17 de marzo

18 de abril del 2002

Así se frustró el golpe a Chávez, según periodista venezolana

EL TIEMPO

Una fuerte división en el grupo de la oposición, alimentada por la ambición de un joven empresario, dio al traste con el gobierno de transición de Pedro Carmona y permitió el regreso al poder de Hugo Chávez.

Para nadie era un secreto que en los últimos meses en Venezuela se vivía un inaguantable clima de tensión.

No había conspiración, pues los cuestionamientos se hicieron de manera abierta. Todo el mundo hablaba de cuál era la mejor forma de salir de Hugo Chávez.

Cada día las reuniones entre los distintos sectores de la oposición eran más frecuentes. Las más concurridas fueron monitoreadas por la Disip (policía política). El círculo se fue estrechando y las reuniones decisivas se realizaron entre Carlos Ortega (de la Confederación de Trabajadores -CTV-, Pedro Carmona (de Fedecámaras) y militares que se habían manifestado contra el régimen.

La idea del golpe fue desechada desde el primer momento. Se hablaba de "hacer entrar a Chávez en razón" y obligarlo a renunciar. Después vino la discusión para organizar la huelga del 11 de abril tras la cual se pediría la renuncia de Chávez.

Isaac Pérez: Portagonista

Un joven de 32 años, Isaac Pérez Recao, acaudalado heredero de Isaac Pérez Alfonso, interviene aquí como vocero de enlace de algunos de los militares que se querían alzar. Fue quien financió la mayoría de los manifiestos y quien pagaba los honorarios de los abogados defensores de los militares sublevados. Tenía un grupo de estos militares bajo su control, además de subordinar al presidente de Fedecámaras, Pedro Carmona, su empleado en Veneco, la empresa petrolera donde los Pérez Recao son accionistas determinantes.

A esta dupleta militares-empresarios le faltaba el componente laboral, por lo que concertaron las reuniones en las que instaron a Ortega a la huelga. El presidente de la CTV siempre se mantuvo reacio. En privado expresó que querían usarlo para un acto irresponsable, inconstitucional, que daría paso a una dictadura de derecha.

Ortega se portó como el defensor de todos los partidos políticos (incluyendo al chavista Movimiento Quinta República), que ante una eventual caída del Presidente, debían formar parte de un consejo consultivo, en el que tomarían en cuenta a la sociedad civil, la Iglesia, los medios y las ONG. Y acordaron reunirse de emergencia en un máximo de dos días para presentar las listas de los civiles que llevarían la transición tras la renuncia de Chávez.

El enfoque de Isaac Pérez nunca fue del total agrado de Carlos Ortega, quien lo dejó claro en esa misma reunión cuando se dirigió al joven para decirle: "Tú me vas a disculpar, esta es tu casa y si quieres me puedes botar de aquí después de lo que te voy a decir. Tu interés es poner allí a Pedro para tú poder manejar muchas cosas y tratar de recuperar todo lo que has dejado de percibir en estos tres años de gobierno de Chávez. Pero aquí todos nos tenemos que sacrificar. Si yo tengo que sacrificar la presidencia de la CTV, lo hago, pero ustedes también lo tienen que hacer con sus aspiraciones".

Paralelamente el caso Pdvsa entró en crisis y, según Poleo, animó a Ortega a participar del plan de Pérez.

La comunicación entre Carmona y Ortega fue fluida hasta el jueves 11 de abril en la mañana. En un programa de televisión pidieron entrevistar en simultánea a ambos, pero uno de los directivos del canal lo impidió diciendo: "Carmona me pidió salir solo porque ya quiere deslindarse de Carlos Ortega". Y era cierto, ya Carmona, manejado por Isaac Pérez, había tomado su camino, excluyendo a todos los sectores de la vida nacional, incluida Fedecámaras -que en una declaración advirtió que los dueños de empresas no estaban ya en la línea de Carmona-.

Ese jueves en la tarde se produce una manifestación pública nunca antes vista en la historia de Venezuela con la participación de 500.000 personas y un saldo de 11 muertos por francotiradores chavistas, según Poleo. Y la salida intempestiva de Hugo Chávez del poder. En la Comandancia

(El jueves en la noche en el Fuerte Tiuna) en la sede de la Comandancia General del Ejército (CGE), zona reservada al Jefe del Estado Mayor, se habían instalado en un cubículo Pedro Carmona y su secretario, Juancho Mejías, redactando la alocución, en la cual informarían que eran el nuevo gobierno. En el cubículo de enfrente estaba Allan Brewer Carías, redactando lo que luego sería el Acta Constitutiva del Gobierno de transición. Dos cubículos más adelante de Carmona, estaba Isaac Pérez Recao, Daniel Romero -secretario privado de Carlos Andrés Pérez y futuro procurador del gobierno Carmona- y un tercero no identificado, se alternaban en la corrección de los manuscritos de Brewer.

El general Usón Ramírez -quien ya había presentado su renuncia como Ministro de Finanzas-, entró varias veces para advertir que era preciso dar garantías al presidente Chávez, habida cuenta de que negociaciones realizadas en la madrugada del viernes por los generales Rosendo y Hurtado Soucre con Chávez habían dejado claro que se le debía permitir la salida del país en compañía de su familia, como condición para la firma de su renuncia a la jefatura del Estado. Isaac, Pérez y Daniel Romero sentenciaron: "Chávez no puede irse. Debe ser juzgado por la masacre de ayer".

Mientras tanto, un grupo de generales entró a la oficina del Jefe del Estado Mayor, donde el general Enrique Medina Gómez había llevado a Chávez y ya lo esperaba Monseñor Baltazar Porras. Allí conminan a Chávez a firmar la renuncia sin la garantía de su salida del país. El mandatario se negó rotundamente. La salida y entrada de generales en perfecta fila y los apresurados pasos de los empleados de Isaac Pérez, que lucían pistolas, chalecos y armas especiales, decían claramente de la confusión que reinaba en el quinto piso del CGE. El general Usón manifestó en cuatro oportunidades más que debían dejar a Chávez salir del país si firmaba la renuncia, y si éste no la firmaba, se estaba ante un golpe de Estado, lo cual era inadmisible para la tradición democrática del Ejército.

Brewer Carías replicó: "No importa la renuncia. Ya Lucas la va a anunciar por televisión y eso será más que suficiente".

Luego, Isaac Pérez, con Daniel Romero sentado en una computadora, fue nombrando uno a uno sus ministros.

Pantomima en Palacio

Amaneciendo el viernes todo el país se sintió confundido al ver en la televisión a un Presidente de la República llamado Pedro Carmona que ofrecía una rueda de prensa escoltado por el Alto Mando militar pero sin Carlos Ortega a su lado. ¿qué había pasado? ¿Dónde estaba la otra cara de la moneda, la fundamental?

Carlos Ortega vio toda la escena desde su casa. No hubo más contactos ni intentos de sentarse a conversar con él por parte de Pedro Carmona. Las ONG nunca fueron llamadas. A los medios los llamaron cuando Carmona y su equipo estaban sentados en Miraflores. Cecilia Sosa (ex presidenta de la Corte Suprema de Justicia, antes de la nueva Constitución) intentaba hacerle ver a Daniel Romero la cantidad de errores jurídicos y constitucionales que se estaban cometiendo con los decretos que se leerían más tarde. Romero asumió la total responsabilidad y dijo una frase de prócer: "¡Esto se queda como está!".

Horas más tarde se efectuaba el acto de posesión de Carmona acompañado por su esposa y su hijo. Como no había nadie que le tomara juramento, Carmona se levantó de su asiento y tomó con la mano derecha el papel con el texto. Levantó su mano izquierda y se autoproclamó.

El poder de Isaac

El nombramiento del ministro de Defensa fue lo primero que hizo temblar a los cuarteles. Se suponía que el cargo era para el comandante del Ejército. Efraín Vásquez Velasco, no sólo por su posición, en el momento de la salida de Hugo Chávez del poder, sino por su antigüedad y porque la clave de un golpe es el Ejército.

El ministerio de Finanzas fue entregado a Leopoldo Martínez, pero Primero Justicia, partido al que representa Martínez, nunca estuvo de acuerdo con que él participara y le retiró el apoyo.

Todos los ministros de Carmona fueron nombrados por Isaac Pérez, mezclando a sus gerentes con militantes del Opus Dei y algún representante de negocios asociados. Pero no sólo eso. Apenas amaneció, Pérez, junto con Marcos Sánchez se fue hasta la Disip y ordenó que les extendieran credenciales de comisarios generales. Después escogió un contingente de funcionarios para organizar operativos de captura y seguimiento. Las últimas horas

El viernes en la noche, el general Raúl Baduel, comandante de los paracaidistas de Maracay, manifestó su rechazo al gobierno dictatorial que había instaurado Pedro Carmona (con las medidas radicales que echaban al piso todas las instituciones del régimen chavista). El sábado en la mañana, todos los propietarios de medios se reunieron con Carmona en Miraflores, le expresaron la voluntad general de apoyarlo con la condición de que rectificara los decretos anticonstitucionales y convocara a Carlos Ortega a una reunión, para que el país se diera cuenta de que los trabajadores no estaban excluidos.

Ortega declinó la oferta de participar en el gobierno de Carmona y de reunirse con él. El nuevo ministro de Defensa, vicealmirante Héctor Ramírez Pérez, se movía nerviosismo para cumplirle entonces, con dos días de atraso, el compromiso que habían hecho con Chávez de enviarlo al exterior. En las afueras de Miraflores ya los chavistas se contaban por centenares que se abalanzaban sobre los carros de los propietarios de los medios que salían en fila. Carmona fue sacado de su oficina y llevado hasta el lugar donde la misma guardia de Palacio, siempre leal a Chávez, lo defendería. Todas las guarniciones estaban levantándose.

Dentro de Palacio era imposible, no escuchar los gritos de quienes aclamaban el regreso de Hugo Chávez. Cuando los manifestantes apenas empezaban a llegar, Isaac Pérez, que además es experto en seguridad, gritaba a sus escoltas que le acercaran el carro para salir de allí. Fue directo hasta el aeropuerto, tomó un avión y se fue del país.

Mientras tanto, Daniel Romero, quien esperaba ser juramentado procurador general aseguraba: "Aquí no ha pasado nada, nosotros tenemos el control. Seguimos siendo gobierno".

PATRICIA POLEO (*)

Caracas

(*) Periodista del diario Nuevo País de Venezuela. Premio Rey de España por las investigaciones sobre la corrupción en el gobierno chavista.

Tomado de EL TIEMPO


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