esta revolución.

Tomado de Rebelión


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