6 de septiembre del 2002
Editorial de Liberación
Liberación
Desde que las Naciones Unidas, con el voto de una inmensa mayoría de países, acordaron en Roma años atrás constituir el Tribunal Penal Internacional (TPN) para juzgar y penar crímenes de guerra y de lesa humanidad, Estados Unidos se viene negando rubricar el acuerdo poniendo como condición para hacerlo, de que sus soldados y personal de defensa queden excluidos de ser juzgados por el mismo.
Hasta el momento, la opinión pública internacional pudo pensar que Estados Unidos se estaba protegiendo de antemano frente a futuras acciones donde sus efectivos en cualquier lugar del planeta so pretexto de la "guerra contra el terrorismo" pudieran "extralimitarse".
Sin embargo no se trata, como hubiéramos imaginado, de un problema que pudieran tener los soldados de la Nueva Roma en el futuro a partir de esta creciente expansión militar imperialista. Ahora gracias a denuncias muy concretas y documentadas de la organización internacional Médicos por los Derechos Humanos (en inglés PHR), de personal de la Cruz Roja y del documentalista irlandés Jamie Doran, se conoce que soldados norteamericanos masacraron a 3000 talibanes que habían sido capturados cerca del pueblo de Mazar -i- Sharif , luego de la caída de Konduz el último bastión del Talibán en Afganistán del norte, el 21 de noviembre de 2001.
Si bien la denuncia había sido hecha a principios de este año, en ningún momento se recibió respuesta a pesar de que a lo largo de más de seis meses PHR contactó y entregó documentación al secretario de Estado Colin Powell, al de Defensa, Donald Rumsfeld, y al presidente del Consejo de Seguridad de la ONU reclamándoles garantías para una investigación y exigiendo que se mejoraran las infrahumanas condiciones de los prisioneros sobrevivientes aun alojados en la prisión de Shebergham, .
Según estos testimonios documentales -una parte filmados por Doran a fines del año pasado, luego de que se bombardeara, se torturara y se asesinara a talibanes con las manos atadas mediante disparos en la fortaleza-prisión de las afueras de Mazar -i- Sharif -, tropas especiales norteamericanas dirigieron el traslado en transportes con contenedores de unos 3000 presos (de un total de 8000 que se habían rendido después de la batalla), los fueron asesinados camino a una zona desértica que ha sido ubicada, siendo enterrados luego que bulldozers militares cavaran inmensas fosas comunes.
Ahora que todo el material de la denuncia ha sido hecho público trascendiendo a los principales medios periodísticos alemanes y franceses, hasta llegar al conocimiento de los europarlamentarios, la revista norteamericana Newsweek publicó esta semana un reportaje especial, ilustrado con profusas fotografías, en el que si bien corrobora que la carnicería existió, afirma en cambio que: "Nada de lo averiguado por Newsweek sugiere que las fuerzas americanas tuvieron conocimiento previo de las matanzas, fueron testigos de los prisioneros amontonados en camiones sin ventilación o estuvieron en posición de prevenir estos hechos" cargándole la culpa a los jefes militares de la Alianza Norte. (Número del 26 de agosto).
Pese a la cortina de humo tendida por esta publicación (la primera en Estados Unidos que se hace eco del tema), para el abogado internacional de derechos humanos Andrew McEntee quien estuvo presente en la proyección especial del documental de Doran: "Está claro que hay evidencia prima facie de serios crímenes de guerra cometidos no sólo contra la ley internacional, sino contra leyes de los mismos Estados Unidos".
Podríamos agregar otros elementos informativos más que han salido a luz sobre "El convoy de la muerte de Afganistán", como lo titula Newsweek, pero no vienen al caso ahora.
El Pentágono, como principal cabeza militar de Estados Unidos con todos sus organismos subsidiarios, no tiene nada que envidiarle a los nazis y la historia es larga en esa materia. Hay que hacer memoria solamente. Sus soldados y fuerzas especiales, no hace muchos años atrás, se destacaron como carniceros en Vietnam, Laos y Camboya directamente o instruyendo a los títeres locales en la aplicación de "métodos contrainsurgentes de alta eficacia contra el enemigo". Y en nuestra América Latina, desde Guatemala hasta Argentina, sembraron de torturados, desaparecidos y asesinados a nuestras patrias. Y no siempre sólo instruyendo a los ejércitos y policías, en muchos casos participando directamente en el "campo de batalla". ¿Y qué pasó con los prisioneros iraquíes en la Guerra del Golfo? ¿O en Kosovo? Algún día se sabrá.
Los ilustres gobiernos europeos al igual que los no pocos latinoamericanos y de otros continentes, que se han plegado sin chistar a la "lucha contra el terrorismo y en defensa de los valores del mundo libre" norteamericano desatada por Bush y su pandilla de gangsters, tendrían que poner también las barbas en remojo. Porque ellos también pueden ir a parar algún día al tribunal internacional. Sólo para el «Tío Sam» nunca existirán los crímenes de guerra ni el genocidio. Este se amparará, como en "Misión Imposible", en que sus gentes nada vieron y tampoco nada tuvieron que ver con estos "inevitables" trabajos sucios.
Tomado de www.rebelion.org