17 de marzo

10 de Febrero de 2003

Etiqueta de alta sociedad civil

Augusto Hernández
Últimas Noticias

Lo razonable, lógico y elemental, es que los novios vinculados al oficialismo no intenten casarse por la Iglesia, ni ella vestida de blanco, como si fuera una chica refinada, ni él (¡qué tupé!) con smoking o paltó levita. Los chavistas, para estar a tono con la chusma, deben arrejuntarse sin aspirar a la bendición de un sacerdote. Caso contrario, si insisten en una boda eclesiástica en Caracas, deben hacerlo en una iglesia de Macarao, Las Adjuntas o Catia. De otra forma merecen un cacerolazo aplicado en el interior del templo por distinguidas feligresas que aman al prójimo como a sí mismas, es decir, con alcurnia.

Las costumbres también han cambiado para los ejecutivos empresariales, empleados de nivel superior y funcionarios públicos que antes se codeaban de tú a tú con magnates y "yupis" en barras de hoteles, restaurantes y establecimientos de postín. Ni hablar que un chavista con deseos de echarse un par de whiskys se atreva a en trar a un bar de lujo. Será recibido con abucheos, entrechocar de tenedores y copas y, si permanece en la barra, los bebedores de mayor abolengo lo sacarán a bofetones. Es decir, distancia y categoría.

Lo correcto, claro está, es que si un admirador del Gobierno, diputado, ministro o funcionario, aborda un avión comercial, los pasajeros de cachet se amotinen durante el vuelo y lo agredan de palabra y obra, particularmente si viaja en compañía de su esposa y con niños pequeños.

Las diputadas o integrantes de las hordas femeninas del chavismo no tienen ningún derecho a visitar salones de belleza, los "spa" de moda, gimnasios u otros sitios donde acuden las damas chic del jet set.

De hacerlo se exponen a recibir varias raciones de las patadas de karate que las "chicas bien" aprenden a propinar en las academias de artes marciales.

¡Cómo se le ocurre a un militar, por muy general o coronel que sea (peor aún si es de la Guardia Nacional) comprar una casa en una urbanización decente! De ahora en adelante lo adecuado es que residan en los cuarteles mientras están en servicio activo y luego se muden al exterior o, tal vez, a una finca que quede bien lejos de los sitios civilizados.

Naturalmente, la culpa de todo este relajo la tiene Chávez, que impuso la discriminación social haciéndoles creer a algunos que todos somos iguales.

Periodista

Tomado de Últimas Noticias


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