17 de marzo

28 de julio del 2002

Dos masacres, los mismos autores

Elson Concepción Pérez
Granma

Masacre 1: Es casi madrugada del martes 23 de julio. Desde un avión F-16, fabricado en Estados Unidos y entregado a Israel, una bomba de una tonelada de peso es dejada caer sobre un populoso barrio de Gaza, 15 palestinos mueren en la explosión, entre ellos siete niños, y otros 176 resultan heridos, entre estos últimos hay 36 niños y 23 mujeres.

Opinión de Ariel Sharon, el carnicero primer ministro de Israel: "La operación fue `un gran éxito'. Esta acción (el ataque a Gaza) es uno de nuestros grandes éxitos, pero también nos exige mantenernos en alerta máxima contra posibles atentados de respuesta", afirmó. Ben Eliezer, ministro de Defensa israelí, dijo: "Los niños y civiles no tenían que estar en el lugar en el momento del bombardeo de la fuerza aérea israelí...".

Masacre 2: Afganistán, provincia de Uruzgan. Comienzos de julio. Cientos de personas asisten a una boda familiar de pobladores de la zona. La alegría, acorde con tradiciones y credos, llega a su máxima expresión cuando la pareja acepta el compromiso de amarse mutuamente. Besos, saludos efusivos, aplausos, brindis, y.... aviones de combate de Estados Unidos lanzan bombas y misiles contra el lugar de la boda. La alegría es interrumpida por el impacto de la metralla. La sangre de más de 40 civiles muertos y otras decenas de heridos colapsa el brindis y la felicidad.

Justificación de Donald Rumsfeld, secretario de Defensa de Estados Unidos: "La campaña de bombardeos estadounidenses en Afganistán ha sido la más precisa realizada jamás, con un número de bajas civiles relativamente bajo".

Opinión del Pentágono: "El ataque que mató accidentalmente a 40 civiles que celebraban una boda en Afganistán, era parte del operativo para dar con el líder talibán, el mulah Omar".

UNA CONCLUSIÓN NECESARIA

Respecto a la masacre 1, ha habido críticas y condenas, incluso una hipócrita por parte del gobierno de Estados Unidos. En casi todos los casos, han sido tenues señalamientos a la acción irracional y genocida israelí.

Pero también es cierto, que, como lamentara el líder palestino, Yasser Arafat, este martes, "ante esta matanza que ningún ser humano podría imaginar, cómo el mundo puede hacer silencio y no poner fin a tales crímenes".

Otra conclusión evidente: ¿Cuál será la reacción del propio movimiento palestino, particularmente de Hamas, al ver a uno de sus principales jefes y sus hijos y demás familiares y vecinos del lugar, destrozados por la metralla israelí, lanzada desde un avión yanki durante una acción irracional de Israel, punta de lanza estadounidense en el Oriente Medio?

En cuanto a la masacre 2: Afganistán, uno de los países más pobres de la Tierra, ahora más destruido que nunca, ingobernable como siempre y cansado de que su suelo siga ocupado por fuerzas externas, está mucho peor hoy que antes del inicio de los salvajes bombardeos emprendidos por la potencia mayor del mundo, en nombre de la lucha contra el terrorismo.

En aquellos inhóspitos parajes, el imperio y sus fuerzas no han encontrado aún al saudita Osama bin Laden ni al jefe talibán, mulah Omar, y a cada rato, sin saber de dónde salen, disparos de misiles y ataques artilleros irrumpen contra los campamentos de soldados norteamericanos o de sus aliados de la OTAN.

En fin, las masacres continúan, unas veces en suelo afgano y otras en suelo palestino o en ambos a la vez. Las mentiras y justificaciones, tanto de la administración estadounidense como de Israel, tratan de opacar la sangre vertida por niños, mujeres y hombres cuyo único delito es querer ser libres y tener un pedazo de tierra donde vivir.

Tomado de Granma


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