17 de marzo

9 de abril del 2003

La enfermedad informativa en los medios españoles: descripción de una sintomatología

Ni calcetines limpios ni tabaco

Guimbo Santos
Rebelión

Los organismos vivos suelen manifestar la entrada en un proceso anómalo a partir de síntomas. Estas señales son la alarma que llaman la atención para, en caso necesario, tomar las medidas oportunas. Si el equilibrio de algo está roto, estas marcas lo denuncian. Así, con los niños pequeños sólo hay una manera de establecer una posible enfermedad; a base de interpretación de los síntomas. Estos son del grupo de los síntomas mensurables: la temperatura en un termómetro, los hematocritos en un análisis de sangre, la bilirrubina en un análisis de orina, etc.

Un segundo grupo de síntomas serían aquellos "invisibles": los que se nos aparecen, como los fantasmas, pero que no podemos medir numéricamente, padres de la sospecha. Así, por ejemplo, la psicología interpreta conductas y a partir de ahí establece un diagnóstico. Pudiendo ocurrir que una persona que "parecía" totalmente normal acabe, en un arrebato eminentemente psicótico, asesinando a toda su familia. Este grupo de síntomas son siempre peliagudos porque, así como para diagnosticar un cáncer sólo se necesita un análisis fisiológico, es decir, el veredicto de una máquina, para diagnosticar un caso de neurosis maniaco-depresiva se necesita una interpretación de síntomas "aparecientes". En último término el diagnóstico se establece democráticamente, es decir; en un consejo de expertos en el cual hay un grupo mayoritario a favor de un diagnóstico. El veredicto de la mayoría.

La realidad está empachada de estos dos tipos de síntomas. El desorbitado incremento de gases contaminantes acaba, sintomáticamente, socavando la capa de ozono. El aumento de la pobreza en determinadas regiones es síntoma de que antes o después empiecen a aparecer cadáveres flotando en las orillas de los países del primer mundo. La aparición de una crisis económica en ciertos países suele ser síntoma de que antes o después aparecerán niños descuartizados tontamente por bombas inteligentes en otros puntos del planeta. La obstinada y patológica defensa de la legalidad internacional de la que hace gala el presidente del gobierno español es síntoma de algo que ya sabíamos por otros medios, que la legalidad internacional ha sido violentada, además de la mala fe de ese señor para con sus jefes, los ciudadanos (todos) de su país. Hay, sin embargo, infinidad de síntomas que se nos escapan, quizá por fútiles, quizá por extraordinariamente esporádicos. De estos está sembrada la información que estos días recibimos de la invasión de Irak. Por ejemplo, Jon Sistiaga, el enviado especial de Tele 5 en Bagdad calificaba el día 6/4/03 la actuación de la tropas iraquíes como "tácticas marrulleras", o como si dijéramos, astucias innobles. Lo noble, o al menos el síntoma democráticamente establecido de lo noble, pasa por ser ¿qué? ¿la lucha bomba a cuerpo de los B-52 con los habitantes (civiles y militares) de Irak? ¿la lucha de los fusiles obsoletos del ejercito irakí con la maquinaria de guerra más potente y destructiva de toda la Historia de la Humanidad?¿David era un marrullero y Goliat un justo competidor?.

En esa misma cadena y ese mismo día la enviada especial del periódico "El Correo", Mercedes Gallego, describía la situación de la avanzadilla de marines en la que se encuentra "incrustada" en términos insoportables para cualquier ser dotado de entrañas. Estaban a las puertas de Bagdad, en un punto no determinado del cinturón que rodea a ésta. El panorama lo describe así (cito de memoria): "...los mandos han prohibido a los soldados acercarse a los ciudadanos de Bagdad ante el temor de que pudiesen aprovechar la situación para hacer ataques terroristas(sic), lo cual les impide comprar tabaco a los niños que se les acercan. A muchos de ellos el tabaco se les acabó hace días y a pesar del alto precio del tabaco que venden los niños (1$) ese era el único medio de conseguir tabaco. Los soldados están muy nerviosos y cansados, además no tienen tabaco ni calcetines limpios... ". ¿Cabe horror más profundo que encontrarse a las puertas de la ciudad que vas a invadir y no tener un mísero pitillito que te tranquilice del estrés que te produce la presión de esos locos empeñados en estallarse junto a ti? ¿Puede alguien soportar la pestilencia de unos calcetines sucios cuando se avanza con la impoluta bandera de la higiene democrática? ¿es posible colegir tener el cerebro más limpio que los calcetines?. Son pequeños síntomas, casi imperceptibles. Los habrá incluso que piensen que son tonterías demasiado grandes como para fijarse en ellas. Como que hoy mismo, 7/4/03, la segunda edición del telediario "estatal" haya dedicado dos noticias, de las entre diez y doce que suele dar cada día, a llamar la atención del señor Justo, un jubilado que ha inventado una bicicleta para andar por mar y tierra sin necesidad de hacer cambios, o a la pérdida en el mar de un hombre adinerado y aburrido que decidió dar una vuelta al mundo en solitario con su barquito ante la falta de retos en la vida.

Cuando hay un grupo de pistoleros que ha secuestrado una nación (EE.UU.) y están cometiendo un asesinato masivo en nombre de la codicia de "las sanas democracias del Atlántico norte"(Rorty dixit), es simplemente inmoral, y debería ser un delito -aunque no lo sea dada la naturaleza injusta de muchas leyes y justa de muchos delitos-, perder los treinta minutos de información que das a tus contribuyentes (como Albiac gusta definirse), incluido el deporte, en bagatelas rosas más o menos dramáticas . Son síntomas de la putrefacción política y moral del gobierno de este país.

Más que de mentiras de los medios de lo que habría que hablar es de la verdad de los medios, de que parece mentira que la verdad de los medios sea esa. De que los medios de comunicación muchas veces no son más que medios de contención o de contentación. En España la cadena privada Tele 5 pasa por ser una de las más críticas del abanico audiovisual con la guerra y con la actitud del gobierno, sin embargo, ya lo hemos visto más arriba en forma de reflejos involuntarios, no deja de ser un entramado empresarial privado con su pequeño corazoncito, el corazoncito etnocéntrico del capitalismo occidental. Síntomas como esos delatan una verdad de antaño sabida. Esta guerra, como tantas otras, surgen de la necesidad estructural del sistema económico en el que vivimos. Estar en contra de la guerra y estar a favor del sistema capitalista (aunque sea en la forma vaga de no estar en contra) es, simplemente, la cuadratura del círculo. Por eso la crítica, poco a poco, se verá cada vez más allanada, como Irak, hasta que en casi todos los medios de alcance nacional se entone el acorde tan justificatorio como irreal de "Libertad, Igualdad y Fraternidad" restituido a la experla de Oriente. Es cuestión de tiempo que los medios aparentemente críticos vuelvan a la senda de la segura ganancia.

En los primeros días de la invasión y en una de tantas tomas del puerto de Um Qasr el ejército aliado evidenció el síntoma involuntario, resorte del alma imperialista, que sin embargo debe negar en todo momento para vencer y convencer. Desizaron la bandera irakí e izaron la bandera de los EEUU. La verdad del ejército de liberación es que es un ejército de ocupación.

Rectificaron rápidamente, una cápsula de corrección, sin embargo, sabemos que tras los síntomas está la enfermedad. Los mass media, que no el noble periodista, son casi siempre el cirujano encargado de camuflar la enfermedad y sus síntomas.

Tomado de Rebelión


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