17 de marzo

3 de Junio de 2002

Ya está claro

Álvaro Agudelo
El Mundo

Aún faltan por saberse muchos detalles. Cosas más importantes que las meras anécdotas son todavía desconocidas. Pero a grandes rasgos los venezolanos sabemos qué paso el 11 de abril y los días inmediatamente posteriores. Sí, es verdad, hay hechos fundamentales, nombres y circunstancias que permanecen aún velados. Pero lo esencial se sabe.

Entre otras cosas está claro, por ejemplo, que la conspiración es vieja. No fue un movimiento militar espontáneo, generado por los muertos del 11A. El "ministro de Defensa" Ramírez Pérez (sí, el almirante ése que sale en el video corriendo en Miraflores al enterarse de que Baduel desconocía a Carmona) confesó en televisión, cuando todavía se sentía ministro, que llevaban nueve meses conspirando. Está bien claro, además, que los personajes civiles del cuartelazo tenían largo tiempo en eso. Abundan las evidencias irrefutables, como la conversación entre Carlos Andrés Pérez y Carlos Ortega, en la que el primero le ordenaba los pasos a seguir para derrocar a Chávez.

Tampoco hay dudas de que esos pintorescos patriotas del cuartelazo, civiles y militares, obraban en complicidad y con el apoyo de otros países.

Se sabe, igualmente, que los muertos del 11A fueron obra de la oposición. Se ignora, y son detalles cruciales, los nombres de los autores materiales. Tampoco se sabe exactamente cuál alcalde o alcaldes apostaron en los edificios aledaños a Miraflores a los francotiradores con órdenes de asesinar.

Pero sí está claro que no fue el Gobierno, que sólo podía perder con hechos de violencia.

Nadie en la oposición ha explicado qué razón podría tener un gobierno que durante tres años jamás reprimió una marcha, protesta o manifestación, para de golpe volverse violentamente represivo. La lógica exculpa al chavismo e inculpa a los conspiradores, pues son los únicos que tenían motivos y se beneficiaban con ello.

Nadie duda que el objetivo de los golpistas era apropiarse del país. Bastaba verlos en Miraflores. La juramentación de Carmona, salvo contadas excepciones, reunió a un grupo de facinerosos que intentaban repartirse la nación. En el reparto figuraba Pdvsa, que sería "entregada" a empresas de los países comprometidos en la asonada.

También quedó en evidencia no sólo la catadura moral de los golpistas, civiles y militares, sino también su esencial cobardía.

Desde las carreras en Miraflores al saber del inminente retorno de Chávez, a la forma cobarde de enfrentar la interpelaciones, donde se dedicaron a mentir, a no asumir responsabilidades y a huir hacia adelante profiriendo acusaciones infundadas contra el Presidente. Parte de esa falta de valor, cívico y personal, se evidencia también en la solicitud de asilo de todos los golpistas que tuvieron oportunidad de hacerlo. Es una conducta vergonzosa para cualquiera, pero especialmente despreciable en un militar, para quien la valentía es la principal virtud.

Por último, está claro que todos los partidos que dicen ser oposición democrática estuvieron en el golpe o se sumaron a él. Eso explica porqué los parlamentarios de esos partidos, sin excepción, pusieron todo su magro talento en defender a los golpistas durante las interpelaciones.

Los hechos son los hechos. Hasta a quien no le guste este Gobierno, y tiene perfecto derecho para ello, debe reconocer quiénes son los culpables de los muertos del 11A y los hechos que se sucedieron a continuación. Y por Miraflores no fumea.

El contraste entre la conducta de los opositores radicales y la del chavismo es abrumador. Y dice muy poco de la calidad humana de los primeros. Basta ver cómo se comportaron las turbas de los sectores aliados frente a la embajada de Cuba.

Causaron graves destrozos que tiene que resarcir el Estado venezolano. Por el contrario, cuando Carmona Estanga se asiló en la legación colombiana, huyendo así de su responsabilidad, nadie del chavismo fue a protestar civilizadamente contra la concesión de asilo a ese prófugo.

Por no hablar de repetir escenas similares a la barbarie que mostró la oposición frente a la sede diplomática cubana.

Por cierto que los de Primero Justicia aprovechan la complicidad de algunos medios de comunicación metidos en la conspiración para hacer ruido. Se hacen invitar por dudosos sujetos de las universidades, para que dicten conferencias que nadie sabe sobre cuál tema, para así provocar disturbios entre los estudiantes.

Tomado de Red Bolivariana


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