22 de Mayo de 2002
Álvaro Agudelo
El Mundo
Son muchos los que participaron en la conspiración y ejecución del golpe de Estado que metió a Carmona Estanga en Miraflores.
Más aún son los que se sumaron al cuartelazo cuando pensaron que era un éxito. Ya celebraban la instauración de una dictadura empresarial, cuando el pueblo y la inmensa mayoría de los militares desbarataron la conjura.
Se sabe con bastante precisión quiénes fueron los militares que participaron en el Cuartelazo. Se conoce también quiénes fueron los empresarios y sindicalistas metidos en la conspiración. Es fácil saber el nombre de algunos partidos que se dicen democráticos, pero cuyos jefes no sólo participaron en el Golpe, sino que pensaban beneficiarse de él aceptando cargos importantes.
La duda es si la totalidad de los partidos opositores estuvieron involucrados en La Carmonada. Para hallar la respuesta, nada mejor que ver cómo se comportan ahora durante las interpelaciones.
La comisión especial de la Asamblea Nacional que investiga los sucesos del 11 de abril refleja la división. Los partidos de oposición actúan concertadamente. Parece que tienen un solo objetivo: ayudar a los golpistas y defender las pintorescas tesis de éstos. El nudo de la defensa de los conspiradores es que aquí no hubo golpe de Estado. Los parlamentarios pertenecientes a la oposición rompen lanzas en defensa de esa falaz teoría. Eso sólo se puede afirmar por dos motivos: imbecilidad o mendacidad.
Por cierto, un personaje nada amigo de Chávez, Jorge Olavarría, quien ha lanzado contra el Presidente los más duros insultos y, además, no criticó el cuartelazo sino haber usado un soporte jurídico equivocado, demuele la tesis de los golpistas. Esto dijo Olavarría: "El acta de constitución del 'gobierno de transición democrática y unidad nacional' es prueba plena de una acción subversiva del orden constitucional que se materializa en la ceremonia pública de su firma, en la cual se instituyó un gobierno de facto.
Eso se llama golpe de Estado. Lo que se llama 'vacío de poder' es otra cosa. El Estado no es una res nullius abierta al asalto".
No obstante la aplastante lógica de Olavarría, los golpistas siguen hablando de vacío de poder. Para ello cuentan con el respaldo pleno de todos los parlamentarios opositores, que actúan como si fueran cómplices del golpe.
Es más, con frecuencia las preguntas que formulan los diputados de oposición lucen como previamente concertadas con el interpelado. Se lanzan como para que éstos se luzcan o formulen acusaciones estúpidas contra Chávez. Como si quisieran justificar su participación en el "no golpe de Estado" por razones distintas a la ambición de poder y el ansia de robar. En definitiva y al margen de lo que digan los conspiradores, el único objetivo de Carmona Estanga, sus cómplices civiles y militares, no era otro que robar.
HASTA AHORA, todos los golpistas interpelados han mostrado una característica común: la cobardía. Son cobardes. Llegan diciendo que asumen sus responsabilidades, pero luego responden a todo con evasivas. Nunca dan respuestas concretas.
Se presentan como angelitos llevados por las circunstancias a hacer cosas que, en el fondo, no deseaban. Eso de la cobardía es aplicable incluso a quienes quieren presentarse como machotes, que, no obstante esa pose, contestan las preguntas sin decir nada, en el mejor estilo de Cantinflas en "Ahí está el detalle".
POR LOS MOMENTOS, Copei no se ha pronunciado sobre su participación en el Golpe. Lo evidente, lo que todos vimos, fue al Presidente de ese partido, José Curiel, firmando con una enorme sonrisa el decreto de Carmona liquidando la democracia. Curielito suscribió el acta constitutiva de la dictadura no solamente a nombre de Copei, sino de todos los partidos opositores. Nadie en su sano juicio pensará que un veterano como Curiel no sabía lo que estaba avalando con su rúbrica: disolución de los poderes públicos, poderes tiránicos a Carmona para destituir a funcionarios electos.
Sin embargo, Copei no se pronuncia sobre el caso ni sanciona a ese sujeto.
LA OPOSICIÓN no quiere una reforma constitucional, sino un traje a la medida.
El proyecto que preparan los partidos que dicen ser democráticos, persigue una carta magna que resuelva hasta sus problemas internos.
Tomado de Red Bolivariana