06 de octubre de 2002
Dr. Ángel Rafael Tortolero Leal
El Aragüeño
Debo confesar que nunca esperé que fueran justamente los enemigos del proceso político bolivariano, quienes nos dieran la oportunidad de demostrar que nuestra lucha es más grande que los extravíos de una minúscula cúpula golpista que pretende dirigir a la llamada Coordinadora Democrática y en nombre de esta ha sido protagonista de las mayores afrentas al marco de justicia y libertad que nos consagra la Constitución.
Por tal motivo lo menos que puedo decir es gracias. Gracias por darnos la oportunidad de mostrar con hechos lo nefasto que suele ser la derecha, el fascismo y la estupidez ilustrada del antichavismo, cuando llega al poder. Gracias por demostrar que la violencia es hija de la locura y la guerra no es el camino para construir un país. Gracias por su discurso carente de base lógica y política el cual, al ser comparado al nuestro, denota su escaso sentido de patria y su alto desprecio a los pobres y marginados dentro y fuera del país.
Pero lejos de las consideraciones sobre el papel de una oposición madura y civilizada (cosa que ansiamos suceda con prontitud), podemos decir que no estábamos equivocados cuando dijimos que los enemigos de la patria se refugian en la premisa de una globalización negadora de la autodeterminación de los pueblos y representan lo más recalcitrante del odio hacia la emancipación de los pobres. Por tal motivo, ellos, los golpistas de oficio, seguirán en sus intentos por no permitir que en el país emerja una democracia auténtica donde todos apostemos a Venezuela y no a sus mezquinos intereses.
40 años de espera, de sentir el dolor y la impotencia frente a una democracia representativa, madre y padre de los más grandes desmanes contra la moral republicana, la igualdad de los ciudadanos y las libertades públicas, son el contexto histórico de donde surge la revolución bolivariana. No venimos de un planeta extraño ni asaltamos al Estado, nacimos producto del desarrollo de un compromiso cuyo precedente es la lucha libertaria de los hombres y mujeres que dejaron su vida en estas tierras latinoamericanas, cultivo indiscutible de la libertad.
Pero los violentos no descansan y el plan contra la V República continúa su desquiciada marcha, una verdadera taxonomía del terror, cuyos componentes mostraron sus garras en el fallido golpe de Estado del 11-A, pero que no cesa en sus intenciones y sigue al pie de la letra las indicaciones dispuestas por la CIA para tal fin. Veamos:
Fase I: Propagación por todos los medios de una atmósfera de terror, agitación sostenida contra el gobierno, denuncias infundadas y preparación de cuadros policiales, militares, paramilitares y la creación de organizaciones de fachadas nacionalistas y democráticas con el fin de desestabilizar las instituciones de seguridad del Estado.
Fase II: Intensificación de la propaganda llamando a la rebelión y a la desobediencia civil, propiciar huelgas y manifestaciones contra el gobierno. Búsqueda de uno o varios muertos.
Fase III: Acciones suicidas y de provocación contra las organizaciones populares y bolivarianas, acciones de comando y el magnicidio como última carta.
Las estrategias dispuestas para el logro de los nefastos objetivos antes señalados, no se diferencian en nada de las maquiavélicas operaciones bélicas realizadas a lo largo y ancho de América Latina y El Caribe en el pasado reciente, aunque tengo que aceptar que en nuestro caso, el condimento primordial de esta operación terrorista, es indiscutiblemente la fuerza que tienen los medios y el poder de penetración que poseen.
Ahora bien, esta semana se llevará a cabo otro paro golpista, un nuevo intento por convocar el odio, lo lamentable es que nuevamente veremos un espectáculo de gritos e histeria sin proyecto ni futuro. ¿Cuál es el país alternativo que la oposición tiene?. Yo no lo sé ¿y usted).
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Tomado de El Aragüeño