12 de Abril de 2003
Manuel C. Martínez M.
Red Bolivariana
Hacer proyecciones sobre el futuro siempre fue oficio de brujos y charlatanes. Incluso, las estadísticas descriptivas no escapan a su inescrupuloso manejo tendente a halagar a los clientes perfumándoles las páginas de sus data, como otrora lo hacía Homero, cuando narraba los árboles genealógicos de sus huéspedes, y a cada uno de ellos lograba atribuirle un origen divino, al ligarlos con alguno de los numerosos dioses que poblaban la Tierra de aquellos tiempos.
Pasó mucho tiempo y tales charlatanes reaparecieron en la persona de "académicos matemáticos", muy dados a las teorías de juego (Von Neuman, Gauss…), en su frustrado intento por atrapar la lábil y dispersa muchedumbre que involucran las macrovariables, y también dados a las probabilidades y demás manifestaciones estocásticas, que si bien son, hasta cierto punto, confiables, sólo lo es en el quimérico e invisible micromundo subatómico, donde cada individuo se mueve a sus anchas, y donde, así como en la sangre, los encuestables se remueven circulatoriamente con naturalidad, cual veloz bolita en ligero biombo. Y es que sólo en estos universos es aplicable esta pseudociencia de la Estadística.
Fuera del espacio de la Física cuántica, todas las apreciaciones estadísticas sociológicas están viciadas, y los supuestos instrumentos matemáticos diseñados para afinar la acuracidad, la adecuación, fidelidad, confiabilidad y demás inexactitudes de sus resultados, no pasan de ser el ejercicio más refinado de brujería matemática contemporánea. Tales instrumentos han pretendido reemplazar el azar, que caracteriza el inatrapable mundo electrónico, porque esos "investigadores" han pretendido simular in vitro un fenómeno que sólo es factible in situ.
Y así como un investigador privado le muestra las "evidencias" de los cachos del cónyuge, cuando éste le ha dado todos los datos del rival, así los encuestadores se prestan adecuadamente para complacer a sus contratistas, y darle como ciertos, o con alto grado de confiabilidad, unos datos estadísticos redondeados a punta de recursos matemáticos. y no de la imposible consulta de los encuestados. De Perogrullo, si los datos resultan contrarios al objetivo, pasan a ser impublicables; jamás los hemos conocido.
Son muchísimas las razones impedientes para la obtención de muestras verdaderamente confiables. Las personas no todas amanecen igual de ánimo, no todas se hallan en igualdad de condiciones, no todas se mueven con la libertad de otras, etc. En fin, que cada persona es un universo en sí mismo; Con esto basta para no seguir confiando en estadística alguna, por sofisticada que luzca.
Pero, lo más grave ocurre con esa piratería de oficinas dedicadas mercantilmente a fabricar datos. Los hallarán siempre a la medida de los interesados. Si es el gobierno, los resultados siempre lo favorecerán, y viceversa con la oposición. Porque aún los datos suministrados por gobiernos honestos pecan de las inexactitudes propias de una masa humana de acciones indeterminables en el presente y con menos probabilidad en su futuro. Los yerros acompañan al hombre en cada minuto de su existencia, porque de otra manera tendrían que andar volando para no tropezar con cada piedra que hay en su escabroso camino.
La Estadística ha encantado a mucha gente, resulta muy ilustrativa, pero debe ser tenida en cuenta como "saltos en un vacío de profundidad impredecible". Y su comercio hace de ella una fuente jugosa para la práctica de comerciantes metidos a brujos, cuando saben que todavía mucha gente sigue creyendo en los huevos del gato.
Tomado de Red Bolivariana