11 de Abril de 2002
Escrito en Caracas, en horas de la noche del 9 de abril de 2002
Juan Vicente Gómez Gómez
Red Bolivariana
Cómo si las hojas del calendario no fuesen cayendo una tras otra, un sector del país esperaban expectantes la llegada del 9 de abril.
Y llegó el 9 de abril.
Y a primeras horas de él, las plantas de televisión informando que el paro había sido un éxito, que nadie en el país estaba trabajando.
Y comenzaron a mostrar imágenes en las cuales las calles se veían casi desiertas. Y ello estaba siendo retransmitido en "vivo y en directo". Pero lo que más llamaba la atención es que esas retransmisiones en vivo y en directo se estaban sucediendo pasadas las siete de la mañana. Y el milagro de Jericó se repitió, pero esta vez a la inversa. Ante las murallas de Jericó los sacerdotes del pueblo de Israel paseaban el Arca de la Alianza y hacían sonar sus "Shofar", y el Dios de Israel hizo que el día durase una hora más.
Hoy el Dios de los escuálidos, mientras los sumos sacerdotes de su culto voceaban y sacaban sus cámaras a las calles, logró el milagro de que a las siete pasadas de la mañana, el día apenas estaba despuntando. Los pocos vehículos que las televisoras mostraban circulando por las calles lo hacían con sus faros encendidos, la penumbra se había apoderado de la ciudad virtual, mientras que en la real el sol iluminaba a la ciudad.
Y se produjo el primer abuso. Las televisoras tuvieron que retransmitir una cadena. En ella lo que se mostraba era distinto a lo que minutos antes estaba siendo mostrado. El sol brillaba en el firmamento. Los vehículos se desplazaban por calles y avenidas, eso sí sin la abundancia de un día normal de trabajo. El transporte público desplazando a los usuarios que los abordaban para ir a sus trabajos, eso sí en menor cuantía que un día cualquiera de trabajo. Y mostraban a todas las industrias básicas del país operando con toda normalidad. Y así fue durante todo el día. No faltó la luz eléctrica, ni el agua potable, la banca operó normalmente, así como farmacias, clínicas y hospitales. Muchos de los comercios del Este de la ciudad cerraron sus puertas, haciendo honor al lema "El cliente siempre tiene razón" y siendo su clientela escuálida (no por el número, pero sí por su afiliación política) por consideración a ella no iban a llevarle la contraria. Pero como también hay otros comercios que no están en el Este de la ciudad, estos abrieron sus puertas. Ellos también hacían honor al lema de que el cliente siempre tiene razón.
Y en los momentos en que el Gobierno dejaba libre las señales radioeléctricas, el país virtual volvía a apoderarse de las pantallas. Y en ellas se clamaba contra el abuso que significaba haberse evidenciado la superchería de la que se alimenta el país virtual. Y los actores de una autoproclamada "sociedad civil" eran presentados uno tras otro. Y en uno y otro, y otro, y otro canal las mismas caras, el mismo discurso. Y por obra y gracia de la "magia" de la televisión esos actores devenían en estrellas y se olvidaban todas las malas actuaciones del pasado, que las mismas televisoras habían denunciado hasta la saciedad. De tristes actores de telenovelas baratas, y sin haber pasado por escuelas de actuación, hoy están en capacidad de interpretar cualquier rol del teatro clásico.
Y llegó el momento, una vez comprobado que el país no se había paralizado, que el Gobierno dejó de informar. Y entonces la Venezuela virtual engulló a la real.
Cinco mil manifestantes a la puerta de las instalaciones de una de las sub sedes de PDVSA en Chuao, devino en la expresión de "TODO" el país. Y como ellos pedían la salida del Presidente de la República, el país virtual creyó que él debía abandonar el palacio de Miraflores y entregarle el mando... ¿A quién?, me pregunto, puesto que el país virtual no indicó quien deba sustituirlo.
Y emergiendo de en medio de ese país virtual, el no menos virtual alcalde Capriles Radonsky manifestaba el despropósito del vice presidente ejecutivo de la República Bolivariana de Venezuela, cuando afirmó que él y su familia habían sido víctimas de la agresión de muy civilizados ciudadanos. ¿Cómo podía afirmar esas barbaridad?, cuando sólo habían sido empujados, muy decentemente eso sí, y que sólo se le había roto el intercomunicador del edificio en el que vive.
Y desde ese país virtual se afirma que el Gobierno de Hugo Chávez Frías es la ejemplificación de la tiranía y del atropello a los derechos humanos.
juanvicente@redbolivariana.com
Tomado de Red Bolivariana