17 de marzo

18 de abril del 2002

Un golpe de Estado clásico apelando a la doctrina de "la seguridad nacional"

Vicente López Pascual
Canarias Ahora

El golpe de Estado contra el presidente venezolano Hugo Chávez Frías estuvo ampliamente justificado desde meses antes por políticos, medios de comunicación y empresarios de la derecha venezolana apelando a un método clásico para las asonadas militares: la llamada doctrina de la seguridad nacional, pero con la vertiente más moderna, la del "estado de necesidad". Los golpistas, sin quererlo, han reproducido esquemas de libro ya registrados en el cono sur en los años 60 y 70 y, con sus variantes, en España en 1981.

La frágil situación económica venezolana, la modificación democrática de parte de las instituciones llevada a cabo por la llamada revolución bolivariana de Chávez, la centralización del poder en el Palacio de Miraflores y el enfrentamiento del Gobierno con la Iglesia católica, la poderosa Fedecámaras (patronal venezolana), el sindicato Confederación de Trabajadores de Venezuela, de corte socialdemócrata, y sectores de las Fuerzas Armadas, principalmente de la Marina y de la Aviación, conformaron un caldo de cultivo que propició no sólo el enfrentamiento social en el país, sino de éste con Estados Unidos y otros países occidentales, principalmente por las declaraciones pseudo izquierdistas del presidente a favor de la revolución cubana, de la revolución china y de los movimientos de liberación.

Además, la inclusión en su Gobierno de ex guerrilleros de la época de los 70 fueron propiciando, lentamente, un bloque heterogéneo de opositores al régimen que esperaron el momento oportuno, como fue la destitución de toda la cúpula de la gran empresa Petróleos de Venezuela, para soliviantar los ánimos, convocar masivas manifestaciones en el centro de Caracas y, a partir de ahí, el golpe.

Desde meses antes, el periódico El Universal, de Caracas, a través de editoriales cuyos contenidos describiendo la situación en el país son de un estilo muy similar al colectivo Almendros español, que en su momento sirvió como base ideológica para los golpistas del 23 de febrero, fue dando forma política e ideológica a los sublevados.

Queda por despejar el grado de participación de los Estados Unidos de América en los hechos. Principalmente, porque no queda nada clara la posición de Washington respecto al golpe. En este sentido cabe resaltar que el portavoz de la Casa Blanca, Ari Fleisher, dijo y repitió constantemente el sábado 13 de abril que Hugo Chávez había renunciado a la presidencia de su país, cuando en realidad, el presidente constitucional venezolano estaba retenido en una base naval por la Marina venezolana.

Los norteamericanos evitaron a toda costa calificar de golpe militar la situación en Caracas ya que ello supondría la aplicación de sanciones contra Venezuela bajo la Ley de Asistencia Internacional de Estados Unidos. Es más, el Gobierno norteamericano aplaudió la actuación del Ejército y la Policía venezolana por no apoyar al Gobierno de Chávez, a quien acusó de violaciones de los derechos humanos.

Asimismo, merece destacarse un comunicado conjunto de los Gobiernos de Estados Unidos y España en el que reclamaron que Venezuela retorne "lo antes posible a una normalización democrática completa", un comunicado que no fue seguido de un posicionamiento similar por parte del resto de gobiernos europeos.

El presidente José María Aznar expresó a Pedro Carmona la disposición española a ayudar en lo necesario para la recuperación de la "normalidad democrática y la consolidación institucional", según publicó el diario El Universal en su edición de este sábado.

Según informó también este sábado Radio Nacional de España, el empresario Pedro Carmona se reunió días antes del golpe en un lugar desconocido con los embajadores de España y Estados Unidos en Caracas. Sin embargo, ni las autoridades españolas ni las norteamericanas han confirmado que se celebrara ese encuentro, cuál fue su contenido y qué expertos acompañaron a los embajadores.

La presencia económica de España en Venezuela es cuantiosa, especialmente la de los bancos BBVA y BSCH, además de la omnipresente Telefónica. La presencia del BBVA es especialmente numerosa por la política llevada a cabo por Emilio Ybarra, actualmente sometido a un expediente por la aparición de cuentas secretas en el paraíso fiscal de la isla de Jersey.

Un clásico

Este es un golpe de Estado de carácter clásico pero, a diferencia de los anteriores de Chile, Argentina, Uruguay... contó con el respaldo, en el acto de instalación del Gobierno golpista, de numerosos miembros del alto mando militar, representantes del cuerpo diplomático, Iglesia católica, medios de comunicación social, empresarios e industriales. Y, en menor proporción, sindicalistas y políticos.

Es más, en ese acto de instalación de Carmona como nuevo presidente, se leyó el decreto de constitución de su provisoria gestión y de la disolución de la Asamblea Nacional, del Tribunal Supremo de Justicia, Fiscalía General de la República, Defensor del Pueblo, Contralor General y miembros del Consejo Nacional Electoral.

Esa disposición golpista fue refrendada por el cardenal José Ignacio Velasco, por Luis Enrique Ball Zuloaga, empresario, y por otros altos representantes de medios de comunicación y de la banca. Significativamente, el representante de la Confederación de Trabajadores de Venezuela, Alfredo Ramos, que asistió al acto, no firmó esa disposición.

El golpe tenía terminales en los centros financieros internacionales. Prueba de ello es que la Bolsa de Caracas experimentó una subida del 10,42% el mismo viernes, así como los bonos de la Deuda Pública venezolana, que crecieron un 6%, lo que significa la entrada de dinero en el parqué venezolano y en la deuda pública del país.

Un hombre de Kissinger en el Gobierno de Carmona

El Gobierno nombrado por el golpista Carmona incluía, como ministro de Relaciones Exteriores, al democristiano José Rodríguez Iturbe, numerario del Opus Dei, antiguo presidente de la Asamblea Nacional y cualificado dirigente del extinguido partido Copei.

Rodríguez Iturbe fue, durante el Gobierno de Herrera Campins, presidente de la Comisión Asesora de Relaciones Exteriores, un organismo a caballo entre el Palacio de Miraflores, la Cancillería venezolana y el Parlamento, responsable de la política de apoyo a los movimientos anticomunistas en América Central.

Bajo su dirección, agentes de la Disip, policía política venezolana, colaboraron activamente con el Gobierno de Duarte, dieron cobertura a la contra nicaragüense y ayudaron decididamente a la política norteamericana en el área centroamericana y en el cono sur. El secretario de Estado norteamericano era, en esa época, Henry Kissinger. Rodríguez Iturbe es doctor en Derecho y catedrático de Universidad.

El papel de las Fuerzas Armadas

El papel desempeñado por las Fuerzas Armadas Nacionales de Venezuela (FAN) es muy confuso. Se desconoce la actuación exacta de la Marina, aunque, a juzgar por la presencia de un almirante en la toma de posesión del golpista Carmona, y la detención del presidente Chávez en la isla Orchida, a 150 kilómetros al norte de Caracas, en el mar Caribe, y posteriormente en la base naval de Turiano, pudiera indicar que este cuerpo, en su totalidad, se alzó contra el presidente constitucional. No así el Ejército de Tierra ni las Fuerzas Armadas de Cooperación (Guardia Nacional), que se encuentran totalmente divididas.

En este sentido, ha jugado un papel determinante la Brigada Paracaidista, que no se sumó al alzamiento. Fue muy significativa y decisiva la postura de esta brigada, con base en Maracay, cuyo comandante en jefe ignoró las órdenes del Gobierno provisional, se declaró en rebeldía y acuarteló a sus tropas.

Algo casualmente muy similar a lo ocurrido en España el 23 de febrero de 1981, cuando la Brigada Paracaidista, pese a los intentos llevados a cabo por el general Armada y elementos de los servicios de información para que se sumara al golpe, se puso al lado del Gobierno legítimo por órdenes expresas de su jefe de Estado Mayor, el entonces teniente coronel Emilio Alonso Manglano.

Vicente López Pascual es licenciado en Derecho y master en Ciencia Política por la Universidad Simón Bolívar de Caracas. viarribas@eresmas.com

Tomado de Rebelión


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