17 de marzo

14 de abril de 2003

Por qué Venezuela es importante también en la crisis iraquí

Gennaro Carotenuto
Agencia Latina de Información Alternativa

Cuando se reúne la OPEP, los interpretes traducen entre el árabe y el castellano y viceversa. El árabe para el golfo y el castellano para Venezuela. No es un detalle. Se habló demasiado de petróleo antes de la guerra, se habla demasiado poco ahora.

Un año después del golpe de estado del 11 de abril de 2002, que intentó derrocar, chocándose con la reacción popular, el gobierno legitimo del presidente Hugo Chávez, el Venezuela es todavía un nudo central en la crisis que encuentra su máxima visibilidad en Iraq y que Estados Unidos hacen arbitrariamente empezar con el 11 de septiembre de 2001. El golpe de estado en Caracas tenía que ser, en las intenciones del gobierno estadounidense y de las multinacionales petroleras, propedéutico a la ya decidida guerra en el golfo.

De los grandes países petrolíferos, todavía hoy, solo Kuwait, está en manos estadounidense. Tienen que estar agradecidos a Saddam Hussein y a su inopinada invasión. Hasta la guerra en Iraq, para Ee.Uu. subsistía la pesadilla de ver Venezuela, Iraq, Irán y Arabia Saudí contemporáneamente en manos no amistosas. Con el golpe en Venezuela, la colonización de Iraq y la sobrevivencia del régimen saudita, a cambio, sería Irán a quedar aislado.

Con la fin de la democracia en Caracas, el control del petróleo de Venezuela hubiese rendido más chantajeable a la débil monarquía wahabita de Arabia Saudí, induciéndola a aceptar la guerra en Iraq. No sólo; la imposición de una dictadura en Venezuela hubiera rendido menos dolorosa - aunque también gravísima - una todavía posible toma de poder en Riyad por un régimen no amistoso con Estados Unidos.

Washington sabe que un gobierno colonial en Iraq sea difícil de sostener a largo plazo. Pero tiene aún más claro que una eventual caída del régimen saudí - que lapida las adulteras y corta las manos a los ladrones - no podría ser contrarrestada con una guerra de invasión. Algunos de los que festejaron la caída de la infame dictadura iraquí lloraría para la caída de la igualmente infame dictadura saudí. Meca y Medina no se pueden ocupar ni tampoco bombardear. Una Venezuela en manos amigas disminuía y aún diminuiría la importancia de Arabia Saudí en el ajedrez geoenergético mundial.

Pero Venezuela no es importante sólo para el petroleo.

El esquema del golpe de estado, organizado por los poderes económicos del país, todo el sistema informativo y respaldado de los gobiernos de Estados Unidos y España, fracasado a causa del levantamiento popular en defensa del gobierno legitimo, ha sido de suma importancia para América latina y todo el tercer mundo. Desde Europa es difícil de entender.

Las mismas fuerzas impusieron la serrada golpista de diciembre 2002 y enero 2003, derrotada pacíficamente, pero golpe a golpe, por las fuerzas democráticas. Un modelo que ha demostrado que donde los proyectos populares parten desde abajo, desde la democracia participativa y no desde los aparatos de partido, no es nada fácil derrotarlos. Y la derrota del golpismo venezolano, por mano del pueblo venezolano, ha definitivamente demostrado la democraticidad del proyecto de Hugo Chávez, enmendando el pecado original del levantamiento de hace una década.

Levantamiento que se reprochaba a Chávez ignorando que este llegó después de la feroz represión del Caracazo, cuando el gobierno demócrata de la época, dejó en las calles de Caracas hasta 10.000 muertos y el mismo Chávez fue entre los pocos militares que rechazó hacer fuego contra el pueblo.

Quizás era justo ser escépticos hacia Chávez en 1998. Pero quien todavía es escéptico en 2003, demuestra un prejuicio hostil contra el proyecto bolivariano. No cuentan nada cinco años de gobierno, la praxis estrictamente democrática, la secuencia de elecciones ganadas, los programas electorales respetados, así como el pacto constituyente con la sociedad venezolana.

Quizás nunca, en el mundo, un gobierno ha sobrevivido en un año, a un golpe de estado y una serrata por tiempo indeterminado, que ha llevado la producción de barriles de petróleo desde tres millones hasta cero, teniendo en contra a toda la prensa, todo el poder económico, del país, la más grande potencia mundial y el más grande inversionista, la España de José María Aznar. Y una razón del testarudo apoyo de Aznar a George Bush en Iraq, hay que buscarlo en el pacto de sangre - venezolano - estipulado cuando los dos respaldaron el golpismo a Caracas.

Todos poderes determinados a utilizar violencia, dinero, y manipulación mediática contra el gobierno legitimo. La serrata había sido organizada sobre el esquema de la huelga de los transportistas chilenos para provocar el caos y la caída del gobierno. Chávez, "el dictador" tan temido por la Internacional Socialista - che también prefería Fernando Henrique Cardoso a Lula en Brasil - ha ganado una batalla titánica. Lo hizo respetando la Constitución, sin ningún tipo de censura ni el mínimo signo de violaciones de derechos humanos.

Los golpistas apoyados por Bush, Aznar y British Petroleum, hace un año, en apenas 48 horas en el poder, asesinaron al menos 70 personas y preludendo al repertorio latinoamericano de tortura, violaciones y desapariciones. Está claro que si la tortura a Bagdad vale hoy una guerra, la tortura en Caracas vale la aprobación de los "realistas".

Las izquierdas "reformistas" europeas ignoran como vive el 90% de la población mundial. Y entonces prefieren el fondomonetarista Cardoso a Lula y los golpistas Carmona y Fernández a Hugo Chávez en Venezuela. Es una óptica para la cual el golpe en Venezuela servía a exportar la democracia: la del neoliberismo, de las privatizaciones, donde la ganancia es un "principio moral" y la deuda externa ahorca este 90% de la población mundial.

Quizás le molesta que alguien esté transformando en realidad sus sueños juveniles, si alguna vez tuvieron algunos. Molesta que en el conformismo neoliberal - del cual fingen no darse cuenta de la relación con las guerras infinitas - alguien, Lula, Chávez, Evo Morales en Bolivia, sea el verdadero reformista, haciendo cosas concretas para cambiar el existente neoliberal. Para quien aún sostiene que reformista sea Tony Blair, y confunde la democracia con el "Washington Consensus", hay que normalizarlos, ellos y todos los pueblos del continente rebelde. Normalizados y criminalizados, comparándolos al terrorismo, nunca defendiéndolos. De otra manera, como se hará a hacer pasar a Hugo Chávez, el perdido dictador que rechazó hacer fuego contra el pueblo, como el próximo Saddam Hussein?


Tomado de Agencia Latina de Información Alternativa


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