17 de marzo

13 de Marzo de 2003

Ni aprende ni olvida

Domingo Alberto Rangel
El Mundo

El 11 de abril mostró la oposición, tal como ella ha existido, sus debilidades y limitaciones. Ese día fue depuesto el comandante Chávez por una conjura de generales y de dirigentes empresariales, poderosa en apariencia, pero frágil como pocas.

Chávez no ofreció la menor resistencia, tanto que los conjurados constituyeron gobierno con adiposa regularidad de notarios y testigos. Pero minutos después de constituida la Junta de lo que ya podríamos llamar la "carmonada", un soldado echaba de Miraflores, metralleta en mano y cara de poquísimos amigos, al almirante Molina Tamayo. Almirante, se va de aquí o es hombre muerto, dijo el soldado, y ante aquella invitación tan poco versallesca al alto oficial sólo le quedaba la alternativa de la huida. En menos de una hora la soldadesca acompañada por oficiales de baja graduación había recuperado el Palacio en cuyos papeles no se había secado aún la tinta del acta constitutiva del nuevo gobierno. Entre tanto, desde Pérez Bonalde, Gato Negro y el 23 de Enero se juntaban los motorizados, suerte de batallón blindado del chavismo que el 13 de abril, invertida por completo ya la situación militar, reunían sus huestes para desplegarlas frente a Radio Caracas TV. La oposición había sido fuerte en generales, pero corta de tenientes y sargentos; rica en doctores y empresarios, pero pobrísima de motorizados, buhoneros o desempleados. Allí estuvo la causa por la cual, todo asustado, pudo Chávez sin embargo derrotarla sin mover una ceja.

LA RAYA SOCIAL. Diciéndolo de otra manera, a Chávez lo salvó el 11 de abril o, mejor, el 13, todo un abanico de clases populares, con uniforme o sin él, que en esos días dejó a la oposición desnuda de respaldo sustancioso. Hasta ahora ese cuadro no ha variado. La oposición no ha hecho otra cosa que contribuir a perpetuarlo. Cada episodio de nuestra política, cada "round" en la larga pelea contra el Gobierno, es la repetición obsesiva de errores cometidos antes del 11 de abril y magnificados ese día. Despechada, la oposición reaccionó ante su derrota de aquel día imputándola a la chusma. Era regalarle o volver a regalarle a Chávez la marginalidad completa y, de "ñapa", la baja clase media y la clase obrera. Estupideces de ese jaez sólo se vieron en la Revolución Francesa cuando el duque de Branswick declaró tener el propósito de arrebatarle las tierras a los campesinos para devolvérselas a los señores. La oposición se ha acantonado ella misma, sin que nadie la fuerce a ello, en el Este, donde viven o vivimos los privilegiados. Enclaustrada en las urbanizaciones más cotizadas, agerenciada en lo más selecto, sus desfiles, marchas, demostraciones y jornadas reúnen ante todo a señoras elegantes, a caballeros de traje bien cortado, a jovencitos de esa jeunesse dorée que es como el decorado humano de la alta clase media.

Las marchas opositoras tienen todas dos polos y sólo dos, la Plaza de la Meritocracia y el Distribuidor de Altamira, ciudadela del privilegio.

OFENSA A LOS DE ABAJO. Todo en la oposición respira prerrogativa social.

Las marchas de ella se hacen en horas de labores cuando un obrero o un marginal, incluso un empleado de cualquier empresa no pueden asistir. Todas van de Chuao a Altamira o a las inmediaciones de la UCV. No hay marchas de la Plaza de Catia a Gato Negro, o del terminal de La Bandera a Los Próceres, donde hay marginales y no asoma una alta clase media. En cierta ocasión la oposición, consciente de sus limitaciones sociales que la condenan a la derrota, intentó realizar una concentración en Catia.

Reunió tan estrecha muchedumbre que cuatro tupamaros tuvieron para ella el desprecio de desmontarle la tribuna.

Una divisoria de clases, una línea social separa al Gobierno de la oposición.

Chávez ha sobrevivido pese a sus flaquezas ostensibles del 11 de abril, cuando era muñeco en manos de sus captores, porque lo arropa un manto de adhesión popular que la oposición, con su ceguera de clase y su estolidez estratégica, le ha arrojado como regalo. En el Ejército le apoya lo más ancho de la pirámide jerárquica y en la calle está a su lado eso que las señoras olorosas a "Chanel N° 5" y los caballeros vestidos de Savile Road llaman la chusma. La oposición cree que es poderosa porque puede recorrer los predios de La Catellana entre aplausos.

Como los Borbones de España parece que ni aprende ni olvida.

Tomado de Red Bolivariana


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