3 de diciembre del 2002
Josefina Gómez
Rebelión
Hoy existe en Venezuela una represión asfixiante sobre algunos sectores que les lleva incluso a sentir miedo a decir lo que piensan.
En efecto, un gran sector de la población ve cercenados sus derechos de expresar sus puntos de vista o sus opiniones políticas.
Por insólito que parezca, quienes se ven forzados a callarse sus opiniones son las personas que simpatizan con el gobierno y que estudian, trabajan o viven en un entorno de clase alta o media alta.
Pongo un ejemplo, es imposible para un estudiante de la Universidad Católica Andrés Bello expresar un punto de vista afecto al gobierno, so pena de escarnio, represalias profesorales y en el mejor de los casos aislamiento.
En una urbanización del este de la ciudad, en La California Norte, un grupo de personas pertenecientes a un partido político gubernamental pidió permiso para realizar una reunión en la biblioteca pública del sector, lugar que regularmente es prestado para esos fines. Un grupo de vecinos de la oposición llegó al lugar con piedras y palos y con todo tipo de amenazas impidió la reunión.
Ningún funcionario del gobierno puede ir a un restaurante frecuentado por los ricos sin peligro que les toquen "cacerolas" con cubiertos y vasos, obligándolos a retirarse del lugar. Lo mismo sucede en los aviones en vuelos internacionales.
La oposición ha demostrado su poca tolerancia política y su incapacidad para entender lo que significa vivir en democracia. Lejos de censurar los episodios de violencia contra los funcionarios públicos o sus familiares, los medios de comunicación privados los celebran y le dan una gran cobertura mediática.
Columnistas de oposición como Nelson Bocaranda incluso llegan a dar las direcciones de los hogares de los funcionarios del gobierno instando a sus lectores a acosar a estas personas y a sus familias.
Expulsaron al articulista Augusto Hernández de las páginas de opinión del diario El Nacional por escribir un artículo crítico sobre Venevisión, sin embargo los organismos gremiales nacionales e internacionales como la SIP o periodistas sin fronteras se han hecho los desentendidos.
Durante el paro convocado por la oposición el 2 de diciembre, grupos de personas se reunieron alrededor de los negocios abiertos cercanos a la plaza Altamira, tocando cacerolas y agrediendo verbalmente a los empleados y clientes del negocio, obligándolos a cerrar en contra de su voluntad.
Todos estos hechos son sólo una muestra de la tolerancia política que ostenta la oposición, para quien las personas que no piensan como ellos son no personas-.
Si eso es ahora que están en la oposición, ¿Se imaginan si estuvieran en el gobierno?.
Si, en realidad si lo imaginamos, el 12 de abril tuvimos una muestra efímera de la Oposición Democrática.
No pasarán.
Tomado de Rebelión