17 de marzo

12 de Febrero de 2003

Los responsables

Vladimir Villegas
El Mundo

Por más que pretendan achacar al Gobierno nacional la responsabilidad por las graves secuelas del sabotaje opositor, cada vez resulta más difícil para la yunta CTVFedecámaras argumentar en favor de que ambas organizaciones y sus socios de "Gente del Petróleo" y otros factores de la Coordinadora "democrática" nada tienen que ver con las inmensas colas que los ciudadanos deben afrontar para conseguir algo de gasolina, o con la angustia de miles y miles de asalariados que ya perdieron sus puestos de trabajo o están en vías de perderlos como consecuencia del cierre de numerosas empresas.

El daño que el golpismo ha causado a la economía venezolana y a la cotidianidad de los venezolanos es lo suficientemente grande como para que los culpables de lo ocurrido no puedan ocultar su responsabilidad achacándosela a otros.

Mientras los conspiradores celebraban con alborozo el sabotaje a la industria petrolera, el Gobierno asumía, y aún asume, todo tipo de iniciativas para normalizar el suministro de combustible. Y mientras los mismos empresarios que llamaron al paro y garantizaron que los trabajadores disfrutarían de sus salarios y de su fuente de trabajo, hoy hacen maniobras para desconocer la palabra empeñada, es desde el Ministerio del Trabajo y desde las bases de la Fuerza Bolivariana de Trabajadores que surgen los mecanismos para defender los derechos laborales que hoy están en peligro.

Desde la CTV sólo se escuchan bravuconadas contra el presidente Chávez y su gobierno. Ni una palabra, ni un gesto ni una acción creíble para impedir lo que se avecina: la flexibilización de las relaciones laborales.

Es decir, que, una vez más, los trabajadores sean flexibles frente al patrón del sector privado que ahora no sólo no paga salarios, sino que desconoce la antigüedad, la estabilidad laboral o la contratación colectiva.

Ese movimiento sindical cetevista, que se asoció sin vergüenza alguna a Fedecámaras en una aventura golpista, hoy no tiene ni la fuerza ni la autoridad moral para salir en defensa de sus afiliados y mucho menos de la absoluta mayoría de trabajadores no sindicalizados. Se repite una vez más la vieja escena del cogollo cetevista negociando con la cúpula empresarial a espaldas de los trabajadores.

Quienes ayer entregaron en bandeja de plata las prestaciones sociales, hoy están a punto de hacer lo mismo con la contratación colectiva, el salario y el empleo.

Sólo que esta vez, por fortuna, hay un gobierno y una fuerza sindical dispuestos a accionar para impedir semejantes abusos.

Los organizadores del sabotaje a la economía venezolana, los promotores de toda esta conjura desestabilizadora, no han sido capaces de asumir públicamente su responsabilidad por lo ocurrido. A la llamada Coordinadora, a los señores Ortega y Fernández (el de Fedecámaras y el destituido gerente de Pdvsa) poco o nada les importa la suerte de las numerosas familias que hoy quedan sin el sustento, de las pequeñas y medianas empresas que no resistieron el llamado "paro cívico" o de los numerosos estudiantes que perdieron más de dos meses de clases. La obsesión por derrocar al Gobierno les consumió la racionalidad y ahí están los resultados.

Diosdado como que tiene razón: Chávez los tiene locos. No cabe otra explicación.

Sólo un alto grado de desequilibrio mental -o un ataque frenético de cinismo puede llevar a que el causante del incendio acuse al bombero de haber generado el fuego. Las colas para comprar gasolina, el sabotaje a la principal industria petrolera, la pérdida del empleo, la fuga de capitales, la violación al derecho a la educación de millones de niños y jóvenes, el desabastecimiento, la especulación, el terrorismo mediático son el saldo que deja la locura golpista.

Y ante los rumores según los cuales algunos de estos personajes estarían cocinando solicitudes de asilo, ello no deja de ser comprensible, y no precisamente porque el Gobierno los persiga. Huir del país tal vez les resulte mejor negocio que dar la cara ante los venezolanos y asumir públicamente la responsabilidad por lo ocurrido. El miedo es libre.

Tomado de Red Bolivariana


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