17 de marzo

6 de Febrero de 2003

Cartas destapadas

Álvaro Agudelo
El Mundo

El pasado domingo, la oposición organizó un acto que, quitándole algunos ribetes fascistas como eso de "desconocer" al Presidente, podría calificarse de cívico. Aunque su utilidad práctica es más que dudosa, se trata de una actividad pacífica, que no impide a los demás ejercer sus derechos.

Es, pues, un paso adelante por parte de quienes llevan mucho tiempo dando pasos atrás, aunque en sus consignas afirmen lo contrario.

Era, además, una acción indispensable para los jefes de la Coordinadora Democrática.

Después del para ellos devastador resultado de dos meses de paro, tenían que hacer algo para demostrar que están vivos, que aún existen y no se retirarán de la política, a pesar de su sucesión de fracasos. Pero, sobre todo, necesitan insuflarle al opositor común y corriente un cierto hálito de esperanza.

Tienen que convencer al ciudadano de la posibilidad de sacar a Chávez antes de que venza su período constitucional. En realidad "El Firmazo" era una inyección de fe para las decaídas huestes antichavistas; vitaminas para unos espíritus debilitados por un liderazgo incompetente, que se pasó todo 1998 diciendo que Chávez no ganaría las elecciones y que si las ganaba le impedirían tomar posesión, para luego dedicarse durante cuatro años a pronosticar la inminente caída del Presidente.

Desde el 2 de diciembre, esta campaña falaz se incrementó y raro era el día en que Carlos Ortega o Carlos Fernández no anunciaban la destitución del Jefe del Estado, que faltaba apenas un esfuercito más, otro día de parito, para que se derrumbara el sistema democrático.

Años de manipulación han transformado a buena parte de esos ciudadanos antichavistas en meros autómatas, dispuestos a creerse lo que le digan y a realizar acciones que, en condiciones normales, les merecerían rotunda condena.

Porque con ese discurso monótono, mil veces repetido, transformaron a personas decentes en verdaderos monstruos, capaces de agredir a una muchacha dentro de la iglesia en que se está casando.

Lo cierto, lo indiscutible, es que con dos meses de paro la oposición se debilitó a sí misma. Llevó a la ruina a miles de empresarios. Perdieron su capacidad de chantaje con una huelga petrolera que le permitió al Gobierno depurar Pdvsa y batir un reducto opositor peligroso.

Pero, sobre todo, la oposición se quedó sin credibilidad y la gente los empezó a percibir en su dimensión de incompetentes, de mariscales de la derrota, que con todo a su favor no hacen sino apuntalar a Chávez e incrementar el respaldo popular a un Presidente que perciben como suyo, entre otras muchas cosas porque les basta ver quiénes son sus adversarios.

Por eso necesitaban "El Firmazo". Para poder repetir a los cuatro vientos que obtuvieron quién sabe cuántos millones de firmas. No importa que sea físicamente imposible recabar el diez por ciento de lo que dicen que cosecharon. Eso es irrelevante. Lo que cuenta es permitirle al ciudadano opositor que continúe en la farsa.

Pare la oreja

TANTO esfuerzo, tanto gasto, tanto daño al país para, al final, ir a referendo revocatorio en agosto, tal y como viene diciendo Chávez, Constitución en mano, a todo el que pretende sacarlo anticipadamente del poder. Digan lo que digan, vociferen cuánto quieran los de la Coordinadora Democrática, al final no hay otra opción diferente a la constitucional: el 19 de agosto se hará la consulta.

Y eso si logran recabar las firmas necesarias para ello, que son cerca de cuatro millones. Es decir, muy probablemente un grupo político que en más de seis meses (desde abril a noviembre del año pasado) no pudo recoger el apoyo del diez por ciento del electorado y tuvieron que recurrir al forjamiento de firmas, difícilmente en igual lapso puedan obtener más del doble. Es que de verdad tenía razón Carlos Ortega cuando en conversación telefónica con Ángela Zago afirmaba que el paro era para tumbar al Presidente y no para lograr salidas electorales, pues las elecciones eran una "trampa", ya que Chávez las volvería a ganar.

Tomado de Red Bolivariana


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