23 de Abril de 2002
Stella Calloni
La Jornada
La comparación con las técnicas usadas para derrocar a Allende no les resultó en Venezuela. Toda la parafernalia golpista escenificada por la derecha y la Democracia Cristiana en Chile y financiada y apoyada por Washington y coordinada desde esa capital por Agustín Edwards fue copiada en Venezuela y como ya lo dijo un científico barbudo renano en el siglo XIX: "la historia se repite como comedia", en Venezuela nos les resultó. Los medios alternativos fueron más fuertes. No pudieron mentir, ocultar la verdad, impunemente. "La gente" se enteró de lo que estaba pasando a pesar de la cadena de medios de comunicación y la descarada manipulación de la información que llevaron adelante. Entregamos un agudo análisis de estos hechos publicado en el diario La Jornada de México y que seguramente será de interés para nuestros lectores.
Parece hasta imposible pero ha sucedido en Venezuela. El mayor esquema de desinformación, como fue el establecimiento de una enorme cadena de televisoras al servicio del golpismo, orquestada con el apoyo estadunidense, logró capturar en su trampa de manipulación de los hechos a muchos medios, a algunos sectores intelectuales, y a analistas supuestamente "independientes". Se aceptó, sin ninguna prevención, la información provista por los medios que utilizó el golpismo. Fueron escasos los que trataron de conocer la otra cara de la verdad. Y con esto se cometió una de las acciones más perversas como fue la de mostrar a los muertos como "víctimas" de la "tiranía" chavista, que no registra, ni buscando con la lupa de Goebbels, ningún hecho que pueda imputarse a una dictadura. Resulta que pasando las horas, ahora se sabe que los francotiradores eran los golpistas y no los golpeados, que la Guardia Nacional estaba obedeciendo a los golpistas y no a los golpeados, que las andanadas de disparos no estaban cayendo sobre los "democráticos" manifestantes de las grandes Cámaras empresariales, la Central de Trabajadores Venezolanos, -que sólo representa menos del 12 por ciento de los sindicalizados en Venezuela- sino que caían sobre quienes rodeaban el Palacio de Miraflores para evitar el golpe. Que la policía que disparaba junto con los francotiradores estaba bajo las órdenes del Alcalde mayor de Caracas, Alfredo Peña, quien participaba en el golpe. ¿Qué dirán ahora los que juzgaron un golpe de Estado derechista como una acción democrática?. ¿Leyeron la Constitución nueva de Venezuela alguna vez? ¿Se preocuparon por saber lo que estaba pasando con la población real, que los partidos "democráticos" turnados en el poder durante años y expertos en corrupción, dejaron -en un 80 por ciento- sumergida en la pobreza?
No hubo golpe, dijeron en Washington. Pero resulta que el presidente Hugo Chávez nunca renunció, que las autoridades emergidas ilegítimamente del golpe argumentaron que había "renunciado ante el alto mando militar", lo que era a todas luces inconstitucional. El mismo Chávez -en una breve comunicación con su espossa desde su lugar de prisión- confirmó que no renunció y pidió que exigieran su firma para comprobarlo. Como todo golpe de Estado que se precie, el nuevo gobierno lanzó una persecución desmedida y se impuso lo que fue calificado como una "aterradora " censura de prensa. Varios corresponsales de distintos medios, algunos con base en Buenos Aires, llamaron hoy desde Caracas para advertir sobre la difícil situación que vivían, incluyendo llamados amenazantes, después de transmitir sus informaciones. La censura impuesta en la red controlada por Globo Visión sobre los sucesos que sucedieron este día y sobre la represión contra el pueblo venezolano que bajó de los cerros para exigir el retorno constitucional, no pudo finalmente encubrir la verdad.
El esquema de Guerra de Baja Intensidad (GBI) que Washington está aplicando en toda la región les había proporcionado ciertos triunfos en el esquema de la desinformación, especialmente por la cooptación de intelectuales, que encubren en una supuesta "distancia objetiva" su falta de definición frente al esquema de la dictadura global. Pero los sucesos de Venezuela han demostrado que también están fracasando en esto. Las imaginativas redes de comunicación alternativas han logrado derrotar el mayor esquema desinformativo de los últimos tiempos. La concentración del poder de los medios de comunicación masiva, contradictoriamente, disparó la imaginación de los soterrados, como sucedió en Chiapas en su momento. Y miles de mensajes a través de internet o de llamados telefónicos furtivos y otras acciones no menos creativas rompieron el círculo del silencio, La población venció el terror de las primeras horas y envió sus demandas desesperadas al mundo. Y esto dio sus frutos. La persecución lanzada como en los mejores tiempos de las dictaduras del sur, dejó sin habla a quienes encubiertamente- con mejores frases quizás- adhirieron a la visión estadunidense, como aquella del vocero de la Casa Blanca Ari Fleischer, cuando responsabilizó al gobierno derrocado- es decir a la víctima- por "alentar acciones antidemocráticas". El pasado 10 de diciembre el golpe ya estaba en marcha, pero no encontraban un remedo de Augusto Pinochet entre los militares, aunque lograron mostrar algunos generales y oficiales "disidentes". No resultó. Los mismos opositores pidieron "más apoyo " a Estados Unidos y trazaron entonces las "Bases para un Acuerdo democrático" que no era sino un programa de gobierno porque no dudaban de la toma del poder. Ese documento estaba fimado nada menos que por el empresario Pedro Carmona, ungido a la presidencia por los golpistas y que ya fue.. "El terreno estaba abonado en Washington" escribía en marzo el analista Pedro Fernández desde Caracas. Y por eso el pasado 10 de abril vez los medios de la oposición hicieron su famosa cadena para invadir al mundo con la información manipulada que debía sostener la acción golpista. Se puso en acción el libreto desetabilizador que había funcionado en Chile para el derrocamiento de Salvador Allende, además del eje militares-empresarios, trabajadores(en Chile especialmente los camioneros). Ahora suceda lo que suceda muchos de los que tomaron el camino que les propuso la conspiración mediática deberán asumir la responsabilidad ante las familias de las víctimas y el huracán que desataron en una América Latina en crisis. Los testimonios que circularon por las redes de la solidaridad fueron claves para la reversión de la situación en Venezuela como sucede cuando el alma, el "ánima" de un pueblo resucita y demanda.
El tema también es tratado por un venezolano en el siguiente artículo:
Hace unos días, la revista Venezuela Analítica, publicó una entrevista con Ignacio Ramonet. El prestigioso director de Le Monde Diplomatique, que meses atrás había apoyado a Hugo Chávez, hacía durísimas críticas contra su gobierno.
Esta entrevista, puesta en internet y reproducida con entusiasmo por El Nacional de Caracas, resultó ser un texto totalmente inventado por un tal Emiliano Payares, un mexicano al servicio de la campaña internacional contra Chávez.
Independientemente de las simpatías o antipatías que tengamos hacia Hugo Chávez, hemos sido testigos en estos días de una auténtica campaña de desinformación, una escalada de mentiras.
Los principales noticieros venezolanos informaron que el Presidente Hugo Chávez había presentado su renuncia irrevocable ante el alto mando militar. Pero Chávez, secuestrado por los militares golpistas, no había firmado nada.
También informaron que el Vicepresidente Diosdado Cabello había huido. Y que la Asamblea Nacional había sido disuelta por el mismo Chávez. Todas estas falsedades buscaban legitimar la usurpación del poder por una junta de empresarios y militares.
Dijeron que el Presidente Chávez, arrinconado en el Palacio de Miraflores, había dado la orden de disparar sobre la multitud. Incluso, el portavoz de la Casa Blanca se hizo eco de esta noticia y acusó a Chávez de haber provocado la crisis ordenando disparar sobre los manifestantes de oposición.
Poco después se supo que los francotiradores eran de los golpistas. Y que la mayoría de los muertos eran partidarios de Chávez.
Mentiras abiertas. Y eufemismos sutiles. La CNN caracterizó como "gobierno de transición lo que no tenía otro nombre que golpe de Estado. También habló de "interrupción del proceso democrático" para calificar una dictadura, la del empresario Pedro Carmona, que, en su primer y único día de funciones, disolvió el poder legislativo y el judicial, desconoció la Constitución, se dedicó a perseguir a los chavistas y clausurar los medios de comunicación comunitarios.
Con razón se habla de un golpe mediático. Las televisoras, las empresas radiales, los diarios, todos los grandes medios privados se confabularon contra las reformas sociales promovidas por Chávez.
Programado el golpe por un grupo de empresarios y militares, con la la venia de la embajada norteamericana, los medios de comunicación olvidaron su responsabilidad social y se convirtieron en conspiradores, azuzadores de manifestaciones y huelgas. No informaban. Hacían propaganda.
Gustavo Cisneros, dueño de la poderosa Venevisión, prestó su avión particular para desterrar a Hugo Chávez, detenido en La Orchila.
Hace unos años, la prensa venezolana puso el grito en el cielo cuando se habló del derecho a la "información veraz".
Es cierto que el código de ética periodística no lo impone ni fiscaliza ningún gobierno. Pero tampoco puede quedar al antojo de los empresarios. Libertad de expresión no es libertad para mentir. Ni privilegio de unos cuantos.
Sin televisoras ni radios propias, miles y miles de ciudadanos y ciudadanas de Caracas, no de turbas como decían los medios, se autoconvocaron, bajaron de los cerros sin armas, rodearon el Palacio de Miraflores y restituyeron el derecho constitucional en Venezuela.
La patria de Simón Bolívar ha dado un ejemplo a América Latina y al mundo. El pueblo venezolano, democrático por vocación, ha ejercido su libertad de expresión y su soberanía.
Tomado de Red Bolivariana