18 de Septiembre de 2002
Editorial
Red Bolivariana
La historia de la humanidad está signada por lo que fue en un momento determinado. Una vez escrita surgen entonces miles de interrogantes que plantean, para quienes la leen, lo que hubiera sido si las cosas no hubiesen sido como ellas fueron.
¿Qué hubiera pasado si Espartaco no es derrotado por Marco Licinio Craso?
¿Qué hubiera pasado si Napoleón hubiese triunfado en Waterloo?
¿Qué hubiera pasado si Hitler hubiese dispuesto de la bomba atómica antes que los aliados?
Esas, y tantas otras, serán siempre preguntas sin respuestas. Lo cierto es que en la derrota de Espartaco se configura la primera revolución que fracasa. La derrota de Napoleón, en un hecho histórico que habrá de propiciar el Congreso de Viena, en cuyo texto se estaban poniendo las bases para la Primera Guerra Mundial. Y el fin de la Segunda Guerra Mundial, tras el estallido de la bomba atómica, habría de enrumbar a la humanidad hacia un destino que sólo se podía vislumbrar en relatos de ciencia ficción.
Hoy en Venezuela también se está configurando una situación histórica en la que lo que es, deja paso a lo que hubiera podido ser.
En una semana se han llenado páginas y páginas sobre el caso Otto Neustadl y se puede empezar a especular con el "hubiera". Qué hubiera pasado si Otto Neustadl no hubiese callado lo que sabía desde el 10 de abril, o quizás antes, y lo hubiese hecho público, aunque sólo fuese a título de "rumor".
Otto Neustadl no lo hizo. El golpe de estado se dio, por lo que ya es historia lo acontecido los días 11,12, 13 y 14 de abril.
Y de nuevo un "hubiera" preguntándose uno si ese vídeo (en el que Otto Neustadl afirma haber sido testigo privilegiado de los prolegómenos de un golpe de estado) hubiese salido a la luz pública semanas antes, no hubiese podido modificar una sentencia, que también ya hace parte de la historia.
Por lo que el silencio de Otto, así como el silencio, el de ayer y el de mañana, de los medios (para qué señalarlos, si son de todos conocidos) devienen en hechos históricos.
Un silencio, que de haber sido roto, no hubiese sido el causante de la alteración del orden público que habría de desembocar en la pérdida de decenas de vidas humanas y causar daños materiales por cientos de millones de bolívares.
Un silencio que no se encuentra amparado en ningún Código Ético.
Un silencio que, considerado desde la deontología, deviene en un escupitazo al ejercicio del periodismo.
¿Qué habrá de ser con ese silencio?
Un silencio que, por lo demás, está tipificado como delito en el Código Penal Venezolano.
Esperemos que cuando se escriba la historia, es decir pasado mañana, quienes la lean no deban especular sobre lo qué hubiera pasado, si se hubiesen sancionado a quienes incurrieron en él.
Así como también es un hecho histórico que Otto pasó de lo sublime a lo ridículo al tratar de retractarse de lo que dijo.
Red Bolivariana
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Tomado de Red Bolivariana