17 de marzo

28 de abril del 2002

La procesión va por dentro

José Rafael Caldera
Servicio Informativo "alai-amlatina"

Venezuela da la impresión que transcurre en absoluta tranquilidad, después de sus angustias los últimos días. La realidad es otra, al restituirse el Marco Constitucional, quienes lo habían violentado, se va recuperando lentamente del KOT, pero aún estando mareados, están volviendo a la carga, utilizando su artillería mediática: ruedas de prensa, comunicados, llamados a movilizaciones, conferencias, vigilia, etc.

Hoy quienes rompieron el hilo constitucional, quienes pisotearon la voluntad popular, esgrimiendo argumentos en defensa de los Derechos Humanos, que se aplique la constitución y queriendo explicar que los desmanes cometidos, no fueron tales, porque estaban actuando a derecho, por ejemplo en el caso de la detención de Gobernadores, el Ministro del Interior y Justicia, Diputados y Alcaldes. Y con el mayor cinismo hablan que actuaban en solidaridad, que no hubo ilegalidad, además esa actuación obedeció a que los habían engañado. Por otro lado el gobierno convocando a la reconciliación, la calma, el no a la retaliación, a mesas de diálogo y de entendimiento. Y Sectores de la oposición esperando sea verdad, el cambio de actitud del mandatario nacional.

Ha quedado claramente evidenciado que el 11 de abril, el enfrentamiento que hubo, fue entre los sinfrinos del este y la gente pobre del noroeste y sur de Caracas, pero la calificación fue: la Sociedad Civil (de Chuao) y las hordas salvajes (de Miraflores). Esta es una clara evidencia del carácter de clase de este conflicto. Recuerdo a mi tío Juan en los años cuarenta, gritando vivan los alpargatuos, abajo los zapatuos (En Santa Ana, Edo. Trujillo).

La marcha que partió del Parque de Este y llego al Edificio de PDVSA en Chauo (que era su destino), los organizadores embriagados por el buen resultado de la misma y llenos de euforia, arengaron destitución del Tribunal Supremo de Justicia, del Contralor General de la Nación, del Fiscal General y del Presidente Chávez y la disolución de la Asamblea Nacional; para proponer que se continuará hasta a Miraflores y cumplir de esta manera con el objetivos del asalto al Palacio de Gobierno lo cual llevaría a un claro enfrentamiento con la gente que se congregaba ya en el sitio. Recordemos ya que desde el día que Pedro Soto y su "sociedad civil" arremetieron contra la Casona, el pueblo se volcó a Miraflores, pasando a ser un lugar emblemático del pueblo oprimido, así como la Plaza Altamira y después el edificio de PDVSA Chuao lo era para la mal llamada sociedad civil. Maneras sencillas y llanas de cómo el pueblo entiende las cosas.

Los asaltantes de la Embajada Cubana, Gobernaciones, Alcaldías y Corporaciones eran los ciudadanos y los que estaban en Miraflores y se defendía de los francotiradores y de la ballena, eran las turbas. Podemos decir que según esto los ciudadanos tienen lujosos carros, buenas pintas, bien pepeados, caritas rosaditas con características mayameras y con toda la intención de derrocar al gobierno que afecto sus intereses; y las hordas de Miraflores: gente del pueblo curtido por la vida, manos callosas, andando en cacharritos, con su morral llenos de necesidades y esperanzas por un mañana distinto. No es un problema de resentimiento social como algunos (as) quieren hacer ver. El carácter de clase de este conflicto esta bien definido.

No seamos ilusos, porque quienes siempre han mantenido y dominado al pueblo trabajador, no van a renunciar a seguir en el conspire. En los sectores populares debemos afincarnos en el trabajo organizativo que favorezca espacios de articulación y coordinación, y asumiendo una gran tarea de formación política. Aprendamos la lección que hemos recibido y recordemos que la procesión continua por dentro.

Tomado de Servicio Informativo "alai-amlatina"


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