26 de Marzo de 2002
Por Marisabel Rodríguez de Chávez
Primera dama de la República
El Mundo
Licenciado Domingo Blanco: Con vergüenza, pudiera ser pudor, le confieso que no pensé llegar a intentar escribir acerca de situaciones privadas que por carecer de veracidad supuse que no necesitarían de aclaratoria alguna, confiando, sin éxito, que usted por cuenta propia recapacitaría y enmendaría su error. Pero cuando las buenas costumbres, la moral, la dignidad son mancilladas por la lengua de fácil hablar, cuando la recta intención de las personas es agredida por la malicia del hombre del verbo falso y dichas calumnias quedan suspendidas en el aire, considero que es muy sano cortar no sólo sus alas sino tumbarlas con la fuerza de la verdad. Recuerde que dios dijo: "Ayúdate que Yo te ayudaré".
Ahora bien, filosofar acerca de la verdad, ciertamente no es para nada vergonzoso, pero cuando una tiene que recurrir al arma de la palabra escrita con sentimiento y con sentido común para defender su derecho a la digna reputación y debe en el camino sobornar su propia posición de no hablar de sí misma ni de su vida privada con las excusas de que si se calla se otorga, o si se explica se enreda, y correr el riesgo tan sólo porque se renuncia a cualquier posibilidad de dejar regada en el camino la duda, entonces me arriesgo a cobrar lo que me corresponda por ejercer mi derecho a conservar impecable e intachable no sólo mi reputación sino mi dignidad y defender con todo el celo que mis entrañas puedan aguantar, algo tan vil como lo es el vincularme al consumo de narcóticos.
Atreverme a responderle, licenciado Domingo Blanco, su descarada y denigrante -para usted- observación, me brinda el alivio de poder descargarle en público algunas verdades que debo y además "puedo" por mi inalterada moral y que no había podido hacer porque simplemente no había colmado mi paciencia.
Pero yo también, licenciado Blanco, estoy hasta aquí, y usted tendrá que ser juzgado muy duramente por realizar esa clase de señalamientos a sus prójimos a los cuales Jesús ha puesto en su camino para que les trate como luego Él le tratará a usted.
Quiero que sepa que no escribo estas líneas por mí solamente, las escribo en nombre de todas las personas que como yo somos injusta y calumniosamente señaladas por usted (y otros y otras como usted), las escribo por aquellos y aquellas que quizás no tienen tiempo o los medios para responderle y que rogamos al cielo por el día que acaben esta clase de desviaciones, abusos y atropellos.
Estoy plenamente convencida de que a estas alturas de mis comentarios, hechos para usted, pero de manera pública, esperando que algún medio se digne a publicarlos, muchas personas habrán comenzado a preguntarse qué gano con descargar mis reclamos contra usted, licenciado Blanco, y quiero que lo sepan: Me da paz reconciliarme con la verdad, me proporciona paz que mis semejantes confíen en mí, que las personas crean en mí.
Pero sobre todo me da paz que mis hijos y mis padres siempre estén orgullosos de mi proceder, (porque Dios todo lo sabe y no necesita leer este escrito) así como también necesito que los miles y miles de niños, niñas y adolescentes a los que trato de llegar con un mensaje de alerta contra el consumo de drogas, a través de la campaña "Unidos contra las Drogas", continúen escuchándome con la misma atención, con el mismo entusiasmo, y sobre todo con la misma credibilidad, simplemente porque tengo la moral para hacerlo y porque quiero continuar ayudándoles.
Por último, licenciado Blanco, no es a su lado que yo me pondría cuando sea necesario para realizarme un test antidoping, me gustaría estar no a su derecha ni a su izquierda, estaría totalmente frente a usted (cara a cara, por no decir hombre a hombre, ya que mujer a mujer tampoco es el caso ¿no?) para ver su rostro cuando tenga que tragarse sus palabras. Recuerde que la lengua es pequeña pero traicionera y por lo tanto puede ahorcar a su propio dueño. Le recomiendo que utilice los siguientes días para reconciliarse con la misión de informar que le ha sido encomendada. De nada.
Tomado de Red Bolivariana