17 de marzo

22 de Abril de 2002

Operación Rescate por la Dignidad

Eligio Rojas
El Mundo

ENTREVISTA El general Julio José García Montoya, quien dirigió el contragolpe para reinstalar a Chávez en Miraflores, reveló que el momento más peligroso de la operación fue cuando descubrieron que al Presidente lo sacarían de Venezuela. Enterados del asunto, decidieron "capturarlo" con 90 efectivos que partieron desde Puerto Cabello en lanchas patrulleras y tres helicópteros. Una llamada telefónica abortó el ataque y pudieron rescatarlo pasadas las 11 de la noche, misión que fue encomendada al general Alí Uzcátegui

La última llamada que el general Julio José García Montoya le hizo al militar golpista Efraín Vásquez Velasco fue para darle un ultimátum sin dejarlo replicar.

"Devuelvan al señor Presidente sano y salvo antes de las 9 de la noche o aténganse a las consecuencias", le dijo Montoya a Velasco cerrando el teléfono.

El alto oficial justificó la descortesía diciendo que no se trataba de una "negociación".

El petitorio fue hecho la noche de aquél sábado cuando ya la operación, bautizada Rescate por la Dignidad, tenía consigo todas las guarniciones del país. Los intríngulis del "contragolpe" fueron relatados por el general Montoya minutos antes de rendirle homenaje póstumo al Alto Mando Aéreo, cuyos integrantes moldearon la operación que reinstaló a Hugo Chávez en Miraflores.

El nervio motor fue la 42 Brigada de Paracaidistas -con sede en Maracay y conformada por mil hombres, rodeada por una muchedumbre gritando "no ha renunciado, lo tienen secuestrado".

El griterío se activó con el pronunciamiento público del general Raúl Baduel rechazando la "junta de facto" encabezada por Pedro Carmona Estanga.

Constituidos como un estado mayor, el general Montoya llamó a Héctor Ramírez Pérez, ministro de Defensa del líder golpista, para oponerse a la Junta. En la sala de operaciones estaban los generales Nelson Verde Graterol, Raúl Baduel, Alí Uzcátegui, el almirante Orlando Maniglia y el vicealmirante Fernando Camejo, avalando la conversación.

Con especial deferencia recuerda que Pedro Torres Finol, Luis Acevedo Quintero, fallecidos en el accidente aéreo de hace dos días, también dirigían esa operación.

Después de esa primera llamada, Montoya se dedicó a contactar las restantes guarniciones del país. "Ellos entendieron que se había dado un golpe de Estado", reseñó.

¿Por qué no estaba la Guardia Nacional? Porque no habíamos podido contactar a ninguno de sus oficiales.

Si el plan no funcionaba, ¿cuál era la otra opción? Estábamos decididos a mantenernos firmes y llevar eso hasta sus últimas consecuencias.

¿Qué implicaba esa determinación? Si nos querían reducir por la fuerza, íbamos a tomar las acciones defensivas. Se trataba de ser fieles en nuestro juramento: defender la patria, sus instituciones y morir si fuese necesario en esa defensa.

¿Cuál fue el momento más peligroso de la operación? Cuando supimos que iban a sacar al señor Presidente del país. Tuvimos que llamar a los militares que lo tenían cautivo y le dimos un nuevo ultimátum de una hora para que lo entregaran sano y salvo, porque ya el balance de fuerzas estaba a nuestro favor. Eso fue como a las nueve de la noche.

¿A quien le dio ese ultimátum? Al Almirante Héctor Ramírez Pérez y al general Manuel Antonio Rosendo.

¿Qué respondió Rosendo? El no habló. Me pasó a Vásquez Velasco a quien le hice saber los términos del ultimátum y corté la comunicación.

¿En qué momento se rindió Carmona? Antes de responder, el general se permitió una leve sonrisa y acomodó su corbata.

- No llegamos a recibir la rendición del gobierno de facto. Se fue desmoronando y no le dio tiempo de rendírsele a nadie.

Hubo un instante en que por la presión, el señor Carmona no tuvo más remedio que renunciar y entregarse.

Cuándo tienen la certeza de que todo estaba controlado? Después de las nueve de la noche. Recibí una llamada de los oficiales que tenían retenido al señor Presidente en La Orchila, diciéndome que estaban dispuestos a entregarlo. Que lo fuésemos a buscar.

Qué hicieron antes de esa llamada? Habíamos enviado desde Puerto Cabello una unidad de lanchas patrulleras para capturar la isla con 30 efectivos y una cuadrilla de tres helicópteros con 60 efectivos más.

¿Quién fue a buscar al Presidente? El general Alí Uzcátegui fue comisionado para comandar ese equipo de rescate.

¿Cómo fue el rescate? Ellos depusieron las armas y entregaron pacíficamente al Presidente. Eran como las 11 de la noche.

¿Quiénes venían en el helicóptero con Chávez? El vicealmirante Camejo, el general Uzcátegui y miembros de su escolta personal.

¿Qué hicieron con Chávez una vez rescatado? Habíamos hecho los arreglos para que llegara a la 42 Brigada, pero en una conversación telefónica que sostuve con él, me planteó su deseo de llegar directamente a Miraflores.

¿Usted sabía con antelación que los generales Vásquez Velasco y Rosendo estaban en esa conspiración? Nos sorprendió ese comportamiento.

Nunca pensamos que esa fuese su actitud. No entiendo porque ellos decidieron desconocer lo que plantea la Constitución.

REVELACIÓN

"Temíamos un magnicidio"

Asesinar al secuestrado Presidente fue una posibilidad que rondó la mente de los golpistas. "Teníamos mucho temor en ese sentido", confesó el general Montoya. Durante la entrevista omitió hablar de Lucas Rincón Romero y exoneró a la Iglesia católica del drama que significó tener una dictadura de 47 horas y saqueos por todos lados, semejantes a los del 27F. "Me imagino que la jerarquía eclesiástica venezolana, preocupada por ese estado de cosas, quería ayudar y conciliar para dar una salida con la menor violencia posible".

Antes de atendernos, le vimos conversar con Monseñor Hernán Sánchez Porras, quien celebró la misa de ayer en memoria de los oficiales fallecidos. "Sería irresponsable de mi parte decir que la Iglesia estaba comprometida en esto", enfatizó.

Si en algo coincidían quienes estaban con Carmona y los que remendaron el hilo constitucional desde Maracay, era la no violencia. Nadie quería ver las escenas del jueves anterior, según Montoya. Por eso condujeron la operación en varios frentes.

Desde Puerto Cabello también salió el componente militar que recapturó el canal ocho, donde participaron los periodistas Juan Barreto y Vladimir Villegas, entre otros. De su relación con Chávez, recuerda que se tropezaron en la Academia Militar. "El era cadete de primer año y yo estaba en tercero", precisa.

¿Nunca conversaron sobre la intentona golpista de 1992? No. No. Éramos cadetes y nos dedicamos a cumplir todas las actividades. Él nunca me habló de eso.

¿Cómo reaccionó usted en 1992? Realmente me sorprendí.

¿Una vez convertido en Presidente de la República, cuándo lo vio? Apenas recibió el cargo visitó la Comandancia General del Ejército. En ese tiempo yo trabajaba como integrante del Estado Mayor del Ejercito y tuve la oportunidad de saludarlo.

¿Quedó fracturada la Fuerza Armada Nacional después del 11A? Gracias a ese sentir mayoritario de la FAN y del pueblo venezolano, se logró restablecer el hilo constitucional. Si los que se oponían al mantenimiento de la legalidad hubiesen sido mayoría, estarían controlando la situación.

¿Hay fractura? En todo caso, hay una diferencia entre los oficiales de alta graduación, pero la base de la organización, sus cuadros medios y subalternos no tienen ningún tipo de fractura.

El militar no quita sus ojos de las coronas que adornan el hangar de La Carlota donde rezaron por los caídos en el accidente aéreo. Repasa uno a uno el rostro de los dolientes y desde su puesto saluda a uno que otro.

La abstracción del momento no le hizo perder el hilo de la conversación y expone con fluidez las lecciones de los últimos eventos. "De esta experiencia hemos salido fortalecidos porque todos los que se plegaron a la operación Rescate por la Dignidad, lo hicieron convencidos de que era su deber".

PERFIL

El mayor de la casa Julio José García Montoya ha venido sustituyendo a los principales cabecillas del golpe contra Chávez. Antes, reemplazó al contraalmirante Carlos Molina Tamayo en la Secretaría de Seguridad y Defensa de la Nación. Ahora, Montoya fue recién juramentado como nuevo Comandante General del Ejército, puesto que ostentaba Efraín Vásquez Velasco, el hombre que presentó a Carmona como presidente de una Junta Transitoria de Gobierno. Montoya nació en Puerto la Cruz hace 49 años. Este oficial de comunicaciones es el mayor de tres hermanos y su ingreso a la Academia Militar se produce a finales de los años 60.

Tomado de El Mundo


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